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El nombre cambió, pero el partido y los dirigentes son los mismos de siempre. Desde ayer, el viejo movimiento conservador Unión para una Mayoría Popular (UMP), dirigido por el ex presidente Nicolas Sarkozy, se llama Los Republicanos.
El bautismo oficial se hizo durante un multitudinario acto en París. El nuevo nombre, que servirá de trampolín a Sarkozy para su proyecto de regresar a la presidencia en el 2017, fue aprobado por 83% de los adherentes. Aunque, en verdad, apenas 46% de los militantes participaron en la votación organizada el jueves y anteayer por Internet.
Ante la plana mayor de la formación fundada en 1976 por el ex presidente Jacques Chirac con el nombre de Reunión para la República (RPR), Sarkozy vistió los hábitos de implacable fiscal de "la izquierda", a la que acusó de "traicionar a la república". Su objetivo, repitió una y otra vez, es "reconstruir la confianza en la República". Pero antes, con su sempiterna acritud, bombardeó a aquellos que intentaron privarlo de usar esa denominación.
Sarkozy llegó incluso a hablar de "aterradora mediocridad" del presidente François Hollande. "¿Con qué derecho y, sobre todo, quién podría negarnos el nombre de Republicanos?", se indignó, al aludir a los bloqueos judiciales intentados desde varios sectores políticos contra una "privatización" de la idea republicana.
UNIDAD SIN FALLA
"A quienes nos acusan de confiscar la República respondemos que, si ellos no la hubieran traicionado, abandonado, hoy no tendríamos necesidad de restablecerla", lanzó. Sarkozy evocó "la unidad sin fallas" del nuevo partido. No obstante, sus partidarios silbaron copiosamente al ex ministro Alain Juppé –también candidato a las primarias y preferido de los franceses para las presidenciales de 2017– cuando subió a la tribuna. Frente a ese gesto inhabitual en un acto político, imperturbable, Juppé reconoció que la silbatina le "daba pena", pero que nada podía modificar su "determinación".
Aún con una nueva estructura, el camino de Sarkozy hacia las elecciones presidenciales del 2017 sigue siendo incierto. Cerca del 72% de los franceses no quiere que se vuelva a presentar, según un sondeo de Odoxa publicado ayer.