- Por Augusto dos Santos
- Analista político
Una propuesta casi sorprendente formula un candidato a senador del oficialismo: que se retiren las representaciones del Congreso, diputados y senadores, del Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados para garantizar una justicia sin patrones políticos. Será un debate con pocos aplausos en la política tradicional.
Probablemente el planteo formulado ayer por el ex ministro-asesor jurídico de la Presidencia, hoy candidato a senador, Sergio Godoy Codas, despertará encendidos debates. Unos lo juzgaran como temerario, otros cuestionarán su consistencia legal, otros sencillamente se opondrán, pero el mérito del planteo viene implícito en la iniciativa misma: generar una discusión sobre la contundente necesidad de superar una etapa de patrones de la Justicia, altamente indefendible desde donde se quiera mirar.
La propuesta de Godoy Codas es tan radical como simple: que por un acuerdo político los nuevos integrantes del Congreso, tanto en la Cámara de Diputados como en Senadores cancelen su participación en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y en el Consejo de la Magistratura. ¿Para qué? Para que sin dilación la ciudadanía pueda tener una mejor perspectiva en relación a la Justicia y se pueda tener esperanzas en una real despartidización, raíz de los males más importantes. No se habla de eliminar tales espacios, porque ello supone una modificación constitucional. Sencillamente propone que las cámaras del Congreso retiren su participación.
A renglón seguido, la propuesta de Godoy Codas manifiesta que cuando pudiera lograrse el consenso político que permita la realización de una Constituyente, tal figura (la delegación de las cámaras ante tales organismos) pudiera eliminarse definitivamente.
El razonamiento que hace el candidato a senador sobre las causas de su urgimiento al respecto de tal medida tiene relación con una constante en el funcionamiento de tales organismos a lo largo de toda la transición: el manejo discrecional hoy de uno y mañana de otro y pasado de otro sector, de acuerdo a quien tenga en este momento el manejo de la aritmética preeminente en el Congreso. En dos palabras: quien tiene mayoría maneja la Justicia.
El solo debate de esta propuesta será interesante para ver quiénes se animan y quiénes se siente cómodos con el gatopardismo eterno y rentable al que se recurrió con alta eficiencia delincuencial en los últimos 30 años: cambiar todo, de tanto en tanto, para que nada cambie.
La intención del proponente es cortar de raíz tal riesgo, mediante un pacto político de todos los sectores que decidan que tanto el Consejo de la Magistratura como el Jurado de Enjuiciamiento pasara a ser integrado únicamente por representantes de la Justicia, del Gremio de Abogados y de la academia, entendiendo que la representación que más genuinamente representa el sentimiento (y el riesgo) partidista es la parlamentaria.
Deduce que si se saca de las manos de los senadores y diputados la suerte de los jueces y fiscales se estará ofreciendo un gran margen a la autonomía de estos actores fundamentales del proceso judicial.
Al mismo tiempo, expresa Sergio Godoy en la entrevista de ayer en La Nación, que de la actitud que expresen los congresistas en contra y en favor del proyecto se verá claramente quiénes tienen intención de cambiar el escenario de la Justicia y quiénes solo denuncian, pelean y cuestionan cuando el mango de la sartén no está en sus manos.
Es fácil hacer un discurso en favor de la Justicia hoy y al manejarla desde estas representaciones cometer luego el mismo error de los que antes ocupaban el lugar. La Justicia es algo más que el rudimentario y tradicional juego de las sillas.
El solo debate de esta propuesta será interesante para ver quiénes se animan y quiénes se siente cómodos con el gatopardismo eterno y rentable al que se recurrió con alta eficiencia delincuencial en los últimos 30 años: cambiar todo, de tanto en tanto, para que nada cambie.