Poco antes de arrancar la peregrinación hacia el templo, acto que marca el inicio de la celebración en honor a la Virgen María, en la advocación de la Inmaculada Concepción, el obispo de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, se refirió a la atípica celebración de un 8 de diciembre. “Duele ver esto tan grande así. Nos preparamos tanto para este acontecimiento que sabemos tiene significado para el Paraguay y traspasa la frontera, y celebrar así...”, lamentó.
Recordemos que hace 101 años, la festividad de Caacupé también fue suspendida debido a la fiebre española. Ahora, la celebración no fue presencial y obligó a una conmemoración virtual, lo que dejó una plaza vacía por la ausencia de los fieles que no acudieron hasta la Basílica por la vigencia de la medida sanitaria a causa de la pandemia del coronavirus.
El religioso recordó que en años anteriores no podía dormir de alegría por la llegada de la festividad; sin embargo, en esta ocasión se sintió sobrecogido y pensaba: “¿Qué voy a hacer, qué actitud voy a adoptar?”.
“Esa es una parte alegre (por la celebración virtual) ,pero queda el vacío que uno no sabe qué responder. No es lo nuestro. Primera vez que nos toca una situación así. Dormí muy poco anoche. No fue como en otros años en que uno no puede dormir de alegría; sin embargo, ahora uno piensa, ¿qué voy a hacer?”, se preguntó.
Agregó que desde todo el país le enviaron fotos y videos en los que muestran que se está celebrando en la intimidad del hogar, con altares que se montan en las casas y siguiendo la celebración y todo lo que acontece desde los medios de comunicación.
“Gran parte de la población comprende la situación y comparte desde sus casas. La mayoría instaló en sus casas nichos para celebrar desde allí. Enviaron cientos de fotos y videos mostrando que están celebrando así, incluso desde Puerto Guazú, Argentina”, indicó.
No obstante, dejó un mensaje a los fieles que siguen la celebración por los medios de comunicación y también por las redes. “Hoy es un día especial que la Virgen nos está mirando con un inmenso amor. Estoy seguro que ella va ayudarnos a levantarnos como pueblo y ser una gran nación”, comentó a los medios de comunicación apostados, como todos los años, en la explanada de la Basílica.
Agregó que el vacío que se ve hoy realmente duele, pero a la vez significa un desafío para todos, no solo para la Iglesia, pues este año los templos tuvieron que cerrar. “Es una sensación de vacío y soledad, es lo que nos toca vivir. Es un desafío para nosotros”, aseveró.
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