- Por Marcelo Pedroza
- COACH – mpedroza20@hotmail.commayoría
El rol del ciudadano es vital para la concreción de los fines sociales. Su protagonismo está amarrado al tejido que lo cobija. Es la sociedad la madre de todos los ideales, en ella se encuentran los que cada uno de sus habitantes cultiva desde su interior. En un conjunto de tamañas dimensiones el aporte individual se transforma en alimento colectivo. Hay que rescatar lo que realiza el ser humano, su capacidad para construir se refleja en el avance constante del desarrollo de la comunidad en donde vive.
Talcott Parsons (1902-1979), sociólogo estadounidense, consideraba que la realidad objetiva estaba relacionada a los planos particulares que la constituían, y le otorgaba relevancia a la comprensión de las conceptualizaciones que la explicaban, dado que permitían interactuar en la misma y generaban una aproximación hacia lo que es en su totalidad. Por lo tanto, una experiencia ocupa su lugar en el contexto donde surge y se materializa. Y a su manera está colaborando en el proceso constante que genera realidades.
Parsons, quien fuera profesor de la Universidad de Harvard desde 1927 hasta 1979, creó la Teoría de la Acción Social. En ella el concepto de acto-unidad se expone como base de su análisis. Es necesaria la existencia de un actor, decía el académico. Este es uno de los elementos que caracteriza la presencia de lo particular. Lo que ocasiona la consideración del sujeto como responsable de los hechos que produce. Además en esa comunión de palabras está implícita la integridad de quien responde con sus acciones. Es su ser el que se manifiesta, por lo que la unicidad le otorga una total identidad.
La suposición de un fin, o un estado futuro hacia el que se orienta la acción, es otro de los componentes que posee el acto-unidad, según Parsons. Esto permite darle atención a lo que se hace y a la proyección que genera. Se supone que la intención está impregnada de principios que facilitan la convivencia entre las infinidades de actos presentes que se caracterizan por sus particularidades. Entonces así se fundan los potenciales acontecimientos colectivos que se darán.
El maestro Talcott consideraba como integrantes de la constitución del acto-unidad a las condiciones, los medios, las normas y los valores. El sujeto en su calidad de creador de consecuencias debe contemplar estos factores. En sus quehaceres hay una conexión indudable entre ellos con el hábitat en donde se producen. La retroalimentación es inagotable, generando realizaciones que estimulan a seguir avanzando.