Para los japoneses, las relaciones humanas están predestinadas por un hilo rojo que los dioses atan a los dedos meñiques de aquellos que se encontrarán en la vida. De acuerdo a la leyenda, las dos personas conectadas por este hilo tendrán una historia importante, sin importar el lugar, el tiempo o las circunstancias.
Por: Javier Barbero
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El hilo rojo se puede enredar, contraer y estirar, como seguramente a menudo ocurre en la vida, pero nunca se puede romper.
Esta leyenda surge cuando se descubre que la arteria cubital conecta el corazón con el dedo meñique (que es la misma razón por la que en tantas culturas se cierran promesas al entrelazar este dedo con el de otra persona).
La delgada vena que va del corazón a la mano se extiende por el mundo invisible para terminar su curso en el corazón de alguna otra persona.
Con vos mamá… el hilo rojo se sostiene más allá de la muerte. Desde pequeño sentí que cerrar los ojos y pensarte era como estar a tu lado. Y hoy, adulto, cuando me siento perdido, tengo la certeza de que no hay nudo imposible de superar si digo tu nombre.
Nunca podré pagar de ninguna forma lo que has hecho por mí. Aprendí a comprender que en tu vida hiciste lo que pudiste con lo que tenías. Y por eso, mi manera de honrarte es siendo la mejor persona que puedo, mamá.
Que nuestro hilo rojo nos enrede por muchos años más en conversaciones largas, viajes a lugares perdidos y secretos cómplices. Todos esos secretos que vos y yo sabemos.