En el año 2011, Alberto López de 47 años, fue diagnosticado de una miocardiopatía dilatada severa, con fracción disminuida al 15%. En otras palabras, tenía un corazón bastante dañado lo que no permitía que bombee con normalidad y como consecuencia, la sangre llegaba con mucha dificultad al resto del cuerpo. Durante varios años convivió con la enfermedad que lentamente lo fue postrando e impidiendo que pueda realizar sus actividades.
Si bien en principio las medicinas ayudaban a mitigar los efectos de la enfermedad, en el 2018 la situación se volvió insostenible. Necesitaba de un corazón nuevo, de lo contrario, no podía seguir.
La familia se sentía impotente ante tan terrible escenario. Los tiempos difíciles para Alberto y los suyos permitieron un acercamiento más intenso a Dios, a través de Jesús y sobre todo, mediante la intercesión de la Virgen María.
Aunque desde el inicio de los problemas cardiacos fue tratado por un excelente plantel de médicos que lo mantuvieron en magníficas condiciones, con el tiempo la situación se volvió más complicada, y sin dudas necesitaban de contención y un fuerte apoyo espiritual para enfrentar lo que se venía.
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“Me dijeron que pida a la Virgen”
La ayuda vino de parte de una persona allegada, quien también atravesó por una gran prueba, pero mediante la intervención de la Virgen María, Jesús obró en ella el milagro de la sanidad. “Ella tenía cáncer de mama en grado 3, pero se curó. Para mí escuchar eso fue maravilloso, muy esperanzador”, aseguró y sostuvo que en ese momento nació en él la necesidad de acercarse a la Virgen, para que Ella lo ampare e interceda por él para que también pueda recibir el milagro, explicó Alberto, bastante emocionado al recordar ese momento.
Aseguró que ese fue el punto de partida para que junto a toda su familia acuda a las misas de sanación de las diferentes parroquias como San Pedro, Sagrados Corazones de Jesús y María, Medalla Milagrosa, San Rafael en la ciudad de Itá y otros.
Con la voz entrecortada, recordó que asistir a estas celebraciones hizo que se multiplicara su fe y se entregue cada vez más a la Madre Santísima y al Señor, pues las señales de que las cosas mejorarían se iban dando en pequeñas cosas que significaban mucho.
“Pedía con mucha devoción por mi sanidad física y espiritual. Y le decía que si eso no iba a poder ser, entonces que me regale un corazón que me llene de vida. Yo estaba convencido de que iba a llegar ese milagro” aseguró Alberto muy emocionado.
Además de ir a misa, él rezaba el rosario y hacía lectura de la Biblia, así como también de diversos materiales que le entregaban las personas que lo asistían espiritualmente. Todo esto acrecentó su creencia y lo acercó aún más a la Virgen, mediante la advocacación de la Rosa Mística.
Señales divinas
En las misas de sanaciones a la que acudía Alberto, siempre estaba acompañado de su esposa. Ella en más de una ocasión vio cosas que no tenían explicación científica, como por ejemplo, que durante una imposición de manos, un gran resplandor se posó sobre Alberto. “Para mí fue nuestra Madre Santísima diciéndome: Hijo mío, no te preocupes, vas a estar bien”, dijo el entrevistado.
En otra oportunidad, nuevamente su esposa tuvo una visión, esta vez, percibió a una persona vestida de marrón (similar a la vestimenta de los capuchinos) que estaba cerca de su marido. “Preguntamos quien podría ser y el sacerdote nos dijo que era el Padre Pío de Pieltrecina”, recuerda emocionado.
Pero las visiones no eran solo esas, pues en otra ocasión divisó que del cuerpo de su esposo salía “un corazón muy oscuro subiendo hacía arriba”, y esto fue interpretado por la familia como un preludio de lo que iba a pasar mas adelante. Nuestro entrevistado comentó que en otra celebración, nuevamente su esposa pudo contemplar algo místico, esta vez una gran paloma (el Espíritu Santo) sonriente, con las alas abiertas y en una de ellas reposaba Alberto.
La prueba final llegó cuando fue la beatificación de María Felicia de Jesús Sacramentado (Chiquitunga), pues a pesar de la delicada situación en que se encontraba, él quería asistir a la gran misa, pues estaba convencido que de allí saldría curado. Recordó que al finalizar el evento él se cayó y sufrió un paro cardiaco, pero que fue tan bendecido que lo asistieron rápidamente y sobrevivió al difícil momento. “Gracias a Chiquitunga y a la Virgen Santísima, sobreviví” puntualizó.
En busca de un corazón
Sin embargo, esta situación marcó el principio de un momento crítico y el inicio de una nueva vida, pues su corazón no daba más y comenzó a sufrir de arritmia, por lo que la cirugía de transplante se volvió un de suma urgencia. Era la única forma de seguir vivo. A partir de allí se inició la desesperada búsqueda de un donante porque había arrancado la cuenta regresiva.
Las oraciones de la familia y su entrega absoluta a la Madre finalmente fueron retribuidas, pues al poco tiempo de aquel trágico suceso en que su corazón comenzó con una falla sistemática, recibió la maravillosa noticia de que fue beneficiado con corazón.
“Un ángel donante me devolvió la vida. Volví a nacer. Tuve la cirugía, estuve muy poco tiempo en UTI y luego ya mi proceso de recuperación fue donde recibí la visita de la Virgen de Schoenstatt que me acompañó en todo ese tiempo”, recordó Alberto. No obstante, lo que más le llamó la atención cuando estuvo internado es el mensaje que nuevamente la Virgen le dio en la imagen de la Virgen peregrina, cuya inscripción era: “Hijo mío, estoy a tu lado”.
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“Un hijo nunca desoye a su madre”
“Un hijo nunca desoye a su madre”, dice Alberto y asegura que Jesús le tiene adoración a su madre. En ese sentido, Alberto López dejó un mensaje para todos los católicos y es que confíen ciegamente en la Madre Santísima porque a través de ella se llega a Jesús.
“Un poquitito de fe nomás necesitamos, como un grano de mostaza. Si confiamos en Dios, la intervención de la Virgen va lograr grandes milagros, porque recuerden siempre: ‘Un hijo nunca desoye a su madre’ y la Virgen María siempre está pidiendo por nuestras intenciones a su amado hijo”, aseveró.
Asegura que hoy en día se siente muy bien, saludable, con un corazón que late fuerte. “Me siento lleno de vida. Todo gracias a la Madre Santísima y a las personas que puso en mi camino”, sostiene al tiempo de asegura que las oraciones llegaron al cielo y fueron escuchadas.
“¡Qué mejor regalo que tener una segunda oportunidad de vida! Es algo impagable, me regaló un corazón nuevo. La Virgen junto a su hijo obran grandes milagros siempre que nos entreguemos con mucha fe y devoción, por que ‘Un hijo nunca desoye a su madre’ y Jesús le tiene adoración a su madre María y fue ella quien intercedió por mi”, asegura.