- Por Laura Ramos
- Socia del Club de Ejecutivos
Si bien el domingo último se dio el mayor acontecimiento dentro del ejercicio del deber cívico, donde se llega a la cúspide del proceso democrático a través de la expresión del deseo del pueblo vertida en las urnas, no pudimos disfrutar como sociedad el privilegio de que se haya desenvuelto con total normalidad –aun cuando relativamente es algo común en la región–, ya que no fuimos capaces de impedir que se tiña de grises dicho proceso.
Es una pena que no podamos otorgarle a nuestras instituciones la credibilidad necesaria para fortalecernos como país, siendo importante ser y parecer. No basta tener la tecnología, personas idóneas al frente, si de alguna manera siempre se cuestiona o se deja un manto de duda. Si bien es justo que si existen dudas fundadas se proceda al reclamo pertinente, no le hace bien a nadie patear el tablero sin razón. Lo único que hace esto es ensuciar, ennegrecer y dar una sensación de inestabilidad, de debilitamiento institucional que como nación no tenemos margen para perder en ese campo.
Nuestra frágil imagen de país por falta de instituciones fuertes se ve aún desmejorada por críticas a las pocas instituciones que sí funcionan bien, como lo es el proceso del TREP. Debemos como sociedad defender a capa y espada las instituciones que sí trabajan de forma transparente y prioricemos el enfocarnos en aquellas que sí les hace falta desinfectar sus procesos. Pero no metamos todo en una misma bolsa y generemos una imagen del país donde nos puedan comparar con otras naciones hermanas que democráticamente están en retroceso y años luz de donde estamos nosotros. Los que vivimos dentro del Paraguay, sabemos que realmente los derechos cívicos son respetados, pero los lectores internacionales de noticias poco y nada sabrán de la realidad más que lo que se publica. Y seguramente pensarán dos veces antes de invertir en un país donde el deseo del pueblo es supuestamente tergiversado.
Otro punto interesante de recalcar es el uso de redes sociales, si bien la tecnología ayuda y mucho en comunicar una cantidad de información que de otra manera sería muy difícil de transmitir, también es un arma de doble filo, ya que se pueden dar como verdaderos un montón de datos o publicaciones cuando en realidad están en total flagrancia. Debemos ser prudentes con las informaciones que se comparten y leer más allá del verdadero sentido y objetivo de la publicación. Es decir, si tenemos denuncias concretas que realizar para desacreditar los procesos legalmente establecidos, debemos llevarlos al ámbito que compete, no a redes sociales. Ya que esto solo intenta provocar una avalancha de deslegitimaciones pero no provoca cambio legal ni de facto, por carecer de pruebas y fundamentos. Esta pelota de nieve de rumores son los que afectan innecesariamente la imagen, pero no se resuelve el problema de fondo si lo hubiere. Solo crea caos y rumores, no construye, y nos tenemos que empezar a enfocar en construir.
La nación se edifica entre todos, y todos debemos velar por el correcto cumplimiento de los procesos como en este caso el proceso democrático. Pero no debemos estar siempre empezando en fojas cero en credibilidad e imagen, ya que no hay manera de que podamos formar un perfil sano si constantemente lo ponemos en duda aun en casos donde no existe un fundamento valedero. Y con ello no se hace otra cosa que el intento de desacreditar todo el trabajo realizado.