El cementerio de la Recoleta es uno de los más emblemáticos sitios de Asunción, más aún porque se constituye en la última morada de importantes personalidades que construyeron parte de la historia del Paraguay.
Este camposanto se caracteriza por la considerable riqueza arquitectónica, ya que en su interior se encuentra una variedad de estilos en la construcción de los panteones, que va desde el gótico más imponente hasta un clásico sencillo. Los estilos van acompañados de monumentales esculturas de piedra, metal o bronce que hacen de este lugar un verdadero sitio histórico.
No obstante, la riqueza arquitectónica que se impone en muchos de los pasillos del cementerio contrasta con la dejadez que se nota en los vidrios rotos, cruces tiradas por el piso, esculturas mutiladas, panteones rajados y tumbas abiertas.
Muchos de los mausoleos fueron ganados por las plantas que se enraízan en la estructura, dejando los monumentos rajados, que con el tiempo cedieron por el deterioro y los ataúdes a la intemperie.
Asimismo, gran parte de las tumbas no solo fue profanada y los féretros rotos, sino además en muchas de las criptas se pueden ver los esqueletos que están a vista de quienes pasan por el lugar. Con este panorama, sumado a las escasas visitas que reciben los muertos, se muestra un ambiente aún más tétrico y abandonado.
FILTRADO
A todo esto se suman las prácticas habituales de filtrado de los ataúdes en el camposanto que son desconocidas por la mayoría de los visitantes, lo que en un ambiente como el arriba descripto lo vuelve un sitio inclusive más lúgubre.
La dejadez que se ve en los panteones no es exclusividad de los mausoleos construidos por el municipio, ya que los sepulcros particulares, de uno, dos o más compartimientos, también corren la misma suerte, talvez porque ya no existen familiares que puedan visitar o cuidar de la última morada de sus ancestros.