Por Jaime Egüez, Socio del Club de Ejecutivos
El proceso de recuperar nuestro país para los paraguayos, que está en manos de la impunidad y la insolencia hacia las instituciones, es hoy una responsabilidad general. Es hora de reflexionar qué debemos hacer para revertir este terrible mal que ha matado sociedades enteras hundiendo a países en el caos institucional.
Entendamos que la impunidad es un efecto de la ausencia de la ejecución real de un "orden". Orden que debe ser generado por una institución y su reglamentación. La pregunta es: ¿nuestro país carece de instituciones? La respuesta inmediata es: existen, aunque no funcionan pese a estar reglamentadas a través de leyes y decretos. La segunda pregunta sería: ¿existen mecanismos para hacer cumplir estas leyes, decretos? Y la segunda respuesta es: existen estas instituciones, pero con una falta de infraestructura humana y estructural.
Entonces, por qué tantas personas no cumplen las leyes, los reglamentos y permanentemente violan legislaciones, ordenanzas municipales, normas internas en empresas, reglas éticas, y sin ningún tipo de rubor aceptan que lo han hecho por un beneficio "individual del momento". Y ahí se me iluminó el camino hacia una posible mejora en nuestra sociedad. Estamos luchando una batalla sin conocer el motivo real que genera la sistemática corrupción que empuja una industria de la impunidad en el Paraguay.
El motivo al cual hay que atacar se denomina el "beneficio individual" que en cada violación se impone sobre la ley o el reglamento, perjudicando el interés colectivo por el beneficio personal. Esto se puede comprobar en el día a día en las calles, pruebas abundan cotidianamente.
En una sociedad si dejamos que el individuo solo busque su propio beneficio en una comunidad, tarde o temprano tendremos un escenario de abusos y violaciones, todas justificadas por una romántica y bien argumentada razón individual, sin importar el daño a otros ciudadanos.
Y si aún no fuese esto suficiente, más de uno en especial, si no tuvieron en su enseñanza la "Educación Cívica", al ser increpados por terceros se enojan y amenazan a ver si alguien se atreve hacerle perder su privilegio de individuos sobre la comunidad, lo que en realidad se traduce en individuos sobre la ley.
Sería un error pensar que esto solo lo hacen los económicamente poderosos, porque en realidad este tipo de conductas es una fruta prohibida que gustan de probar y saborear todos los seres humanos, tengan dinero o no. Esta fruta viene de una semilla que se llama soberbia y está plantada en cada uno de nosotros. ¿Entonces qué hacemos? Evidentemente que el proceso de cambio viene por dos acciones, ambas con su cuota de poder y de impacto.
La primera acción es tener todos como individuos una actitud frontal y decisiva de enfrentar cualquier violación a la ley, reglamentación y norma colectiva, "con firmeza y con consistencia". Si debo reclamarle a una persona que va de contramano, estaciona mal, tira una bolsa a la calle debo hacerlo. Y hacerlo todos los días. Estas acciones continuas por miles de ciudadanos harán al final el cambio más radical, puesto que el permanente escrache público provoca un cambio.
La segunda acción es que las instituciones tengan sistemas automatizados de sanción pecuniaria contra cualquier violación, en forma sostenida y permanente. Hoy no se puede negar que el trabajo de años de la SET, para conseguir la sanción pecuniaria por el incumplimiento tributario, haya surtido efecto y que se vaya ampliando efectivamente a medida que el sistema se perfecciona. Nadie ya puede estar seguro de ser impune fiscalmente. Tarde o temprano la guillotina va a cortar su cuello. Las instituciones deben funcionar en su rol de entes sancionadores de faltas y violaciones. Por lo tanto, el país debe volver a ser de los paraguayos que quieren que esta nación crezca y sea siempre un buen lugar para vivir y tener futuro.