Por Antonio López

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Dos menores, presuntos motochorros de 14 años, fueron asesinados en la zona de Pedro Juan Caballero, departamento del Amambay, y al costado de los cuerpos acribillados se halló una nota de un grupo autodenominado "Justicieros de frontera", donde advertían "Esto es solo un aviso, para los que sacan la paz de la ciudadanía". Esta información fue difundida ayer y el hecho se registró el último fin de semana.

La noticia golpea; y golpea primero por la edad de las víctimas fatales y en segundo lugar, aunque no menos importante, por el hecho de la "justicia por mano propia" que se está tomando este grupo, situación que las autoridades encargadas de la seguridad del país deberán necesariamente parar a tiempo si se pretende que no llegue a límites insostenibles.

Es cierto, la ola de inseguridad fue creciendo y la ciudadanía en muchos casos ya reclamó que se siente desprotegida por la Policía Nacional, institución que, por qué negarlo, en los últimos tiempos demostró cierta falencia, cierta fragilidad en su estructura, donde la corrupción llegó a penetrar.

Y es por eso que el sangriento hecho de Pedro Juan Caballero debe ser un verdadero llamado de atención a las autoridades puesto que así como se va encaminando la cuestión, la misma podría agravarse, más teniendo en cuenta que días antes, solo días, se habría dado ya el primer ataque de este grupo donde resultaron gravemente heridos a tiros tres jóvenes que no sobrepasaban los 24 años.

Es fundamental tener más efectivos en las calles, antes que la propia ciudadanía llegue a armarse para defender tanto sus vida como sus bienes.

El país en este momento necesita de una tranquilidad a nivel interior, tranquilidad que está siendo golpeada por los delincuentes. Pero claro, si a eso se suma el peligroso juego de la "justicia por mano propia", la situación ya sería otra, y no precisamente en beneficio de la ciudadanía.

Si bien, personalmente estoy en contra de las tareas que "cumplen" las Fuerzas Armadas, este debe ser el momento en que también los militares salgan a las calles a dar apoyo a "sus eternos enemigos", las fuerzas policiales, para de esa forma combatir con mas fuerza la inseguridad y la delincuencia. Es fundamental tener más efectivos en las calles, antes que la propia ciudadanía llegue a armarse para defender tanto su vida como sus bienes.

El peligro en Paraguay no pasa por conflictos internacionales, más bien pasa por una inseguridad interna, donde además del alarmante aumento de motochorros se debe necesariamente sumar el tema del alto consumo de drogas, aunque las dos cosas van fuertemente unidas. Es decir, hay que combatir en forma paralela y con determinación ambas cuestiones.

En cuanto a los "justicieros de frontera" el tema es muy delicado por lo que las autoridades lo deben tomar con mucha seriedad si se pretende poner fin a sus actividades.

Lo más complicado es que esta situación se está dando en una zona de frontera donde la seguridad es difícil, ya que la incursión de grupos delictivos brasileños es una constante, además del peligro que dichas incursiones significa para la ciudadanía toda. No se puede negar que combatir eso no sería nada sencillo, sino muy por el contrario, pero alguna vez habría que hacer, o esta vez los "justicieros de frontera" podrían ganar la batalla, y eso es algo no recomendable.

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