Brasilia, Brasil. AFP.

La Cámara de Diputados de Brasil debatía ayer la apertura de un juicio que podría terminar destituyendo a la presidenta izquierdista Dilma Rousseff, en uno de los capítulos más dramáticos de la historia democrática del país.

Puertas adentro, los legisladores pronunciaban encendidos discursos, en lo que se anuncia como una maratón de sesiones, mientras las calles de acceso al Congreso eran patrulladas por fuerzas de seguridad que permanecerán custodiando la zona hasta el domingo, día de la votación, cuando se esperan gigantescas movilizaciones.

La jornada comenzó con la presentación de los argumentos de la acusación, que señalan que Rousseff, de 68 años, cometió "crímenes de responsabilidad" al haber maquillado las cuentas públicas y abrir créditos sin la aprobación del Congreso en el 2014, el año de su reelección, y a inicios del 2015.

El abogado general del Estado, José E. Cardozo, negó los cargos y denunció una tentativa de "golpe de Estado", levantando indignación entre los opositores y aplausos de los diputados del Partido de los Trabajadores (PT), que gritaban "¡No habrá golpe!". Cardozo apuntó contra el polémico presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, uno de los arquitectos del impeachment. La saga de tres días infartantes suma 170 diputados inscritos para hablar a favor del impeachment y 79 en contra, y tendrá su cierre el domingo a la noche, con un resultado que puede dar proseguimiento al proceso en el Senado o archivarlo definitivamente.

La apertura de un juicio político requiere el apoyo de dos tercios de la cámara (342 diputados de un total de 513) y su ratificación por el Senado. Según el diario O Estado de San Pablo, los partidarios del impeachment cuentan desde el jueves con los 342 votos necesarios para dar el primer paso. En tal caso, Rousseff sería reemplazada transitoriamente por su vicepresidente Michel Temer. Y si el Senado la condena formalmente en un plazo de seis meses, Temer, completaría el mandato, hasta fines del 2018.

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