Nathaniel Popper y Michael Corkery

Todos menos uno de los bancos más grandes de Estados Unidos obtuvieron una calificación aprobatoria incondicional de los reguladores federales en sus pruebas anuales de estrés, que miden su preparación para capotear una crisis financiera.

El único establecimiento estadounidense que no pasó incondicionalmente fue Morgan Stanley, banco de Wall Street que ha estado batallando para recuperarse después de la crisis financiera del 2008. Los reguladores manifestaron sus inquietudes por los controles y procesos internos de la compañía.

La Reserva Federal les dio calificación reprobatoria también a las subsidiarias estadounidenses de dos bancos europeos, Deutsche Bank y Santander, que también fallaron en años anteriores.

Las pruebas de estrés de los bancos –que miden si los bancos tienen el capital y la liquidez, los controles administrativos y otras salvaguardas necesarias para sobrevivir diversas situaciones en las peores condiciones– son obligatorias para todos los bancos con más de 50.000 millones de dólares en bienes desde la promulgación de la ley Dodd-Frank, que entró en vigor en el 2010.

La calificación aprobatoria significa que todos los grandes bancos –incluso Morgan Stanley– podrán pagar dividendos y recomprar sus acciones de los accionistas.

Los resultados, anunciados por la Reserva Federal el 29 de junio, son la segunda parte de las pruebas anuales de estrés, que obligan a cada establecimiento a recrear una simulación de cómo se las arreglaría en diversas condiciones catastróficas.

Un funcionario de la Reserva declaró que, aun con las inquietudes que se plantearon, los resultados de las pruebas de estrés apuntan a que los bancos podrían resistir un evento como la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea.

Desde la crisis financiera, los bancos han estado obligados a establecer grandes barreras de capital que les amortigüen las pérdidas causadas por una recesión o un choque de los mercados. Si bien el sistema financiero no ha vuelto a vivir ningún problema parecido a las pérdidas hipotecarias del 2008, los bancos han podido resistir problemas más recientes como la aguda caída de los precios del petróleo y la confusión en Europa.

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