General Motors abrió el miércoles pasado su primera fábrica de pick ups eléctricos y sin emisiones en Estados Unidos, en una apuesta que lo alinea con otros grandes fabricantes de Detroit. El gigante automotriz inauguró “Factory Zero” en una remozada planta de 36 años de antigüedad en Hamtramck, Michigan, que fue reequipada para fabricar vehículos eléctricos (EV).

La inauguración, que acompañará el presidente Joe Biden, se da antes de las primeras entregas comerciales de la camioneta GMC Hummer Pick Up, el primer modelo eléctrico de este segmento entre las tres grandes casas automotrices estadounidenses tradicionales (GM, Ford, Fiat-Chrysler).

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Ford ya presentó una versión eléctrica de su popular camioneta F-150, mientras Stellantis, propietario de Chrysler, anunció planes para llevar su tradicional RAM a una versión EV. Los gigantes de Detroit tienen la competencia de Tesla en el segmento de autos eléctricos, pero también de algunas start-ups como Rivian, que recientemente se disparó en la bolsa.

La trayectoria del mercado también dependerá de la evolución del transporte en Estados Unidos. Los vehículos eléctricos representan actualmente alrededor del 3% de las ventas. El recién promulgado proyecto de ley de infraestructuras del presidente Biden, por más 1,2 billones de dólares, contempla 7.500 millones para nuevas estaciones de recarga de vehículos eléctricos.

“Comenzando lento”

Para los fabricantes de automóviles, las camionetas son una apuesta segura, en parte por la demanda de las empresas, y también por compras del gobierno, ahora bajo presión para reducir su huella de carbono. Pero sigue siendo una interrogante si las camionetas eléctricas captarán al resto del mercado.

“La pregunta es: ¿quién es el comprador de camionetas eléctricas?”, cuestiona Michelle Krebs, analista de Cox Automotive, para quien los fabricantes continuarán produciendo camionetas con motores a combustión. Según Krebs, el mercado de camionetas EV es “inicialmente” una pequeña parte del total, por eso los fabricantes están “comenzando lento”.

Hummer, eléctrica y todoterreno

Las camionetas son un segmento importante para las gigantes automotrices de Detroit: los márgenes de ganancia se amplían a medida que los consumidores optan por llenar sus vehículos de comodidades. Este segmento representó una quinta parte del mercado estadounidense de vehículos en 2020, una cifra que se espera caiga este año debido a la escasez de semiconductores.

“Realmente (los fabricantes tradicionales) no pueden permitirse que alguien irrumpa y, dado que el mercado produce vehículos eléctricos, los deje fuera del negocio”, señala Jessica Caldwell, directora ejecutiva de Insights. Al relanzar la Hummer, detestada por los ecologistas tras su llegada al mercado en la década de 1990 como símbolo del exceso estadounidense por su alto consumo de carburante, GM quiere revertir prejuicios.

Con un precio de lista de 112.000 dólares, las primeras Hummer eléctricas duplican en valor de venta a las camionetas más vendidas actualmente, por lo que se espera que sean un producto de nicho. En lugar de sus cualidades ecológicas, el mercadeo de GM remarca su capacidad todoterreno, elegante diseño interior y tecnología de asistencia al manejo de última generación. Los responsables de la compañía anticiparon que la primera edición del vehículo está completamente vendida, aunque no revelaron el número total de pedidos.

El proteccionismo de Biden

México y Canadá acusan a Joe Biden de proteccionismo en el desarrollo de los coches eléctricos y temen que el gigantesco plan de inversiones del presidente estadounidense perjudique a su sector automotriz, un tema que seguramente planteen en la Cumbre de Líderes de América del Norte. Este jueves pasado Biden recibió en la Casa Blanca al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, conocido por sus iniciales AMLO.

El plan de medidas sociales y medioambientales de 1,75 billones de dólares (1,53 millones de euros) impulsado por Biden, que está siendo negociado en el Congreso, incluye un crédito fiscal para promover que los estadounidenses compren vehículos eléctricos “made in USA”, un incentivo muy criticado por socios comerciales de Washington.

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Este crédito de 12.500 dólares (unos 11.000 euros) para vehículos eléctricos, incluye la actual deducción fiscal de hasta 7.500 dólares más un crédito fiscal de 4.500 si el vehículo es fabricado por trabajadores que sean miembros o estén representados por un sindicato en Estados Unidos, así como 500 dólares si la batería también es de fabricación estadounidense.

Los incentivos financieros propuestos representan “una amenaza mayor que todo lo que Donald Trump nos haya impuesto”, incluidos los aranceles punitivos, afirmó recientemente Flavio Volpe, presidente de la Federación de Fabricantes de Autopartes de Canadá (APMA).

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En Norteamérica la industria automotriz es sinónimo de movimiento: para fabricar un coche, las piezas sueltas y los componentes cruzan las fronteras de México, Estados Unidos y Canadá varias veces antes de ser ensambladas en uno de estos países. Pero el gobierno de Biden quiere promover los empleos de trabajadores afiliados a sindicatos en Estados Unidos y la fabricación nacional.

El miércoles, durante una visita en Detroit a General Motors, el presidente marcó la pauta: “El futuro es eléctrico y se hará aquí, en Estados Unidos”, dijo, visiblemente entusiasmado con el Hummer eléctrico del fabricante estadounidense.

¿Medida ilegal?

México y Canadá estiman que la propuesta de crédito fiscal equivale a una medida proteccionista inaceptable e ilegal a la luz del tratado de libre comercio entre los tres países. Altos cargos canadienses y mexicanos temen que las inversiones en el sector de Canadá y México se derrumben en beneficio de Estados Unidos. Además, estiman que perjudicará a los proveedores estadounidenses de fábricas canadienses o mexicanas y afectará a las cadenas de abastecimiento.

El embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma Barragán, junto con una veintena de embajadores, envió una carta al Congreso en la que afirma que el crédito fiscal “entraría en conflicto con el objetivo de desplegar rápidamente nuevas tecnologías sostenibles” porque solo se aplicaría a dos vehículos estadounidenses de un total de más de 50 coches eléctricos disponibles actualmente.

La ministra de Comercio canadiense, Mary Ng, advirtió el 22 de octubre, en una carta al Congreso y a la representante comercial estadounidense, Katherine Tai, que la medida podría socavar el funcionamiento de la industria automotriz norteamericana.

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“Si se adoptan, estos créditos fiscales tendrían un gran impacto negativo en el futuro de la producción de vehículos eléctricos y de automóviles en Canadá, lo cual conlleva el riesgo de un perjuicio económico grave y de decenas de miles de pérdidas de empleos”, lamentó.

Según ella, “las empresas y los trabajadores estadounidenses tampoco se librarían de estos impactos”. La ministra canadiense también lo considera incompatible con las obligaciones de Estados Unidos estipuladas en el acuerdo comercial T-MEC y las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

“Soy consciente de las preocupaciones que han planteado nuestros socios comerciales, y nos preocupan”, afirmó la semana pasada Katherine Tai, pero también destacó que comparte el propósito de Biden de “dar a Estados Unidos las mejores condiciones para ser competitivo” frente a los desafíos que se avecinan.

Fuente: AFP.

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