Landon Thomas Jr.
Claro, solo es un número más. Pero en una industria que vive y muere por el poder de las sumas en todas sus advocaciones (visibles e invisibles), que el promedio industrial Dow Jones haya cerrado por encima de los 20.000 puntos el 25 de enero fue motivo suficiente para darles a los más curtidos observadores de Wall Street un motivo para sonreír. El Dow terminó el día en 20,068.51.
"Me deja boquiabierto", señala Jim Paulsen, jefe de estrategias de mercado en Administración Patrimonial Wells Fargo. "Todavía me acuerdo de cuando la gente se preguntaba si alguna vez el Dow rebasaría los 1.000 puntos. Es asombroso ver esa cifra multiplicada por veinte a lo largo de mi carrera".
Y es algo muy importante, explica Paulsen, pues significa que pese a todas las preocupaciones y dudas surgidas de los colapsos del mercado en 1987, 2000 y 2008, si los inversionistas simplemente se atienen a una cartera básica de grandes acciones de empresas estadounidenses, les va a ir bastante bien.
Por supuesto, hay que aplicar las precauciones de rigor.
En términos de porcentaje, que el Dow haya pasado de 10.000 (a donde llegó en marzo de 1999) a 20.000 es menos significativo que la jornada a partir de los 1.000, a donde llegó en 1972.
También es cierto que el Dow representa solo a 30 empresas –entre ellas baluartes como Goldman Sachs, Apple y Wal-Mart– a diferencia de las 500 que componen el índice de Standard & Poor's, o las 2.000 que forman el rastreador de mercados Russell.
Y en los mercados actuales, impulsados por los fondos cotizados, en los que se utilizan índices de todo tipo para atraer a inversionistas que buscan ganancias baratas y previsibles, el Dow como índice de fondos cotizados ha sido más o menos pasado por alto, en comparación con los fondos que siguen al S&P 500 y al Russell 2000.
Después de todo, desde la perspectiva de un asesor financiero que busca la máxima diversificación para sus clientes, un fondo cotizado que sigue solo a 30 compañías no es tan atractivo como las alternativas que representa una franja más amplia de la economía.
Los fondos cotizados que siguen al índice S&P 500 y al Russell 2000 manejan 92 millones y 32 millones de acciones respectivamente.
Aun así, aunque el poder de 20,000 es más psicológico que cuantificable, eso no necesariamente mengua su fuerza, en especial hoy en día, cuando hay tantos medios que pueden pregonar ese logro.
"Creo que es significativo", afirma Ed Yardeni, veterano estratega de mercado independiente. "Sin importar la afiliación política o los miedos, ese índice es uno de los indicadores más confiables que tenemos, en términos de hacia dónde se dirige la economía."
Al igual que Paulsen, Yardeni subraya el factor de durabilidad al explicar por qué debe reconocerse la importancia de haber llegado a los 20,000 puntos.
Sus analistas rastrean lo que llaman ataques de pánico, caídas del mercado provocadas por los titulares que pueden durar días o meses. Ha habido 55 de esos arranques de venta desde el inicio del mercado alcista a principios de 2009. Y cada uno ha sido seguido por una recuperación de alivio.
Sin embargo, es precisamente eso lo que preocupa a algunos analistas del mercado.
"Tardamos 17 años en llegar aquí", precisa David Kelly, jefe de estrategia global de Administración Patrimonial JP Morgan. "Llegamos a 10,000 en una ola de entusiasmo pero tuvimos que trepar por un muro de preocupaciones para llegar a los 20,000".
Kelly lanza algunas advertencias, instando a los inversionistas a no dejarse llevar por los números.
La reciente subida post-electoral para llegar a 20,000 ha estado impulsado por lo que los inversionistas están llamando transacciones reflacionarias, esto es, le están apostando a que con el presidente Donald Trump, la economía va a beneficiarse de los recortes de impuestos que se han propuesto y por la tendencia hacia un gasto público más agresivo.
También hay que estar conscientes, agrega Kelly, de que muchos inversionistas se han abstenido de retirar su dinero durante la recuperación, en espera de los recortes a los impuestos sobre ganancias de capital. La idea es que si esperan varios meses, podrían vender sus acciones y, de paso, hacerle frente a un pago de impuestos más ligero.
Kelly también advierte que esta recuperación se ha concentrado en forma insólita en los Estados Unidos. Este será el cuarto año consecutivo que el mercado bursátil interno supere en desempeñe a los extranjeros, tanto del mundo desarrollado como del emergente.
Una racha así es efectivamente rara y pone de relieve la fuerza con que el reciente fuerte desempeño del dólar ha impulsado el del mercado.
Dándole la razón a Kelly, algunos economistas han empezado a señalar que un dólar que continuamente supera a todas las demás monedas debe ser visto como una señal de advertencia. Esto es porque las compañías y los países que han tomado muchos préstamos denominados en dólares tendrán dificultades para liquidarlos conforme se debilite su propia divisa.
Además están las pesimistas de siempre, que ven en el hecho de que el índice Dow haya llegado a los 20.000 puntos una señal de que el fin se acerca.
"El número carece de sentido; esta es la recuperación más injustificada de la historia", observa David A. Stockman, quien fuera jefe de presupuestos del presidente Ronald Reagan y se dio a conocer por rechazar públicamente el concepto de "reaganomía" a principios de los años ochenta. "El Dow no tiene nada qué hacer tan cerca de esos niveles".