Andrew Ross Sorkin

Seth A. Klarman quizá sea el inversionista más exitoso e influyente del que nadie ha oído hablar. Sus escritos son tan codiciados y buscados por Wall Street que un ejemplar de segunda mano de un libro que él escribió hace varios decenios sobre inversiones se vende en por lo menos 795 dólares en Amazon. Y por los ejemplares nuevos se piden 3,500 dólares.

Quizá es por eso que la carta que le envió a sus inversionistas hace poco más de dos semanas sobre las inversiones durante la presidencia de Donald Trump –y en la que ofrece sus ideas sobre el estado de la industria de fondos de cobertura– se ha convertido en el material de lectura más buscado en Wall Street.

Klarman, de 59 años de edad, maneja el grupo Baupost, que administra unos 30.000 millones de dólares, siempre ha tratado de ser discreto, pero está considerado un gigante en los círculos de inversión. Se le suele comparar con Warren Buffett y la revista The Economist alguna vez lo llamó "el oráculo de Boston", donde está radicado Baupost. Y para colmo, es uno de los muy pocos administradores de fondos de cobertura que Buffett ha elogiado en público.

En su carta, Klarman establece una visión de contrapeso a la euforia que ha animado al mercado bursátil desde que Trump asumió el cargo, y habla de "evaluaciones peligrosamente altas".

"Los jubilosos inversionistas se han concentrado en los beneficios potenciales de la estimulante reducción de impuestos, sin considerar los riesgos del proteccionismo patriotero y el levantamiento de barreras comerciales", advierte.

"El presidente Trump podría contener temporalmente la oleada de automatización y globalización, persuadiendo a las empresas de que conserven los empleos en el país. Pero es probable que apoyar a empresas ineficientes y poco competitivas solo logre aplazar por un tiempo a las fuerzas del mercado", continúa el análisis. "Aunque pueden tener apoyo, la razón de que Estados Unidos haya abandonado desde hace tiempo las políticas comerciales proteccionistas es que no solo no dan resultado sino que, de hecho, dejan a la sociedad en peores condiciones".

En particular, Klarman parece creer que los inversionistas están hipnotizados por lo mucho que se habla de políticas en favor del crecimiento, sin considerar todas sus implicaciones. Por ejemplo, a él le preocupa que los esfuerzos de Trump por dar estímulos "resulten bastante inflacionarios, lo que muy probablemente escandalizaría a los inversionistas".

Y parece profundamente preocupado por la creciente deuda nacional, que él dice que podría socavar el crecimiento económico a largo plazo.

"Los recortes de impuestos de Trump podrían impulsar un déficit público considerablemente más alto", advierte Klarman. "Por ejemplo, los grandes recortes de impuestos de George W. Bush en 2001 alimentaron la desigualdad del ingreso y, al mismo tiempo, provocaron un enorme déficit del presupuesto federal. Tan solo elevar las tasas de interés inflaría el déficit federal, pues el pago de interés sobre la enorme deuda pendiente del gobierno se dispararía respecto de los niveles artificialmente bajos de ahora".

Gran parte de la ansiedad de Klarman parece provenir del estilo de liderazgo de Trump. Él lo describe de este modo: "Las tendencias erráticas y el exceso de confianza en su propia sabiduría y juicio, que ha demostrado Donald Trump a la fecha son incongruentes con un liderazgo fuerte y un proceso de toma de decisiones razonable".

También vinculó ese argumento –que es bastante justo– con lo que significa el "estilo Trump" para los lectores de Klarman y otros.

"El panorama en general para los inversionistas es este: Trump significa mucha volatilidad y los inversionistas aborrecen la volatilidad y rehúyen de la incertidumbre", escribió. "Trump no solo es sorprendentemente impredecible, sino que al parecer lo es en forma deliberada; él dice que es parte de su plan".

Aunque es claro que Klarman espera que suceda lo mejor, no deja de advertir: "Si las cosas salen mal, podríamos encontrarnos en el inicio de un largo declive de la hegemonía del dólar, de un rápido aumento en las tasas de interés y de una angustia global".

Klarman es independiente políticamente y ha contribuido con dinero a políticos de ambos partidos. Ha donado tanto a Jeb Bush, Chris Christie, Marco Rubio, John McCain y Rudolph W. Giuliani como a Hillary Clinton, Cory Booker y Mark Warner.

