Cada vez sucede con más frecuencia y ante cada nuevo anuncio, el horizonte parece estar cada vez más lejos. La manipulación genética del ADN acaba de empezar a escribir un nuevo capítulo y para la comunidad científica se trata de un período bisagra en el campo de la biotecnología. Algunos la llaman "la máquina de los genes", otros se animan a catalogarlo como el gran hito en la lucha contra enfermedades. Su nombre es Crispr-Cas9 y consiste nada menos que en una técnica que permite alterar la secuencia genética de un ADN y abrir así un mundo de infinitas alternativas para la vida.

Si bien el anuncio de esta nueva metodología surgió en el 2012, todavía representa una terapia en proceso de desarrollo. Lo innegable es que permitió abrir nuevas y grandes puertas de cara a la calidad de vida en el futuro de los humanos.

Asimismo, los experimentos Crispr-Cas9 fueron la esencia del informe principal de la revista Time en su última edición. "¿Qué significará esta técnica para la humanidad?", se preguntó la publicación, para luego analizar el presente de las investigaciones, la posibilidad de ilusionarse con hallazgos nunca antes vistos y la advertencia sobre los peligros que pueden aparecer en escena.

La revista hizo hincapié en el trabajo sobre embriones. El Crispr-Cas9 permite detectar y seleccionar una secuencia fallida determinada de la cadena del ADN y mediante una sustancia especial, puede corregir los puntos en falta y reconvertir la célula y transformarlo en un gen sano.

"Esto representa una bisagra en las patologías genéticas de los embriones. Hasta el momento, uno podía analizar embriones sanos y fallidos y discriminarlos. Hoy, con esta técnica, se podría pensar en escoger un embrión fallido y convertirlo en uno sano", afirmó el director de IVI Buenos Aires, el doctor Fernando Neuspiller.

El abanico de posibilidades al que puede alcanzar la novedosa técnica parece inalcanzable. Ya se encuentran en desarrollo investigaciones con el fin de, por ejemplo, recuperar especies de animales extinguidas, alterar cepa de levadura para transformar azúcar en biocombustible o hasta extirpar el virus HIV de células humanas infectadas, aisladas en un laboratorio –aún no se probó con seres vivos–. "El Crispr representa un cambio en las reglas del juego de la ciencia", afirmó David Baltimore, ganador del premio Nobel por fisiología o medicina en 1975, a raíz de su trabajo sobre la genética del cáncer tipo viral.

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