Por Laura Ramos

Directora del Club de Ejecutivos del Paraguay

Según un estudio realizado en el 2011 por la PWC a nivel mundial, el 2/3 del PIB está compuesto por empresas familiares, pero además solo el 15% de estas empresas sobrevive la tercera generación. Esto significa una gran pérdida a nivel mundial.

Para poder prevenir esta inminente extinción de nuestras empresas familiares debemos, como parte del proceso de aprendizaje, identificar el tipo de organización con el que contamos, cuál es su nivel de complejidad y a ello adicionar el factor cuantitativo de familiares que se ven involucrados en su contexto.

La empresa familiar no forma un todo homogéneo, sino que pueden distinguirse cinco grandes tipologías, cuyas características y comportamientos son distintos. Por ejemplo: podemos decir que una empresa tiene un estilo de Capitán cuando cuenta con una escasa complejidad, tanto de familia como de empresa, normalmente son pymes en gran parte controladas por su fundador. Lo recomendado en este caso es buscar un nuevo líder o capitán que garantice el relevo.

En segunda instancia podemos ver a la empresa con el Emperador, estas son empresas de una complejidad mayor, con más tamaño, así como la complejidad de la familia también es mayor. La recomendación para este tipo de organización sería una mejor estructuración.

Luego, tenemos a las empresas que trabajan como Equipos Familiares. Son las que tienen una baja complejidad empresarial pero una alta complejidad familiar, como se podría decir "hay mucha familia para tan poca empresa". El consejo para este tipo de organización sería limitar en lo posible la complejidad familiar.

Después vienen las organizaciones llamadas Estructuradas. Y son aquellas que poseen un alto nivel de complejidad en la empresa pero baja en la familia. El consejo de los expertos en este tipo de caso es que se restrinja el futuro acceso de los accionistas a la compañía.

Por último, cuando la compañía es una Corporación, tanto el nivel de complejidad empresarial como el de la familia son altos, por lo que normalmente están conformados por empresas grandes con familias extensas donde están involucrados los hijos, primos y nietos. El consejo a este tipo de organización es que traten de desarrollar la comunicación.

Otro punto relevante surgido de esta encuesta mundial a empresas familiares es que el 49% de las empresas no tienen un plan de sucesión. Por otro lado, ante la consulta si la empresa tiene suficientes activos como para dividirlos en este momento equitativamente entre todos sus miembros, incluyendo aun a aquellos que no trabajan en la empresa, el 61% contestó que no tiene recursos suficientes. Este es un hecho que puede agravar todavía más los conflictos por dinero y por quien sería el próximo líder del grupo.

Además de esto, el 62% contestó que no tienen un plan ante una defunción o enfermedad de un directivo o accionista clave. Los desacuerdos sobre la estrategia a seguir en el futuro son la causa más habitual de enfrentamientos. Pero lo más llamativo de esta problemática es que ni un tercio de estas empresas ha instrumentado un mecanismo de cómo lidiar con los desacuerdos.

En pocas palabras, debemos conocer cómo estamos conformados, tener una excelente comunicación entre nosotros. Y, especialmente, pensar en equipo, con una herramienta que nos ayude a conciliar, para poder tener un plan de contingencia ante una crisis organizacional de liderazgo.

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