Apenas superados los efectos de la crisis sanitaria, y en plena penuria de material electrónico, el sector automotor se reúne en el salón alemán de la movilidad IAA afrontando nuevos desafíos, mientras la variante delta amenaza la recuperación.

Para los fabricantes, privados de grandes citas internacionales por la pandemia, este salón profesional que se abrió este lunes en Múnich supondrá una gran oportunidad de reencontrarse con el público, que será acogido a partir del martes.

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El salón será más eléctrico que nunca, pues la Comisión Europea está impulsando el fin de los motores de combustión para 2035. Varios fabricantes han tomado por ello una radical pero costosa vía eléctrica. El salón IAA le dedica así buena parte a los modelos con baterías eléctricas. Volkswagen, segundo fabricante mundial y mayor grupo representado en el salón -en ausencia de Toyota- no expone ningún coche térmico.

Renault presentó este lunes su Mégane eléctrico, un deportivo compacto y conectado, que debe impulsar al grupo francés en el mercado europeo, según su director general, Luca De Meo. “Queremos demostrar con este coche que conducir un automóvil eléctrico puede ser también divertido”, aseguró.

Por su lado, Mercedes promete 660 km de autonomía para su gran sedán EQE, destinado a rivalizar con Tesla. BMW anuncia, mirando al futuro, con la vista puesta en 2040, un auto eléctrico bautizado “Circle” y 100% reciclable, realizado íntegramente con materiales reutilizados o recursos renovables

“Movilidad” y clima

En plena transición hacia las motorizaciones llamadas de “emisión cero”, el IAA ya no será solo de coches, sino que se describe como un “salón de la movilidad” y se centrará en la protección del clima. Por ello, habrá conferencias y test de conducción de todo tipo de vehículos, desde scooters hasta limusinas (eléctricas), y también se presentarán más de 70 marcas de bicicletas para intentar atraer a nuevos públicos.

Pese a todo, varios grupos de activistas por el clima, entre ellos Greenpeace, han prometido acciones de protesta durante el evento. Esta feria es el típico “greenwashing” (insincera preocupación medioambiental), condenó un representante de la asociación ecologista BUND, Jens Hilgenberg.

Por otra parte, al gran desafío de la electrificación viene a añadirse la falta de componentes electrónicos. No obstante, el año ha empezado de momento de forma positiva para los industriales del sector, que han recuperado beneficios tras un complicado año 2020 a causa del COVID-19, que provocó cierres de fábricas e históricas pérdidas financieras.

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Los 16 mayores grupos del mundo han logrado en total 71.500 millones de euros (USD 85.000 millones) de beneficio operativo en el primer semestre 2021, según análisis del gabinete EY. Pero el horizonte parece ensombrecerse ahora: la escasez de componentes electrónicos -consecuencia de la recuperación de la economía y de una gran demanda de aparatos electrónicos- genera desorden en las cadenas de suministro y lastra el mercado.

Ello ha provocado el cierre o la suspensión de fábricas o líneas de producción de grandes fabricantes. En consecuencia, los precios de venta de los vehículos nuevos aumentaron un 13,9% en agosto en Estados Unidos, una subida récord, según los analistas de JPMorgan.

“Los constructores podrían vender [...] más vehículos si no hubiera la crisis de los semiconductores”, estimó el analista alemán Ferdinand Dudenhöffer. El impacto sobre los beneficios se podría hacer sentir a principios de 2022, pues las ventas siguen aún lejos de sus niveles anteriores a la crisis. Por último, el salón IAA, un evento bianual, es uno de los principales encuentros internacionales del sector que intenta resurgir tras una decepcionante edición de 2019 en Fráncfort, la histórica ciudad anfitriona, que puso en duda su propia existencia.

Fuente: AFP.

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