El real origen de esta peculiar estampa religiosa de la Virgen de Caacupé es incierto y se pierde en la noche de los tiempos, constituyendo casi un enigma su concepción y diagramación, comenta el licenciado Agustín Talavera.
“Sabemos, por otras estampas publicadas en otros formatos unos años más tarde, que apunta a la casa de Librería y Papelería de la Casa Quell y Carrón que tenía su local sobre calle Palma y Alberdi y fue una de las primeras casas establecidas en el Paraguay para dicho rubro. Fue también casa editora de libros con incalculables beneficios que la cultura el país debe a esta librería”, aseveró.
Según se sabe, en la década de 1920, don Hipólito Carrón, Guillermo Quell y el sobrino de este don Agustín Nicolás Carrón Quell, quienes comenzaron a registrar la vida de la sociedad paraguaya de su tiempo fotografiando parte de la ciudad de Asunción e interior del país. Esta casa comercial con sus jóvenes directores se encargaron de editar estas fotos en postales que dejaron plasmados lugares, paisajes, edificios, indígenas y estampas religiosas de nuestro país. Uno de sus editores probablemente era el encargado de fotografiar los paisajes recorriendo los pueblos del interior del país y realizaba el trabajo de fotografiar los paisajes que más tarde eran impresos en Alemania, asegura.
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“Es muy probable que así fue que llegaron hasta el pueblo de Caacupé; retrataron tres de los aspectos más importantes de este pueblo: la imagen de la Virgen, la Iglesia y el pozo de la Virgen. Todo esto ocurriría en 1905, terminada la revolución, pues bien se sabe que estas postales y estampas fueron distribuidas por toda la República recién en la década de 1920″, sostiene.
Estas estampas, por su peculiaridad, fueron vendidas en la misma casa editora y se puede afirmar que fue de muy limitada edición, ya que es muy raro encontrarlo como objeto de colección debido a su muy escasa distribución en el país.
Lo que más destaca es que esta estampa nunca fue publicada como publicidad alguna, ni en ninguna revista ni periódico conocido. Luego de 1935, esta librería dejó de funcionar y se cerró para siempre, abriendo la brecha a otras librerías que también fueron pioneras.
La dueña
Este antiguo cuadro de la Virgen de los Milagros de Caacupé, que perteneció a doña Chela de Vargas, quien cada año realizaba una verdadera función patronal en homenaje de su pequeña Virgen. Desde siempre este cuadro estaba resguardado por un nicho, también antiguo, donde se guardaban otras imágenes que eran de su pertenencia, según explica él.
“Este pequeño nicho ocupaba la amplia sala que era la parte principal de la casa donde este espacio hacía también de pequeño oratorio, y en donde junto a don Juan su esposo rezaba el Santo Rosario tanto a la mañana como al caer la tarde. Todos los sábados, religiosamente delante de la imagen, un ramo de rosas o crisantemos blancos era colocado al pie del sagrado nicho donde ella guardaba ‘su prenda’, como la llamaba cariñosamente”, comenta.
Agregó que la única encargada de realizar estos arreglos semanales era su nuera, la señora Marta Roa de Vargas, quien realizaba su tarea con el mayor amor, cariño y respeto, ya que este pequeño tesoro del cuadro constituía para la familia Vargas una venerable tradición que provenía de las generaciones de sus mayores y antepasados. “Es allí donde creo nació en ella también la gran devoción que hasta ahora le profesa a la Virgen”, asegura.
“Desde muy niño me llamaba la atención que cada 8 de diciembre eran explotados los petardos y el bomba pu, que se escuchaban al temprano amanecer del día festivo de la Virgen de Caacupé anunciando en el barrio el inicio del festejo familiar que se realizaba en casa de los Vargas”, comentó a La Nación.
Descripción del cuadro
Este antiguo cuadro de la Virgen de Caacupé trasunta enorme emoción, devoción, espiritualidad y religiosidad de la sencilla fe católica de nuestro querido pueblo paraguayo. Mirarla es sentir dulzura que permanece en el carácter contemplativo de quien posa sus ojos en ella.
La imagen de la Virgen representa a la advocación de la Inmaculada Concepción y posee los atributos que tienen las demás imágenes que se veneran a lo largo y ancho de toda Latinoamérica. Se la ve erguida sobre un globo terráqueo que representa al mundo, sus plantas pisan la serpiente que significa la supremacía de la Virgen María sobre el demonio o las fuerzas del mal. Una luna de plata en cuarto menguante determina el punto de apoyo de toda la figura escultórica, constituyendo así la base inferior de la sagrada imagen.
Realza sus sienes una gran corona imperial que nos habla de que María es reina del cielo, la tierra y de todo lo creado. Sostiene que su rostro es moreno y constituye el símbolo mestizo de la raza de nuestro pueblo que la venera desde antes de los albores de su independencia. “La modesta actitud de sus inefables ojos de miel la revisten de una hermosura admirable que mueve al silencio y al recogimiento”, indica.
Comenta que viste una túnica blanca, símbolo de su pureza, que está rematada por un sencillo cintillo que cae en dos pedazos sobre el vientre. “Este cintillo ajustado a la cintura denota su estado de gravidez y manifiesta su próxima señal de dar a luz”, aseguró.
Continúa explicando que del lado izquierdo del cintillo pende un pequeño medallón con la figura de la Santa Cruz, símbolo principal de nuestra redención. Un manto azul sobre sus hombros representa el cielo azul del paraíso celestial. “Está bordado en hilos de oro, símbolo de su reinado, y constelada pequeñas estrellas y arabescos de azucenas y rosas, símbolo de su linaje inmaculado y el amor que sus devotos le profesan”, explica.
Virgen orante
“Nuestra Señora de los Milagros es una Virgen orante, que tiene en sus manos los deseos y las preocupaciones de los corazones de sus hijos. Sus labios son de silencio, que indican su actitud de oración, y sus manos, que están juntas, están en señal de recogimiento y profunda meditación”, aseguró.
Añade que su figura se alza imponente tras la fachada de la antigua Iglesia-Santuario que por muchos años albergó la imagen. Remata el cuadro inferior una imagen del antiguo pozo de la Virgen, símbolo de la fuente de gracia, símbolo de purificación, de limpieza de la gracia derramada por Dios, que es fuente de vida y símbolo de nuestro bautismo.