Con la lectura de las sentencias, terminará el martes el largo juicio por un accidente de tren que causó 51 muertos en 2012, una de las mayores tragedias ferroviarias de Argentina que golpeó al gobierno de Cristina Kirchner (2007/2015) y develó graves falencias del servicio.
El tercer peor accidente ferroviario de Argentina ocurrió el 22 de febrero de 2012 cuando un tren con unos 2.000 pasajeros embistió el parachoques de la terminal del barrio de Once, en Buenos Aires, con un saldo de 51 muertos y 789 heridos.
A 21 meses de iniciado el juicio, 28 acusados escucharán su sentencia el martes, entre ellos el maquinista del tren, dos exsecretarios de Transporte de Kirchner y empresarios de TBA.
TBA tenía la concesión de la línea ferroviaria Sarmiento, que enlaza la capital con periferia oeste, y por donde viaja a diario medio millón de personas.
Querellas sin acuerdo
El motorman Mario Córdoba, de 32 años, aseguró que problemas técnicos en el tren le impidieron frenar al llegar a la terminal.
Pero la fiscalía pidió para él una condena de tres años y medio de cárcel, como responsable de "estrago culposo (sin voluntad) agravado por lesiones y muertes".
La acusación también apuntó con el mismo cargo contra los empresarios de TBA y los exsecretarios de Transporte Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, con reclamo de penas de entre 9 y 11 años, al acusarlos además de "defraudación contra la administración pública".
Entre los familiares de las víctimas, no hubo unanimidad.
Dos de las querellas ven a Córdoba como único responsable y pidieron para él 22 años de cárcel.
Otras dos querellas exculpan al maquinista y pretenden condenas de hasta 18 años para los empresarios y exfuncionarios.
Una desafortunada declaración a horas del accidente obligó a Schiavi a dimitir poco después. Reprochó a los pasajeros por agolparse en el primer vagón -donde hubo más fallecidos- y afirmó que si hubiera sido un día festivo habría habido menos muertos.
En horario central de días laborables, como lo era aquel lunes, los pasajeros, en su mayoría trabajadores, suelen concentrarse en los primeros vagones para estar más cerca de la salida al llegar a la terminal y correr a sus destinos.
Derivaciones políticas
Un episodio que agravó la tragedia fue la demora de más de 48 horas para hallar el cuerpo de Lucas Menghini Rey, un músico de 20 años que había quedado aplastado en la cabina del maquinista del cuarto vagón, un sitio vedado pero donde el joven había ingresado por no tener lugar en el tren repleto.
Los padres de Menghini Rey se pusieron al frente de los reclamos de justicia con duras acusaciones al gobierno kirchnerista.
Según María Luján Rey, madre de Lucas, el episodio "se explica con años de desinversión, desidia y corrupción".
La llamada "tragedia de Once" dejó al descubierto el deficiente estado de los ferrocarriles privatizados en los años 90, así como la falta de inversiones en el sector, que la gestión kirchnerista iniciada en 2003 había prometido recuperar.
El choque conmovió a los argentinos, impactó a la opinión pública y dañó la imagen de la entonces presidenta, según analistas.
"La tragedia de Once (...) puso fin a la luna de miel con el electorado que hasta entonces gozaba el kirchnerismo, y su máxima figura, la presidenta", escribieron en 2013 los investigadores argentinos María Laura Tagina y Carlos Varetto en la Revista de Ciencia Política de Chile.
A mediados de 2012, el área de Transporte pasó del influyente y cuestionado exministro de Planificación Federal Julio de Vido a manos del exministro del Interior Florencio Randazzo.