Una de las noticias que despertó más comentarios positivos de todo tipo de lectores ayer fue la que reflejaba historias de jóvenes paraguayos que han sido beneficiados con becas de posgrado y formación en prestigiosas universidades del mundo.

Los jóvenes beneficiarios mostraron todo el entusiasmo y la alegría por la oportunidad que se les brinda, y asumen el desafío con la fuerza propia de sus anhelos y la mente puesta en mejorar su propia formación y, a su regreso, contribuir al crecimiento del país en sus diferentes áreas.

Esa oportunidad ya ha beneficiado a unos 650 jóvenes en su poco tiempo de vigencia a través del Programa Becal, que lleva el nombre de don Carlos Antonio López, primer presidente constitucional del país, quien en el siglo XIX ya percibió la necesidad de la formación superior de los jóvenes como la mejor manera de asegurar el futuro y progreso del país y envió a los más brillantes a estudiar y prepararse en el extranjero.

El Programa Nacional de Becas de hoy muestra una realidad que promete un enorme beneficio para los jóvenes que las usufructúan, pero también para el país que, al regreso desde el extranjero de los mismos, recibirá el resultado de esa formación en diferentes áreas técnicas y científicas o de investigación.

Sorprende gratamente ver a jóvenes tan preocupados en el presente y futuro del Paraguay que están dispuestos a acudir a países distantes para formarse adecuadamente en las disciplinas más diversas, para luego devolver a su tierra, esos conocimientos adquiridos en proyectos y planes que contribuyan al crecimiento del país y, sobre todo, a mejorar la calidad de vida de todos los paraguayos.

La educación como generadora de riqueza es un seguro que los países como el nuestro deben estar dispuestos a priorizar, si queremos avanzar hacia el futuro.

Estos jóvenes que buscan el progreso a través del estudio y el perfeccionamiento son parte de un cambio al que debemos estar atentos y apoyar desde la sociedad. Un cambio en la mentalidad que se aferra a la idea de que el estudio y la capacitación no son necesarios para obtener riquezas, cuando la realidad, en el mundo entero, es muy diferentes.

Ejemplos sobran en el mundo, de países considerados hasta hace poco como "pequeños" y "pobres" que se han convertido en potencias y ejemplo de crecimiento armónico, gracias a la tecnología, la ciencia y la profundización de los estudios.

La educación como generadora de riqueza es un seguro que los países como el nuestro deben estar dispuestos a priorizar, si queremos avanzar hacia el futuro.

Por eso es que se debe seguir con los programas de becas de estudios y formación al alcance de todos los jóvenes paraguayos, sin ningún tipo de exclusiones, para que en un futuro inmediato y también en las próximas décadas podamos ver el resultado de esa experiencia positiva.

Y no solo ver, sino percibir esos beneficios que aportará la formación superior de nuestros jóvenes en las mejores universidades del mundo, no solo en los claustros o en los laboratorios, sino reflejado en la vida cotidiana de toda la ciudadanía.

Estos beneficios se verán indudablemente en la aplicación de planes y proyectos en salud, trabajo, ciencia y aprovechamiento de la tecnología en todas las áreas de desarrollo.

Por eso es importante que se persista en el apoyo al programa de becas como una de las formas más seguras de aportar en la construcción de una nueva imagen de país, en el que la capacidad, el talento y la formación sean los méritos principales a ser tenidos en cuenta para cualquier proyecto a futuro.

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