Los 214 días que estuvo secuestrado, Franz Wiebe debió soportar no solo el traumático alejamiento de su familia, sino también el duro padecimiento físico de permanecer vendado de ojos, de modo a no identificar eventualmente a sus captores o no reconocer acaso lugares en los que intentara escapar. El detalle lo mencionó Hugo Galli, administrador y hermano del propietario de la estancia Toroveve, donde la noche del sábado llegó el menonita, tras una caminata de más de 15 minutos, desde el lugar donde el autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) lo dejó libre.
El ganadero mencionó que el estado de ánimo que notó en el joven que en medio de la noche llegaba al establecimiento, en ese momento fue bueno, aunque afectado. "Eran cerca de 9:15, le vi caminando, estaba muy emocionado. Acabábamos de entrar a cenar. Mi hija dijo que alguien golpeaba la puerta y dice: es Franz Wiebe, salgo y le encuentro al muchacho, le pasé la mano, le di un abrazo y le pedí que se siente", comentó. Luego le prestó el teléfono para comunicarse con su familia.
"Llamó a su papá, me entregó una bolsa con panfletos, pero no abrí porque él no me dijo que era solo para mí (...) Estaba muy conservador, pero él es de hablar poco. Me pidió un vaso con agua, luego nos sentamos a conversar. Ahí me explicó que lo dejaron hace 15 minutos y se acercó, porque le dijeron que se acerque y la instrucciones era llamar a su papá. Le presté el teléfono, le llamamos a su papá, habló con el padre y, seguidamente, yo me reporté a la autoridades", expresó.
Con respecto a la bolsa, mencionó que se trataba de algo que no era dirigido a su persona. "Era una bolsita lacrada que yo entregué a las autoridades, el paquete no estaba dirigido a mí. Llamé a su padre y a las autoridades. Dijo que Dios le ayudó mucho para estar en las condiciones en que se encuentra. Lo primero que hicimos fue orar y él repetía que si no era por Jesús, él no estaría aquí, eso es lo que me manifestó en más de 6 oportunidades", puntualizó.
Posteriormente, se supo que el mensaje que la banda armada había encomendado a los ganaderos era entregar una vaca a comunidades indígenas vecinas al lugar donde fue liberado el adolescente. "Yo me encontré con las autoridades en un punto que habíamos fijado, de aquí a 20 kilómetros, ya en la entrada a la colonia. Lo que yo hice fue no largarle, sino entregarle a sus padres, se encontró con sus padres en la camioneta", relató Galli.