Correctora de profesión y maestra de vocación. La que fuera secretaria de actas de la Convención Nacional Constituyente rememora momentos de su carrera en los medios. Tras su retiro, Amelia Leith Valleau abre las puertas de su casa a La Nación Digital y nos cuenta su vida más allá de las noticias.

Por Natalia Santos (nataliasantos@lanacion.com.py)

Nos recibe en su casa, con la misma amabilidad con la que nos trataba en la Redacción del diario La Nación. Baja la música que suena en el equipo y busca una foto en blanco y negro: "Es mi madre, para que vean lo hermosa que era".

Nos cuenta que después de 30 años de magisterio se jubiló y siguió enseñando en colegios privados. Estuvo también en la Convención Nacional Constituyente como secretaria de actas y correctora. "Los convencionales Cano Radil y Eusebio Ramón Ayala, no presentaban un solo proyecto antes de que yo los corrija. Carlos Villagra Marsal me felicitó en la Plenaria por insistir en la corrección de un vocablo que él lo tenía como correcto".

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En los medios de comunicación, se inició en el diario Hoy. Solicitó trabajo a Humberto Domínguez Dibb, siguió trabajando después con otros miembros de la familia Domínguez Dibb: Osvaldo, Reinaldo y Alejandro. Con este último, ya en La Nación. En su relato del paso que hizo por varios diarios, cita al administrador del diario Hoy, Jalil Safuán; el jefe de Corrección, Juan Aguiar; Rómulo Gauto, Christian Nielsen, Rubén Bareiro Saguier… Se da cuenta que hay muchos nombres y que no quiere olvidar a nadie.

-¿Qué es hacer corrección en prensa?

-En corrección periodística se cuida la redacción, la sintaxis, el contenido, el estilo. Siempre hay que leer el contenido atentamente, que haya ilación y coherencia. Basta un término, una preposición, un artículo, un relativo o un verbo mal usado para que cambie totalmente la expresión de un párrafo.

Últimamente estuve en corrección de publicidad, en la que se verifica según un modelo. Se atiende la concordancia, las mayúsculas y la ortografía, que los datos sean exactos, según el original.

¿Cuál es la mejor herramienta a la hora de corregir?

A parte de tener conocimientos de las reglas del idioma español y guaraní, también conocer mucho sobre cultura general. Nombres de personas, políticos, literatos, gente conocida. Lugares, fechas históricas, anécdotas.

Conocí a mucha gente, por lo mucho que recorrí, sobre todo como profesora; entonces siempre ayudaba, cuando me solicitaban. Tuve muy buenos maestros como el señor Néstor Ramos (argentino), el señor Celso Sosa y el inigualable profesor Juan Aguiar, miembro de la Academia Paraguaya de la Lengua Española y autor de numerosos libros sobre el idioma. Aprendí de los mejores.

En la Facultad de Química, que no terminé, también adquirí conocimientos científicos. La maternidad (4 hijos) no me permitió terminar la carrera.

-Desde tu percepción de trabajadora de un medio de comunicación ¿Cambió mucho el país en las últimas décadas?

Cambió mucho en estos 30 años. Actualmente todo está informatizado.

La caída de la dictadura fue un hito. El advenimiento de la Democracia y con ella la libertad de prensa. La apertura en todos los sentidos, otorgó a la ciudadanía la oportunidad de manifestar su descontento y reclamar sus derechos. Hubo muchos cambios en lo social, cultural, económico y en el sistema electoral.

La noche de La Candelaria, el día del Golpe, me sorprendió en el Diario Patria (vocero del oficialismo, en ese entonces), donde trabajaba hasta la madrugada, luego de salir del Diario Hoy. Hay muchas anécdotas. Una de ellas: un político fallecido ya, muy conocido, cuya foto salió en la opinión de otro correligionario, con quien estaba enfrentado en ese momento. El diario salió mal y tuvieron que volver a imprimir ese pliego; entonces me quedé a ayudar a los intercaladores hasta el amanecer para armar de nuevo el diario.

-¿La aparición del diario La Nación marcó alguna diferencia entre los medios?

Sí. La gente demostró su preferencia hacia este medio de comunicación, por su contenido interesante, ameno, innovador, veraz y sin restricciones.

Desde dentro, en el tiempo en que trabajé en La Nación, hubo mucha libertad, sin censura. El ambiente era bueno, distendido y amistoso. Me gustó trabajar allí.

Ayudé a los compañeros periodistas. Cuando Distéfano -que estaba en mesa de noticias- quiso ser uno de ellos, le alenté. Me pedían ayuda y siempre confiaron en mi trabajo. Realmente, la empresa se manejó siempre como una gran familia, donde todos nos sentíamos parte.

Esta nueva directiva me dio la oportunidad de salir con mucha satisfacción del diario. Recibí agradecimiento de parte de los dueños y del director administrativo, Diego Balmelli. Me dieron la oportunidad de que mi hija se quede a trabajar allí, y hoy ocupa mi lugar.

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- ¿En qué trabajaste fuera de los medios?

-Puedo decir que estuve en todo. En la Ferretería Americana como encargada de la sección Regalos. Trabajé en promoción y ventas en Trovato SISA, en farmacias y como correctora de libros en editoriales como El Águila, La Ley y El Lector. Desde los 16 años trabajo sin descuidar la familia. El trabajo me dio gratas satisfacciones porque conocí a muchísima gente que me demostró su cariño, su aprecio, y, de quienes adquirí a su vez conocimientos que enriquecieron mi cultura y mi personalidad.

-¿Cómo es tu vida hoy

-Hoy sigo adelante con mi lema "Con Dios todo lo puedo". Hay que tener mucha fe en uno mismo. No me doy por vencida. No me gusta decir no puedo y quedarme. Sigo enseñando y corrigiendo textos para editoriales.

A parte de las vicisitudes que tuve en mi vida y las muchas operaciones que soporte, continúo dando lo mejor de mi misma.

En toda relación humana se debe cultivar la armonía, la solidaridad, la paz y el amor.

Mi lema preferido es: "No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti".

Fue parte de la Juventud Estudiantil Católica, activó como catequista de niños y jóvenes; y participó del Movimiento Scout en el Paraguay como "lobatera".

-Hablemos de Amelia en su faceta de "Lobatera"

-Es atender a los más chiquititos, a los lobitos. Es una experiencia única, enriquecedora y tierna. Hacíamos todo lo que hacían los scouts mayores, pero a nivel de niños, explorar, construir, salir al campo, jugar y servir, teniendo como lema el amor a Dios y a la Patria. Yo era una segunda mamá. Fue lindo. Estuve en el Jamboree Internacional que se hizo en el Botánico, al que vinieron scouts de todo el mundo. Algunos hasta ahora me siguen escribiendo.

- ¿Se puede decir que tu vocación es el trabajo?

-La docencia es mi vocación. Me encanta enseñar, me dio muchas satisfacciones. Enseño tanto castellano, guaraní, matemáticas (que es mi fuerte) y otras materias. Sigo teniendo alumnos privados. Me gusta la gente, me gustan los animales. Soy una convencida de que hay que respetar a la naturaleza. Hay que hacer que la convivencia sea armoniosa en todo.

Como corolario puedo decir que mi mejor cosecha, son mis ex alumnos, excelentes profesionales en su campo. La mayor alegría es que me reconozcan en la calle o donde voy y me recuerden como su querida y más buena maestra. Y de la gente de otro ámbito de trabajo que me demuestra su respeto y su aprecio. Lo que se siembra se cosecha. Gracias a Dios.

Etiquetas: #Amelia Leith

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