Aunque básicamente se ha mantenido fuera de las miradas públicas, Klarman sorprendió a sus amigos y colegas el año pasado, cuando emitió una declaración a raíz de que Trump criticara a un juez de ascendencia mexicana, diciendo que pensaba apoyar a Hillary Clinton. "Sus palabras y acciones de los últimos días son tan escandalosamente inaceptables en nuestra sociedad, diversa y democrática, que simplemente es impensable que Donald Trump pueda llegar a ser nuestro presidente".

En su carta reciente, él explica por primera vez su decisión de decir algo en público. "A pesar de que prefiero estar lejos de los medios, he llegado a la opinión de que cada quien puede ser un circunstante o un participante. Yo decidí ser participante".

Por lo que dice en la carta es difícil adivinar exactamente cómo está invirtiendo Klarman el dinero de su fondo. Su oficina no quiso hacer comentarios sobre la carta, la cual yo obtuve de una fuente. Su fondo actualmente tiene más de 30 por ciento de su capital en efectivo. Él ha perdido dinero solo en tres de los últimos 34 años.

Lo que los inversionistas dicen en público y lo que hacen en los mercados pueden ser cosas diferentes. Buffett hizo campaña en contra de Trump, pero no obstante ha invertido en el mercado desde su elección, unos 12,000 millones de dólares según una revelación reciente. George Soros, que también hizo campaña activa en contra de Trump, apostó a que el mercado bursátil se iba a venir abajo. Hasta ahora ha estado equivocado y ha perdido mil millones de dólares.

La mayoría de los fondos de cobertura han salido perdiendo en las transacciones en los últimos años, asunto que aborda Klarman en su carta. Tras señalar que las ganancias de los fondos de cobertura han estado por debajo de los índices –menciona que los fondos de cobertura ganaron solo 23 por ciento de 2010 a 2015, mientras que el índice Standard & Poor's ganó 108 por ciento–, él culpa al flujo de dinero en la industria.

"Con cualquier clase de patrimonio, cuando llega una cantidad sustancial de dinero fresco, las ganancias bajan", señala Klarman. "No sorprende, pues, que conforme llegó dinero a los fondos de cobertura, las ganancias en general se hayan estropeado".

Y agregó: "Para muchos, los fondos de cobertura han llegado a parecer un producto fallido".

El pésimo desempeño de los fondos de cobertura y la posibilidad de que se salgan del negocio o se consoliden, apunta, puede ser una oportunidad.

Quizá el argumento más característico que presenta –al menos el que los chiflados por las finanzas pueden apreciar– es lo que él dice que es la ironía de que ahora los inversionistas "están muy emocionados con fondos indizados que abrazan a los mercados y fondos cotizados en bolsa que reproducen varios índices del mercado o sectoriales".

Él señala que ve grandes problemas venir en esta área; o al menos el potencial de que se beneficien inversionistas con determinadas acciones.

"Uno de los efectos perversos del aumento de actividad de los índices y los fondos cotizados es que tienden a 'bloquear' las evaluaciones relativas de hoy entre valores", observa Klarman.

"Cuando el dinero fluye a un fondo indizado o un fondo cotizado relacionado con índices, el administrador generalmente compra valores en un índice en proporción a su actual capitalización de mercado (generalmente con la capitalización de su única emisión pública, lo que añade una interesante capa de distorsión, perjudicando a compañías con gran propiedad interna, estratégica o estatal)", señaló. "Así pues, es probable que las compañías múltiples de hoy sean también las de mañana, sin importar su mérito, con menos capital en las manos de los administradores activos para poder corregir cualquier falla en los precios".

Para Klarman, "las acciones fuera de los índices pueden quedar a la deriva, sin estar ya sujetos a la rejilla de evaluación, sino cada vez más desprendidos".

"Esto deberá darles una ventaja distintiva a los inversionistas de valor de largo plazo", escribió. "La ironía inherente de la teoría del mercado eficiente es que mientras más gente crea en ella y, correspondientemente, rehúya la administración activa, es más probable que el mercado se vuelva más ineficiente".

Una pregunta que queda sin respuesta es cómo quiere Klarman que actúen los inversionistas en tiempos de Trump. Pero he aquí una pista: al principio de la carta puso tres citas. Una de ellas, atribuida a Thomas Jefferson: "En asuntos de estilo, nada con la corriente; en cuestiones de principios, sé firme como una roca".

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