Los Ángeles, Estados Unidos | AFP.
Los Ángeles vivió hace 50 años siete de los días más violentos de su historia. El arresto de Marquette Frye, un joven negro que conducía ebrio, desencadenó los disturbios de Watts que terminaron con 34 muertos y marcaron profundamente a la sociedad estadounidense. Muchas cosas han cambiado medio siglo después, pero los enfrentamientos entre policías y ciudadanos siguen estando a la orden del día.
Esta misma semana, miles de personas salieron a las calles de Ferguson (Misuri, centro) para conmemorar el primer aniversario de la muerte de Michael Brown, un chico negro de 18 años que pereció por el excesivo uso de la fuerza de un policía blanco.
ESTALLÓ LA RABIA
Este incidente desató una ola de violentas protestas que recuerdan lo que ocurrió tras la detención de Frye el 11 de agosto de 1965 en el barrio angelino de Watts. Los Ángeles ardió hasta el 17 de agosto. Masai Minters, psicólogo y consejero de la universidad UCLA, no ha olvidado lo que estaba haciendo cuando oyó que la policía había dado una paliza a Frye. "Estaba viendo la televisión. Cuando la situación empeoró, me metí en un coche con mis amigos y me fui" hasta ahí, añade. Tenía 15 años cuando ocurrieron los hechos.
El rumor de que los agentes habían matado a alguien corrió como reguero de pólvora y cientos de personas se echaron a las calles dominadas por la ira.
Las llamas y el caos se apoderaron de Watts, transformado en "una escena sacada del infiero de Dante", recuerda Earl Ofari Hutchinson, escritor y activista que vivió los disturbios con 16 años.
La detención de Frye fue la chispa que hizo estallar la frustración de los habitantes de Watts tras años de discriminaciones y agresiones policiales, en un país que apenas estaba saliendo de la segregación. Los disturbios no solo se cobraron la vida de 34 personas, sino que también dejaron más de 1.000 heridos, cientos de detenidos y daños superiores a 40 millones de dólares.