• Por Antonio Carmona
  • Periodista

Lo más cuerdo que se dijo acerca de la quema de libros fue lo de Sigmund Freud, cuando en tiempos de gobiernos de criminales, los nazis quemaron sus libros, entre tantos otros, en una hoguera pública. Es un avance de la humanidad, dijo el creador del Psicoanálisis con su visión amplia y profunda de los fenómenos humanos, y explicó: tiempo atrás me hubieran quemado a mí.

Entiendo la reflexión paradójica del genial develador de las profundidades de los seres humanos, no como una minimización de la quema de libros, sino el contraste con el horror de la "quema de gente" que había en esos tiempos de dictadores extremistas todopoderosos y víctimas extremas totalmente indefensas.

Valga la irónica paradoja para analizar hechos recientes: La cita me vino primero a la cabeza al escuchar al prestigioso abogado que defiende al recién encarcelado ex todopoderoso ministro del gobierno Kichner, De Vido, acusado de corrupción, en varios casos bastante escandalosos y millonarios. El abogado de apellido Rusconi dijo a viva voz a los medios de prensa argentinos que los métodos de presión de los jueces para hacer hablar a su defendido eran peores que los de Torquemada; afirmación tan desquiciada como mentirosa, ya que los métodos del inquisidor, cuya última etapa era la hoguera, de la que se había salvado Freud, no dejaban lugar a duda a los torturados que reconocer cualquier acusación con tal de acelerar la ejecución y evitar la prolongación de las torturas.

No es de extrañar que en duelos tribunalicios, ante los micrófonos asomen las barbaridades verbales de los "letrados" con tal de demostrar que sus defendidos son pobres angelitos torturados por los feroces torquemadas de la justicia. Los micrófonos, como las cámaras y el papel soportan cualquier disparate.

Tampoco debe sorprender la barbaridad del letrado, teniendo en cuenta que su cliente, quien pasó de la administración pública a convertirse en escritor del género epistolar, se haya confundido de Torquemada en una misiva hecha pública firmada de puño y letra, pese a que no podemos certificar redactada por quien, en estos tiempos en que las declaraciones públicas, más que informaciones son deformaciones o, incluso, manipulaciones. Y a los que tienen fácil la evocación del gran torturador de la Inquisición, como es el caso, no les resulta difícil blanquearlo un poco con tal de llegar a su objetivo, denigrando más al enemigo, aunque sea un juez que no hace sino cumplir con su función, que es donde se debe cuestionarlo, con fundamentos y no con metáforas baratas y confusas traídas de los pelos, tratando de aprovechar la oportunidad de los micrófonos abiertos, con el único objetivo de grabar una "primicia" o una "desquicia" que sirva de primicia escandalosa, cuando no para favorecer o desfavorecer a una de las partes.

En estos tiempos en que resulta difícil de precisar cuando estamos en el campo de la información o en el de la desinformación, en el que la manipulación informativa se ha convertido en una constante, como proponía el inventor de las Fake news, las falsas noticias, las noticias basura, pero envasadas de tal forma a darles credibilidad, aunque sea por breve plazo.

Me parece oportuno traer el tema a nuestro espacio político, juntando los casos, ya que me parece difícil imaginar a Enrique Riera, con su trayectoria pública, en la función pública y en la privada, desde los tiempos de la dictadura para acá, proponiendo o marchando a quemar libros; ubicando la circunstancia, no queda duda de que su propuesta no era quemar libros ni aceptar una invitación para una quema de libros, sino todo lo contrario, contrarrestar la propuesta de quemar libros, hecha por un sector radicalizado contra materiales didácticos que tienen que ver con el tema tabú en sectores de la sociedad, de la sexualidad, que no es la primera vez que se confronta en el MEC ni va a ser la última.

Un tema sumamente importante que quedó casi al margen de la información y el debate con la "hoguera de los libros; es un retroceso de la sociedad paraguaya que prefirió dirigir la información para incinerar a una persona, justamente en el medio de nuestras salvajes e irracionales campañas electoralistas.

Vale la pena, ya que estamos entre el ámbito de la información y de la educación, tener en cuenta la palabra italiana de la que ha surgido la dietrología, investigar lo que está dietro, detrás de las palabras, de las informaciones, que se va incorporando a la lengua universal. Lo interesante es la iniciativa de legisladores y educadores italianos de incorporar el estudio de la información a la educación, en un mundo en que los jóvenes se ven bombardeados por información, de medios y, sobre todo, redes, cada vez más manipuladas. Si alguien lo duda, puede consultar con Trump.

Sería bueno pensar que la información debe ser materia principal de la educación.

Será justicia.

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