"Aún me acompaña y consuela la movilización festiva y la alegría del pueblo paraguayo durante mi visita", comienza la carta que remitió el pasado 18 de julio el papa Francisco al presidente de la República, Horacio Cartes.

En ella le agradeció la presencia del mandatario en los actos, "así como su humanidad", en una misiva de carácter cordial en la que se percibe todavía el espíritu de las históricas jornadas que se vivieron recientemente en las multitudinarias concentraciones, tanto en Caacupé, en Ñu Guasu y en la Costanera de Asunción, así como vivencias muy profundas como las visitas del Pontífice al hospital de Niños Acosta Ñu y al Bañado, donde se sintió como en casa.

Agregó que "el gesto que usted ha tenido de buscar y ubicar a esa niña enferma de cáncer, María Fernanda, que quería verme, me ha conmovido. Que un jefe de Estado diera ese testimonio me trajo a la memoria aquella frase latina del Medioevo: "No coerceri a maximo, continere tamen a minimo, divinum est (Afrontar cosas grandes y a la vez, ocuparse de los más pequeños, eso es divino)".

El Pontífice había pedido en la misa central del domingo 12 de julio ante más de un millón de personas en el campo que la Fuerza Aérea dispuso en Ñu Guasu: "Hospitalidad con el hambriento, con el sediento, con el forastero, con el desnudo, con el enfermo, con el preso, con el leproso, con el paralítico. Hospitalidad con el que no piensa como nosotros, con el que no tiene fe o la ha perdido.

Hospitalidad con el perseguido, con el desempleado. Hospitalidad con las culturas diferentes, de las cuales esta tierra es tan rica. Hospitalidad con el pecador… Porque todos nosotros también lo somos", admitió recibiendo aplausos. "Por más que vayas a misa todos los domingos, si no tenés un corazón solidario, no sabés lo que pasa en tu pueblo, tu fe es muy débil, o está enferma o está muerta", agregó en la oportunidad.

Siguiendo con esa temática, en la carta agradeció las atenciones y prometió "rezar por su gestión y por todos los paraguayos, pidiéndole al mismo tiempo que también lo haga por mí". El jefe de la Iglesia Católica se despidió bendiciendo al pueblo paraguayo y pidiendo a la Virgen que cuide a los compatriotas para finalmente estampar su firma: Francisco.

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