Por Alex Noguera
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Hoy se cumplen 4 años del gran desastre. A las 14:46 local (2:46 AM de Paraguay), a 100 km mar adentro, la presión contenida en las placas tectónicas del Pacífico -a 6 km de profundidad- liberaron energía igual a 2.000.000 de las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima.
El sistema de detección de sismos nipón alertó al instante. Las advertencias por computadora se activaron en segundos y apagaron automáticamente los reactores de la planta de Fukushima. En apenas 100 segundos, las ondas más destructivas del mayor maremoto de la historia de Japón, de 9 grados Richter, llegaron a sus costas. Pero 40 segundos antes, Tokio, la ciudad más poblada del mundo, con 31,1 millones de habitantes, ya estuvo preparada. Parece mentira, pero es cierto.
Tomoyuki Yamagata, agregado cultural y encargado de asuntos políticos de la embajada de Japón en Paraguay refiere que las alertas rápidas (Alarma temprana de sismos) se empezaron a utilizar a principios de los años 90 y comenzaron a proveer alertas en 2004. En 2007 se introdujo el sistema directamente a la ciudadanía.
Generado por el maremoto, el tsunami, cuya velocidad era de 800 Km/h, apenas tardó 20 minutos en tocar la costa, con olas de entre 10 y 40 metros. El mega fenómeno movió de lugar Japón 3 metros y hundió sus costas 1 metro... además de modificar 10 cm el eje de la Tierra.
Los ciudadanos japoneses son gente educada y, conscientes del peligro, realiza prácticas de simulacro. En los eventos naturales se prestan ayuda mutua, sin que se registre un solo robo.
En el 2010, el año previo al desastre, el Gobierno japonés destinó US$ 1.089 millones a la prevención de desastres naturales. Previeron todo lo previsible, pero la naturaleza es indomable. Una planta nuclear es como un horno, o sea que, a pesar de ser apagado automáticamente, sigue caliente. Al apagarse la planta, la electricidad con la que se enfriaba el reactor provino de generadores diesel, que era la segunda fase de seguridad prevista (la primera era el apagado automático). Pero el poder de la naturaleza no tiene rival y el tsunami inundó también los generadores diesel, pese a que los japoneses habían previsto una alta barrera protectora de cemento. Hubiera detenido las aguas si no se hubiera hundido un metro toda la isla.
Aún así, con los generadores diesel inundados, con la barrera rebasada, los japoneses tenían un as bajo la manga. Previeron que si todo eso fallaba, usarían baterías. Nunca imaginaron que tendrían que usarlas, por eso sólo tenían una duración de 8 horas. El horno siguió caliente y estuvo a punto de igualar el desastre de Chernobyl, o algo peor. El año fiscal 2014 destinó nada menos que US$ 4.434,1 millones a la prevención eventos naturales.
La superficie de Japón es de 377.915 Km2, menor que los 406.900 Km2 de Paraguay, sin embargo para agosto de 2015 Japón tendrá 126.899.000 habitantes; Paraguay apenas ronda los 7 millones. Japón debe enfrentar, además de mega eventos destructivos, un riguroso clima que va desde el templado hasta la nieve. Y pese a ello, su producción hace que hoy sea nuevamente tercera potencia económica mundial, esto luego de haber ocupado el primer lugar hasta el 2011, puesto perdido ante China, a causa del maremoto y tsunami.
Pese a toda la admirable ingeniería y el dinero invertido por Japón, la naturaleza dejó más de 200.000 muertos y daños por US$ 308.000 millones.
Aunque lo intente, el hombre no puede ante el poder incontenible de la naturaleza. En las fronteras de Paraguay se gesta una planta nuclear y el presupuesto 2015 destinado a la Secretaría de Emergencia Nacional es de G. 66.377.678.034 (US$ 14,1 millones), casi 314,5 veces menos que el de Japón.
Las autoridades paraguayas deberían imitar al admirable espíritu japonés. Para ellos, el honor y la firmeza tienen sentido. Acá, los dirigentes no tienen ni el valor para levantar la voz de protesta. Tampoco idea de las consecuencias que acarrearía un desastre en esa planta nuclear.
No estamos preparados para jugar con fuego, así como la cancillería tampoco para defender la vida de los paraguayos.