Un informe elaborado y difundido por la Fundación Dom Cabral revela que muchas empresas multinacionales brasileñas consideran al Paraguay como una buena opción para migrar y asentarse, en vista del inestable clima político en el país vecino y las sombrías perspectivas económicas. Precisamente, el gobierno de Brasil volvió a incrementar sus previsiones de recesión, colocando la tasa de crecimiento en -3,5% para este año.
Los pronósticos para el 2016, si bien presentan mejoras, no apuntan todavía a una franca recuperación, algo que se espera que ocurra recién dentro de tres o cuatro años. Vale decir que la crisis económica brasileña no ha hecho más que comenzar.
El informe de la Fundación Dom Cabral señala que el 28% de las firmas brasileñas han iniciado acciones de internacionalización, especialmente en Chile, Argentina y Paraguay. Para un país como el nuestro es fundamental incrementar exponencialmente el nivel de inversión y, con ello, lograr la generación masiva de empleo formal, verdadera clave para el combate a la pobreza y el atraso.
Paraguay tiene todo para lograr la radicación de capitales. Posee una inmejorable ubicación geográfica -en el centro de una de las zonas de mayor crecimiento del planeta-, tiene un clima benigno y está prácticamente a salvo de desastres naturales que golpean a otras partes del mundo.
Es además el primer exportador neto de energía eléctrica en el mundo; el cuarto exportador mundial de soja, el segundo de stevia, el noveno de carne vacuna y el sexto de maíz. También se puede mencionar la estabilidad de los indicadores macroeconómicos, la inflación controlada, el sistema financiero saneado y una política monetaria sólida.
A este recuento hay que sumarle la abundancia de agua dulce, la fertilidad de los suelos y la innegable laboriosidad de su gente. Paraguay tiene por delante importantes tareas para complementar las ventajas ya mencionadas y presentarse definitivamente como un potencial nuevo "boom" económico continental.
No se trata solo de las consabidas inversiones en materia de infraestructura: mejoramiento de los aeropuertos; garantía de navegabilidad de los ríos durante todo el año; ampliación de las redes viales; optimización del acceso a la tecnología y a las comunicaciones; una red segura de distribución de energía. Estas obras son muy necesarias, quién puede negarlo, pero la labor no se agota allí.
Para lograr la llegada de nuevas inversiones es indispensable trabajar también en elementos menos tangibles: a) Seguridad jurídica, b) Previsibilidad en el sector público, c) El combate serio y consecuente a la corrupción y d) El reconocimiento de la responsabilidad social y ambiental como un factor crucial para el crecimiento.
En materia económica, el papel del Estado es sencillo: generar confianza en los diferentes actores productivos, coordinar acciones con éstos en torno a una estrategia de crecimiento y estimular las inversiones, desde las micro y pequeñas empresas hasta la radicación de grandes capitales.
La coyuntura regional ofrece una oportunidad singular y probablemente irrepetible a nuestro país. Si el Estado y el sector privado actúan con inteligencia y en forma coordinada será posible alcanzar nuevos periodos de alto crecimiento. Es fundamental no dejar pasar la chance y posicionar a nuestro país como un destino seguro y previsible para las inversiones, tanto brasileñas como de cualquier otro origen.