La “clínica del terror” de Virginia Acosta de Araújo, en J. Augusto Saldívar, funcionó durante años sin estar habilitada por las autoridades sanitarias del país. Un enfermero y una limpiadora de la casa estarían dentro del esquema para apropiarse de niños recién nacidos. El sistema consistía en buscar mujeres vulnerables, de quienes se aprovechaban para quedarse con sus hijos.
Avelino Amarilla, enfermero que trabajó en la "clínica del terror".[/caption]

Dos de las personas que fueron vinculadas dentro de la investigación son Avelino Andrés Amarilla Torres y María Elena Candia Amarilla. Avelino Amarilla es un enfermero que figura en la carpeta fiscal de la investigación abierta por la denuncia de Lourdes Elizabeth Rolón–una de las víctimas de la clínica y que hasta ahora sigue buscando a su hijo– como el supuesto pediatra que se iba a encargar de cuidar a su pequeño bebé la noche en que ella dio a luz. Su nombre aparece dentro del expediente fiscal como la persona que se encargó de llevar al niño a otro centro asistencial.

Avelino Amarilla vive en el barrio San Blas, de Itá, y efectivamente trabaja como enfermero. La Nación llega hasta su casa para buscar su versión,pero ni bien se le dijo el motivo de la visita, Avelino se niega a hablar y se aleja del portón. Sinembargo, alcanza a decir que conocía a Virginia Acosta y que del caso podía darnos datos más precisos su abogado, un profesional que vive en San Lorenzo, pero cuyo nombre olvidó, según dice. Es su último comentario, que lo hace casi gritando, ya que ingresa a su casa sin ni siquiera despedirse.

Otra persona involucrada en la investigación judicial es María Elena Candia Amarilla,una mujer que trabajó entre cuatro a cinco años con Virginia Acosta en su clínica de J. Augusto Saldívar. María Elena se encargaba de la cocina y de la limpieza del lugar, según ella misma confirma al equipo de La Nación. María Elena vive en la compañía Paranambú, de Itá. Trabaja en un local comercial de la zona céntrica de la ciudad y cuenta que fue llamada por la Justicia para declarar en el caso de Lourdes Rolón.

"Lo que puedo decir es que nome recuerdo de Lourdes, nosé quién es. Sí puedo decir que trabajé con Ña Virginia en su casa. Me encargaba de preparar la comida", dice y agrega que estaba ajena a lo que se hacía dentro del local, porque la cocina estaba muy al fondo y alejada de donde Virginia recibía a la gente. En ese sentido, reconoce que había muchas mujeres que llegaban hasta la casa, pero dice que no sabe para qué. "No sé si eran parientes o algo así", expresa.

María Elena alega que no sabía qué tipo de tratamientos se hacían en el lugar, que ella solamente se dedicaba a cocinar para la señora Virginia y sus hijas.

María Candia Amarilla, limpiadora en la casa de Virginia.[/caption]

En el expediente, María Elena aparece como la persona que ayudaba a Virginia a llevar el hijo de Lourdes. Igualmente, en conversación con La Nación, Lourdes Rolón afirma que María Elena habría participado como ayudante durante su parto.

Una de las primeras denuncias de supuesto robo de un recién nacido que involucra a la clínica de Virginia fue realizada por Moisés Araújo, un joven de 21 años que asegura fue robado de su verdadera madre horas después de nacer en ese lugar, versión que también sostienen quienes dicen ser sus verdaderos familiares. A este caso se suma el de Lourdes Rolón, que denunció a Virginia por haberle robado a su pequeño hijo horas después de dar a luz en su clínica y que finalizó con una condena de la propia justicia, pero sin encontrar al niño hasta ahora.

El esquema

El sistema consistía en aprovecharse de mujeres vulnerables. En el caso de Lourdes Rolón, ella prácticamente estaba sola todo el tiempo que asistió a la clínica. En el caso de Elizabeth López, quien dice ser la verdadera madre de Moisés, la misma atravesaba por problemas familiares y no quería anunciar que estaba esperando otro hijo. Incluso, existen testimonios de que otras mujeres llegaban del interior del país a la Clínica para dar a luz a sus hijos y luego regresar sin ellos. Todas, de escasos recursos económicos.

Local inhabilitado

La clínica clandestina que tenía Virginia es una casa ubicada en la zona de Posta Yvyraro, J. Augusto Saldívar, sobre la Ruta 1, cerca del Km 23. Frente a la vivienda seguía instalado un cartel de farmacia y en la parte trasera otro en el que se lee el anuncio de la clínica. En setiembre del 2010, tras la denuncia de Lourdes Rolón, la Fiscalía intervino el lugar y detectó que la misma funcionaba sin ningún tipo de habilitación. Es más, Virginia Acosta ejercía como obstetra sin estar registrada ni habilitada por el Ministerio de Salud, según el acta de intervención fiscal de la época.

Apenas meses después, el 26 de febrero del 2011, a través de la Asesoría Jurídica, el Ministerio de Salud decidió clausurar definitivamente el local de Virginia. En los registros de esta cartera de Estado, el establecimiento figuraba como farmacia y como "clínica de la mujer",según los datos de esta institución y que fueron publicadas en ese entonces. A pesar de estas intervenciones, los carteles siguen en frente de la casa y de acuerdo con lo expuesto por los vecinos de la zona, el lugar sigue funcionando tranquilamente.

Frente a la casa también aparece un letrero que anuncia el funcionamiento de una santería esotérica, donde se hace lectura de cartas del tarot, lectura de manos y hasta cursos de alta magia. Esta parte está a cargo de Silvia Araújo (40), la hija de Virginia. Para Silvia, todo lo que se denunció es una mentira y forma parte de un plan de la familia de Lourdes por hacerle daño a su familia. Silvia dice que ellos apelarán la condena impuesta a su madre porque la consideran injusta y que no existe ninguna prueba de que en la clínica se haya realizado algún parto o que se haya robado algún niño.

En el marco de la investigación de la denuncia realizada por Lourdes Rolón, la comitiva fiscal encabezada por la agente María Genoveva Figueredo visitó a Virginia Acosta para determinar su situación de salud, tanto física como mental. Como se la veía muy mal, postrada en la cama y con signos evidentes de abandono, la Justicia ordenó conformar una junta médica para determinar también la situación mental de Virginia. El informe final fue rotundo; la mujer sufre a estas alturas de trastornos mentales irreversibles, por lo que no está capacitada para asistir y entender un juicio oral. Igual, Virginia Acosta de Araújo fue condenada a seis años de reclusión como medida de seguridad.

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