Por Natalia Santos (natalia.santos@gruponacion.com.py)
Está vestido de negro impecable, calladito, con los zapatos bien lustrados (siempre le gustó mostrar sus zapatos en el escenario). Ya no está sobre esas rodillas cariñosas que lo sostenían. Tiene la mirada fija en esa caja cubierta con la bandera auriazul... tan parecida a la que a él mismo le sirve de camita.
No va pedir que le acompañemos a cantar a coro “La Pulguita”, ni va a hacer el baile del muñeco. No va a ser impertinente ni pícaro, con ese atrevimiento que generaba tantas risas.
Con su hermano Junior -más adelante, seguramente- va a seguir dando la nota divertida en los cumpleaños, en los programas de televisión. Pero todavía no.
El primo hermano de Pinocho, como solía presentarse, acompaña a Bautista Castillo Benza, su creador, su voz... Despide al hombre, al mago, al amigo, a ese Gepetto que regaló a muchos, tantos momentos de ternura.
A Cachito, el niño eterno, hoy le toca quedarse quietecito. En su silencio representa a varias generaciones. Si pudiera hablar diría “Chau, papi”. La infancia del Paraguay -a través de él- dice: “Gracias Nizugan”.
(Velan a Nizugan en el Salón Futuro (San Martín y Sucre). Mañana, desde las 07:00, la despedida se hará en el Salón Rufo Galeano del Sportivo Luqueño. A las 10:00, el responso se hará en el Santuario Virgen del Rosario. El sepelio se cumplirá en el Cementerio Futuro de Tarumandy.)