Río de Janeiro, Brasil | AFP, por Pablo SAN ROMAN.
El atletismo de los Juegos de Río-2016 bajó el telón y de nuevo, por tercera vez consecutiva, la estrella fue Usain Bolt. En su despedida olímpica, el jamaicano logró lo que ha sido bautizado como el 'triple-triple', los tres oros de la velocidad en tres Juegos Olímpicos consecutivos.
En Río lo hizo sin que la llama olímpica estuviera en el Estadio, el Engenhao, que albergó las pruebas de atletismo, ya que los organizadores decidieron que el fuego estuviera ardiendo en el centro de la ciudad.
De este modo, los éxitos de Bolt no estuvieron iluminados por la llama olímpica, como ocurrió cuando ganó el oro en 100, 200 y 4x100 metros en los Juegos de Pekín-2008 y Londres-2012.
"Ya no necesito probar nada más. ¿Qué más puedo probar? Soy el más grande", señaló Bolt cuando ganó su segundo oro en Rio, en 200 metros, recordando al exboxeador Mohamed Alí, fallecido este año.
"Estoy tratando de ser uno de los más grandes (de la historia del deporte). Quiero estar entre Mohamed Alí y Pelé. Espero que tras estos Juegos esté en ese grupo", afirmó.
Bolt no necesitaba ganar los tres oros que consiguió en Rio-2016, pero un nuevo triplete reforzó su lugar en la historia del olimpismo.
"Alguien dijo el año pasado que si lograba un nuevo triplete en Rio-2016, me convertiría en inmortal", afirmó Bolt durante los Juegos.
Inmortal, eterno, leyenda, los calificativos se agotaron para describir las hazañas de Usain Bolt.
En su despedida olímpica, ya que en Tokio-2020 tendría 34 años, fue el gran triunfador una vez más, estando en una escala inferior Mo Farah, con su segundo doblete en unos Juegos en las pruebas de 5.000 y 10.000 metros, y la jamaicana Elaine Thompson, la reina de la velocidad con los oros en 100 y 200 metros.
Junto a ellos tres, la estadounidense Allyson Felix también ganó más de un oro, al estar en el cuarteto vencedor norteamericano de los relevos 4x100 y 4x400 metros.
Eso le sirvió para tener seis oros olímpicos en su carrera y convertirse en la atleta femenina con más títulos de todos los tiempos.
Abundaron las estrellas y la emoción pero fallaron las marcas, en general muy discretas, aunque se batieran tres récords del mundo, destacando el que batió el sudafricano Wayde Van Niekerk en los 400 metros (43.03).
Van Niekerk superó el récord que el estadounidense Michael Johnson poseía desde hace 17 años (43.18).
La joven etíope Almaz Ayana, de 24 años, marcó un tiempo estratosférico en los 10.000 metros (29:17.45), mejorando en más de 14 segundos el registro de la china Wang Junxia (29:31.78), que se había mantenido durante 23 años.
El otro récord del mundo lo consiguió la polaca Anita Wlodarczyk, que ganó el oro de lanzamiento de martillo, con una marca de 82,29 metros, mejorando su anterior registro de 81,08, que estaba desde el 1 de agosto de 2015.
El atletismo latinoamericano, pese a los oros logrados por la colombiana Caterine Ibargüen en triple salto y el especialista de garrocha Thiago Braz, obtuvo su peor cosecha de medallas desde Seúl-1988, con cinco en total.
Estados Unidos, con un total de 32 medallas, trece de ellas de oro, fue el gran triunfador de atletismo en los Juegos, seguido de Kenia, que logró el primer doblete en hombres y mujeres de maratón, con trece podios, seis de ellas de oro.
Jamaica, tercera en el medallero, con once preseas, también cosechó seis oros por medio de Usain Bot, con tres, Elaine Thompson, con dos, y Omar McLeod, que ganó en 110 metros vallas.
Por primera vez no estaba Rusia en el medallero, debido a la sanción al atletismo de ese país, por las acusaciones contra él por dopaje de Estado.
Solo una representante rusa, Darya Klishina, novena en salto largo, pudo competir en Rio-2016, ya que la IAAF la permitió participar al vivir en Estados Unidos.
En Tokio-2020 volverán probablemente los representantes rusos, pero no estará Bolt. Y se lo extrañará.