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Si las encuestas de opinión mantienen las tendencias actuales, los ruidos de la persecución de Donald Trump llegarán cada vez más débilmente a los oídos de Hillary Clinton a medida que ella ingrese a la recta final de una larga y peleada carrera por la Casa Blanca. Sin embargo, incluso si el candidato republicano sigue tambaleándose, una última preocupación atormenta a los demócratas: que Clinton, una candidata poco inspiradora que arrastra décadas de antecedentes políticos, de alguna manera todavía pueda desacelerarse y hasta perder todo solo por ella misma.

Estas preocupaciones no han sido facilitadas para nada debido a un esfuerzo continuo y sin remordimientos de Wikileaks, un centro online de intercambio de información hackeada y filtrada, que agrega nuevas cargas al equipaje de la candidata demócrata.

Solo en los últimos días, Wikileaks publicó miles de correos electrónicos que parecen haber sido obtenidos de la cuenta de Gmail de John Podesta, jefe de la campaña presidencial de Clinton y ex colaborador cercano del presidente Barack Obama. Aunque Podesta no confirmó la autenticidad de esos documentos, dijo a la prensa a bordo de un avión de campaña que "no se siente nada bien" tener 10 años de mensajes de correo electrónico siendo arrojados al dominio público.

La información robada incluye extractos políticamente llamativos de discursos pagados dados por Clinton para los bancos de Wall Street y otras organizaciones de abultada billetera. Y son discursos que ella se negó firmemente a hacerlos públicos durante la primaria presidencial contra su retador de izquierda populista, el senador Bernie Sanders (Demócrata, Vermont). Sus ansias de secretismo se explican por los extractos de esos discursos, que son resaltados por la revisión durante la campaña interna de líneas políticas y que podrían hacer enojar a los demócratas. Los extractos incluyen elogios hacia el libre comercio, incluyendo el sueño de Clinton de un mercado común en todo el hemisferio occidental con el "libre comercio y la apertura de fronteras". En otro discurso, Clinton consideró el impropio asunto de la elaboración de leyes, citando la disposición del presidente Abraham Lincoln de tener "una posición pública y otra privada" sobre temas sensibles.

Los correos robados también revelan discusiones acerca de cómo minimizar la publicidad negativa en torno al uso de Clinton de un servidor de correo electrónico privado para enviar y recibir información secreta del gobierno y las discusiones internas sobre cómo manejar a grandes demócratas delicados, incluyendo a la Casa Blanca de Obama, así como la inutilidad de diversos reporteros y cómo aligerar posiciones políticas moderadas que podrían desagradar a activistas izquierdistas del partido. Ellos incluyen disputas entre los miembros del círculo interno de Clinton, como cuando Chelsea Clinton plantea "serias preocupaciones" sobre la percepción de que una empresa de consultoría estaba sacando provecho de su acceso a su padre, el ex presidente Bill Clinton, borrando los límites entre las empresas, el gobierno y el brazo caritativo de la familia, la Fundación Clinton.

No obstante, todo esto solo da la impresión de operadores políticos que hacen lo que se podría esperar: están siendo políticos. Hasta la fecha, las revelaciones se acercan más a los chismes que a la "sorpresa de octubre", al final de la campaña, que los enemigos de Clinton están esperando.

De manera predecible, en esta época de profundas divisiones políticas, el contenido real de los correos electrónicos hackeados está siendo eclipsado por disputas partidistas sobre los motivos de los que los robaron y los hicieron públicos, así como sobre la honestidad de las organizaciones de noticias seleccionándolos y evaluando su importancia.

En julio, Wikileaks publicó casi 20.000 mensajes de correo electrónico de las cuentas de los funcionarios del Comité Nacional Demócrata (DNC), lo que demuestra que la sede del partido supuestamente neutral estaba a favor de Clinton para vencer a Sanders, una revelación no muy sorprendente que llevó a la renuncia del presidente del DNC, Debbie Wasserman Schultz.

Los piratas informáticos vinculados a los servicios de inteligencia rusos rápidamente fueron acusados de participar en el hackeo. El 7 de octubre, el Departamento de Seguridad Nacional y el director nacional de Inteligencia, James Clapper, emitieron un interesante comunicado declarando su confianza en que el gobierno ruso dirigió "la puesta en riesgo de mensajes de correo electrónico" de personas y organizaciones políticas con el fin de "interferir en el proceso electoral en Estados Unidos".

Trump presionó con dichos hallazgos, incluyéndolos en su más reciente debate televisivo con Clinton, cuando dijo que ella "no sabía si los rusos hicieron el hackeo" y especuló, "tal vez no hubo hackeo".

Podesta, en su conferencia de prensa en el avión de campaña, dos días después del debate, señaló que el FBI está investigando un "hackeo criminal" de su cuenta de correo electrónico.

"La interferencia de Rusia en esta elección y, al parecer, a favor de Trump es de suma preocupación para todos los estadounidenses", manifestó Podesta, "sea usted un demócrata, republicano o independiente".

Esa visión de consenso multipartidista es insignificantemente optimista.

En un acto de campaña en Florida, Trump denunció el sueño filtrado de Clinton de un mercado común de las Américas, declarando: "Los soldados estadounidenses han luchado y muerto para ganar y mantener la libertad de los Estados Unidos y ahora Hillary Clinton quiere que esa libertad se rinda a las fronteras abiertas, a un comercio abierto y a un gobierno mundial".

Subiendo de tono su tema, aseguró que los correos electrónicos filtrados confirman que Clinton es el "navío" de un "cartel criminal del gobierno [que] no reconoce fronteras, pero cree en el gobierno global, la inmigración ilimitada y el dominio de las corporaciones".

Más tarde, en un tuit, enojado, el candidato republicano acusó a los medios de noticias de enterrar la historia, refunfuñando: "Muy poca difusión por parte de los medios de comunicación deshonestos de la increíble información proporcionada por Wikileaks. ¡Tan deshonesto! ¡Sistema amañado!".

Para simplificar, Trump tiene dos objetivos principales en estas últimas semanas. En primer lugar, recuperar a votantes descontentos que votaron por los republicanos en elecciones presidenciales anteriores, pero que lo detestan a él, un grupo que incluye sobre todo a mujeres blancas, educadas de los suburbios. En segundo lugar, debilitar el apoyo a Clinton entre los demócratas y los votantes indecisos.

La retórica de Trump sobre el robo de correos le puede ayudar con la segunda tarea, pero no hace casi nada para ayudar con la primera. De ahí la rabia de Trump.

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