Los últimos modelos de vehículos eléctricos provocaron fascinación en el Salón de Detroit, la principal feria de la industria automotriz de Norteamérica, que finaliza el domingo, pero muchos consumidores aún no están listos para tener uno. Los coches eléctricos “acabarán siendo la única opción”, admite Tim Stokes, quien todavía piensa “esperar el mayor tiempo posible” antes de abandonar los vehículos de motor de combustión interna.

Mientras contempla un nuevo Ford Mustang a gasolina, dice que sus amigos en el sector automotor le aconsejaron que esperara tres o cuatro años para que la industria “resolviera los problemas”. ¿Hay suficientes estaciones de carga? ¿Están justificados los precios más altos? ¿La producción de baterías no es dañina para el medio ambiente? Los consumidores tienen muchas preguntas.

Justin Tata cree que “los motores de combustión interna están viviendo sus últimos días”. Pero el joven no piensa comprar un coche eléctrico hasta dentro de al menos cinco a diez años, porque le preocupa el reciclaje de las baterías. El protagonismo de los vehículos eléctricos (VE) en el North American International Auto Show de Detroit demuestra sin embargo que ya no son un producto de nicho.

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El precio justo

Ante las preocupaciones sobre el calentamiento global y las políticas gubernamentales que promueven los VE, los fabricantes de automóviles presentaron versiones eléctricas de sus modelos más populares. Chevrolet exhibió tres: una pick-up (la Silverado) y dos SUV (la Blazer y la Equinox), disponibles bajo pedido, para entregas previstas para 2023.

Ford introdujo una versión eléctrica de su exitosa camioneta F-150 y un nuevo SUV, el Mustang Mach-E. Según una encuesta de Consumer Reports realizada este año, alrededor del 14% de los estadounidenses “definitivamente” compraría o alquilaría un VE si necesitara un auto, frente a solo el 4% en 2020.

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Pero los expertos en automóviles dicen que aún faltan años para una transformación significativa de la flota estadounidense dominada por los motores de combustión interna, en particular por los precios: un VE cuesta en promedio cerca de 67.000 dólares, según la firma Cox Automotive. Los fabricantes también están teniendo dificultades en la cadena de suministro y tienen dudas sobre la futura disponibilidad de ciertos materiales, como el litio o el cobalto, claves para las baterías.

Don Lamos, que trabaja para un proveedor de automóviles, había encargado un Ford Lightning, pero lo reconsideró después de que Ford subió el precio por encima de la barrera de los 80.000 dólares, que permitiría a los compradores calificar para un crédito fiscal de 7.500 dólares bajo la nueva legislación estadounidense. Con su esposa Janice ahora evalúan comprar la Chevrolet Equinox, que se vende desde 30.000 dólares. “Si mantienen ese precio, entonces genial”, dice. “Pero no sé si alcanzarán sus objetivos de producción para el próximo año, ya veremos”.

“No tan limpias”

La pareja está segura de querer pasarse a la electricidad, para ahorrar dinero y para cuidar el medio ambiente. Pero no le convence gastar tanto cuando es probable que la tecnología de las baterías mejore. Otros también se ven frenados por la falta de estaciones de carga. Muchos VE prometen una autonomía de casi 500 km, pero esta capacidad disminuye según la carga que se transporte.

“Cuando necesitas gasolina la encuentras a la vuelta de la esquina. No creo que haya suficientes estaciones para un coche como este”, apunta Carlos Rubante sobre el Ford Lightning. Su esposa Rebecca señala además que circulan mucho “por caminos secundarios” para ir a esquiar.

El presidente estadounidense, Joe Biden, promulgó una legislación que destina 7.500 millones de dólares para la construcción de estaciones de carga. Durante su visita a la feria, el mandatario aseguró que pronto serán “tan fáciles de encontrar como las gasolineras” a lo largo de las carreteras que atraviesan Estados Unidos. Los consumidores en el Salón de Detroit describieron el cambio climático como una preocupación, pero no estaban necesariamente convencidos de que los VE fueran la solución.

Más allá del reciclaje de baterías, otra inquietud son las consecuencias no deseadas del auge de la minería en materiales cruciales, como el uso de mano de obra infantil en la República Democrática del Congo para producir cobalto, dice Cristian Damboiu, que trabaja para un proveedor de automóviles. “Cuando se toma todo esto en consideración, puede que (las baterías) no sean tan limpias como parecen”, sostiene.

Fuente: AFP.

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