- Por Clari Arias
- @clariarias
Como en un cuento circular y repetitivo, en cada quinquenio de poder se instala el desgastado debate sobre la reelección del presidente y –por ende– de los gobernadores. Lejos de las ambiciones y necesidades perentorias del pueblo, nuestros líderes políticos se enfrascan en una lucha verbal que suele terminar en la nada, hasta ahora.
El actual gobierno, como todos los anteriores (a excepciones de Rodríguez y Cubas) ha decidido llevar adelante la idea de la enmienda constitucional en busca de la reelección de Horacio Cartes. Desde el punto de vista de la necesidad coyuntural del oficialismo colorado (ante la falta de un candidato emergente), la solicitud es legítima y es un derecho político diáfano que puede obtener –o no– el favor del pueblo. Desde el punto de vista legal, y en específico constitucional, es una idea temeraria para algunas de las mentes brillantes que debatieron en aquella asamblea del 92 y que plasmaron la idea de un Paraguay mejor en una Carta Magna que no dejó posibilidad alguna para la instalación de otra dictadura.
Hoy, con la tranquilidad que brinda la distancia del tiempo, vemos en nuestra Constitución muchos textos dubitativos que permiten "interpretaciones" graciosas y a veces hasta groseras, así como omisiones insoslayables que han atentado contra una mejor calidad de vida de todos nosotros. Pero también están los artículos que han sido escritos con una claridad absoluta, y que sin embargo son "interpretados" de otra manera por los llamados "constitucionalistas", que a falta de alguna actividad que los entretenga, se dedican a interpretar lo que ellos sutilmente llaman el espíritu de la Constitución. Es decir, lo que está escrito en nuestra Carta Magna necesita de la interpretación esotérica de los que la redactaron, al punto que inventaron una farsa total a la que le dieron el pomposo nombre de Certeza Constitucional.
- Desde el punto de vista de la necesidad coyuntural del oficialismo colorado (ante la falta de un candidato emergente), la solicitud es legítima y es un derecho político diáfano que puede obtener o no el favor del pueblo.
- Lo que está escrito en nuestra Carta Magna necesita de la interpretación esotérica de los que la redactaron, al punto que inventaron una farsa total a la que le dieron el pomposo nombre de Certeza Constitucional.
Uno de esos artículos que tiene la claridad del sol es el 290, que versa sobre la enmienda y su mecanismo, además de las negaciones al procedimiento. Estoy ciento por ciento convencido de que la enmienda sí es legítima para incluir la reelección presidencial y de gobernadores en la Constitución, porque ese procedimiento solo está negado a "aquellas disposiciones que afecten el modo de elección, la composición, la duración de los mandatos o las atribuciones de cualquiera de los poderes del Estado". Desde la lectura semántica, la palabra de la que se cuelgan los esotéricos del '92 es "modo", y para lástima de ellos, el diccionario se encarga de sepultar sus interpretaciones tarotistas: "procedimiento o conjunto de procedimientos para realizar una acción".
Es también en el artículo 290 de nuestra Constitución en donde se encuentra la piedra biliar de los que nos gobiernan y pretenden la enmienda para incluir la reelección. En un párrafo del mismo se aclara que "si en cualquiera de las cámaras no se reuniese la mayoría necesaria para su aprobación, se tendrá por rechazada la enmienda, no pudiendo volver a presentarla dentro del término de un año". Este conjunto de palabras es la única fortaleza de los que se hacen llamar opositores/disidentes en el Senado, porque de manera sorpresiva conformaron un bloque mayoritario y trataron –el 25 de agosto próximo pasado– el proyecto de enmienda y lo condenaron a 365 días de reclusión en el archivo.
Volver a tratar un proyecto de enmienda de los artículos 229 (mandato del Presidente) y 161 (mandato de los gobernadores) solo será posible a partir del sábado 26 de agosto del año 2017. Si algún legislador propusiera hacerlo antes de esa fecha, será un violador de la sagrada Constitución; abrirá una caja de Pandora nunca antes descubierta en nuestro país. Y eso podría significar el final de nuestros días de republicanismo.