Investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Okinawa (OIST) de la Graduate University, en Japón, y de Australia han secuenciado y decodificado por primera vez el genoma de la estrella de mar de Corona de Espinas, allanando el camino para el biocontrol de este depredador invasor responsable de la destrucción de los arrecifes de coral a través de los océanos.
La estrella de mar de la Corona de Espinas (COTS) es familiar para los buceadores de aguas tropicales: la estrella de mar, semejante a la bíblica que le dio su nombre, inunda los arrecifes de coral en todo el mundo en enormes eventos desovadores y destructivos.
En la era moderna, se informó por primera vez sobre COTS en 1957 desde las mismas orillas frente a OIST, en la aldea de Onna-son, Okinawa, donde se conoce localmente como "onihitode", es decir, "estrella de mar demoniaca".
Posteriormente, se observaron de forma más dramática en la Gran Barrera de Coral, en Australia, donde comenzaron a agruparse en colonias de hasta varios millones de individuos, devorando completamente los arrecifes y convirtiéndose en una importante preocupación ecológica.
Una nueva investigación, publicada en Nature, aporta información nueva que puede servir para controlar las especies invasoras. Una colaboración de OIST y científicos australianos secuenció todo el genoma de las COTS, revelando que las estrellas de mar de la Gran Barrera de Coral y Okinawa comparten material genético idéntico.
"Aunque las muestras fueron tomadas de individuos hallados a 5.000 kilómetros de distancia, en diferentes lados del ecuador, confirmamos que pertenecen a la misma especie", comenta el autor del estudio Nori Satoh, de la Unidad de Genómica Marina en OIST.
En segundo lugar, identificaron moléculas transmitidas por el agua que las COTS usan para comunicarse, como un sentido del olfato submarino, para reagruparse en grandes poblaciones destructivas.