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Durante gran parte del 2016, las cosas parecían estar bien en los mercados emergentes. Un repunte en los precios de las materias primas indicó que la economía global (y en particular la de China) era más robusta de lo que se temía al comenzar el año. En el sector manufacturero, el nivel promedio del índice de compras de gerentes en los países en desarrollo se incrementó de 49, al comienzo del año (indicando contracción), a 51 (expansión) en octubre, según Goldman Sachs.

Los signos de estabilidad podrían identificarse incluso en las economías que más preocupaban a los inversores en los últimos años, los llamados "cinco frágiles": Brasil, India, Indonesia, Sudáfrica y Turquía. Todos habían visto disminuir sus déficits por cuenta corriente en los últimos tres años, haciéndolos menos dependientes de las entradas de capital extranjeras.

La confianza en los mercados emergentes también se ha reactivado entre los inversores internacionales. Antes de las elecciones presidenciales norteamericanas, tanto el índice MSCI emergente del mercado de valores, como el índice de bonos del mercado emergente de JP Morgan, habían superado a sus equivalentes en el mundo desarrollado este año.

Pero la victoria del presidente electo Donald Trump parece, al menos temporalmente, haber cambiado las posturas.

El 11 de noviembre, las monedas de los mercados emergentes sufrieron su segunda mayor venta diaria en los últimos cinco años, cayendo un 1,7% frente al dólar. Los bonos en dólares de los gobiernos de los países en desarrollo cayeron más del 6% en los cuatro días hábiles después de la elección, mientras que sus bonos en moneda local (exponiendo a los inversionistas extranjeros al riesgo de una depreciación) cayeron un 7,4%. Y el índice MSCI de acciones de mercados emergentes cayó un 7% en términos de dólares.

El Instituto de Finanzas Internacionales, un grupo de comercio, informa que los extranjeros han sacado unos US$ 7 mil millones de los mercados emergentes desde las elecciones. El episodio ha sido bautizado como "el berrinche de Trump" en homenaje al similar "berrinche de la reducción" del 2013, cuando la Reserva Federal señaló que reduciría el ritmo de su programa de compra de bonos, conocido como flexibilización cuantitativa.

Algunos de los movimientos del mercado dicen más sobre Estados Unidos que sobre los fundamentos de los mercados emergentes. La victoria de Trump ha llevado a las expectativas de que los republicanos, que controlan tanto el poder ejecutivo como el legislativo, impulsarán recortes de impuestos, mayores gastos en infraestructura y defensa y reglas diseñadas para alentar a las multinacionales a repatriar las ganancias en el extranjero.

Ese programa es probable que conduzca a mayores déficits presupuestarios, mayores rendimientos de los bonos del Tesoro y a un dólar más fuerte, especialmente si la Reserva Federal responde al estímulo fiscal aumentando las tasas de interés. Estos movimientos tendrían un efecto colateral en los mercados emergentes; sus monedas caerían a medida que el dólar iría subiendo, mientras que los rendimientos de los bonos aumentarán (y los precios caerán) alineados con el mercado de bonos del Tesoro.

Un nuevo documento de Hyun Song Shin, del Bank for International Settlements, sugiere que un dólar más fuerte puede tener importantes efectos financieros, así como efectos en el comercio en los mercados emergentes.

Muchas compañías han prestado en dólares, por lo que el costo a pagar de su deuda aumenta cuando el dólar gana terreno contra sus monedas nacionales. Gran parte de este endeudamiento se realiza a través del sistema bancario, dejando a los bancos expuestos al riesgo de un dólar en aumento.

En consecuencia, Shin encuentra que "la apreciación del dólar está asociada con una desaceleración de los préstamos transfronterizos en dólares", es decir, un endurecimiento de las condiciones crediticias en los mercados emergentes. El dólar puede ser un mejor indicador del apetito de riesgo que el índice VIX de la volatilidad del capital, argumenta el documento.

Pero los inversionistas también están preocupados porque la elección de Trump señala un punto de inflexión en la globalización. Durante la campaña, prometió renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, declarar a China un manipulador de moneda e imponer tarifas proteccionistas.

Todavía no está claro cuántas de estas propuestas Trump intentará (o será capaz) de implementar. Para utilizar una analogía con el Brexit, la perspectiva para los mercados emergentes puede depender de si el nuevo gobierno trae a un "Trump suave" o a un "Trump duro". Si el principal impacto económico de Trump viene en forma de un estímulo fiscal, el resultado podría ser un impulso para el crecimiento global, así como para el crecimiento estadounidense.

Eso sería bueno para las exportaciones de los mercados emergentes, que han sido lentas. Ellas cayeron un 3,5% en el año, hasta septiembre, en términos de dólares, de acuerdo con Capital Economics, mientras que en términos de volumen no hubo cambios. Los precios de los metales industriales, especialmente sensibles a las perspectivas económicas, saltaron desde el resultado de las elecciones.

Pero si el principal objetivo de la presidencia de Trump es el proteccionismo comercial, los mercados emergentes estarán expuestos al sufrimiento. El instituto económico German IFO estima que, en una guerra comercial, el producto interno bruto de México podría encogerse entre 3,7% y 5%, por ejemplo. Eso explica por qué el peso mexicano ha sido la moneda más golpeada por la elección de Trump.

Es posible que la agenda de Trump procure aplicar ambos elementos. Un estímulo fiscal absorbería las importaciones y, por lo tanto, aumentaría el déficit comercial. Un dólar fuerte tendría el mismo efecto, al hacer las importaciones más baratas y los exportadores estadounidenses menos competitivos.

Desde Trump ha prometido eliminar el déficit, esto podría causar una sacudida al proteccionismo en una etapa posterior de su mandato. El otro aspecto desconocido es la política de seguridad; una retirada de los compromisos de defensa de Estados Unidos haría que los inversores se asustaran y redujeran su exposición a los mercados emergentes.

La volatilidad es normal en los mercados emergentes. Los inversores se sienten atraídos por las perspectivas de crecimiento económico rápido y las posibilidades de reforma estructural en los buenos tiempos, pero luego se asustan y retiran su capital cuando las cosas se ponen difíciles. La elección de Trump solo añade otra pizca de incertidumbre al panorama.

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