POR MARTÍN VILLAGRA
Luqueño peleó más y merecidamente se hizo de los puntos. El auriazul fue práctico, eficaz e inteligente para desnudar imnumerables falencias del tibio Cerro Porteño, que no tuvo rebeldía para encontrar su norte.
El portero Rodolfo Rodríguez tuvo intervenciones oportunas cuando Cerro era superior y evitó que Jonathan Fabbro llegue al gol al desviar un taponazo. Otra intervención oportuna del portero local ocurrió cuando desvió un cabezazo de Gustavo Velázquez.
Lo peor que le pudo pasar a Luqueño fue el regalo del zaguero Cristian Trombetta, quien al querer salir jugando, perdió un balón, que Junior Alonso agradeció para convertir la transitoria paridad.
Adalberto González había inaugurado el "score" al aprovechar un doble error de los zagueros de Cerro, primero José Cáceres rechazó corto y luego Gustavo Velázquez quiso salir jugando, pero el luqueño le robó el balón para someter a Antony Silva, quien no llegó a tiempo.
Chávez, Marín y Núñez mordieron en el medio sin cesar. Arriba, Adalberto González fue pesadilla para la defensa azulgrana, muy fácilmente vulnerada. Goiri y Trombetta, pese al error de este último, pisaron con temperamento para desbaratar endebles embestidas de Ortigoza, Díaz, Fabbro, incluso del portugués Leal en el segundo tiempo.
Luqueño casi no se desordenó y utilizó a favor la desesperación de Cerro Porteño, que luego de empatar, se vio desmoralizado con el autogol de su arquero Antony Silva, quien cayó y en su intento de desviar un córner, sometió a su pórtico, molestado por el salto del central Goiri.
Fabbro perdió muchos pelotas y caminó cuando el equipo necesitaba hombres que corran. El aporte de Torales fue escaso y la última línea de Cerro hizo aguas, donde Cáceres y Velázquez fueron superados repetidas veces. El pueblo luqueño celebró con todo el final en casa y con el primer triunfo en el campeonato. Los cerristas siguen en deuda y el supuesto gran equipo sigue sin aparecer.