- Por ALDO BENÍTEZ
- Periodista
- aldo.benitez@gruponacion.com.py
- Fotos: Agustín Acosta
En el barrio ya no la veían atendiendo la despensa.
D. tenía 13 años cuando tuvo su primer embarazo. De un día para otro, dejó de ir a la escuela, ubicada apenas a cuadras de su casa. Los profesores y compañeros no sabían el motivo. A los 5 meses, la razón se hizo notoria, a pesar del esfuerzo de su mamá de cubrirle la panza con una faja. La niña era muy conocida por atender con amabilidad la despensa de su familia. Siempre tenía una amplia sonrisa, recuerdan.
A partir de su embarazo, prácticamente ya no salió de su casa y dejó de atender el negocio. Algunos vecinos que iban a la despensa solían verla sentada en el fondo del patio, entre patos y gallinas, mirando el cerco que separa a los cerdos de los animales domésticos. Ni una sola idea de quién podría ser el papá de la criatura, aunque en el vecindario había sospechas peligrosas. Nadie dijo nada, por aquello de "cada casa es un mundo aparte". Tras 9 meses, D. tuvo un hermoso hijo.
Dos años después, D. nuevamente dejó de asistir a la escuela y de atender en la despensa. Mientras sus compañeros y compañeras se preparaban para asistir por primera vez a una fiesta de 15 años, ella se preparaba para parir su segundo hijo. Sus amigos y amigas de la misma edad no comprendían qué pasaba con ella. Algunos se burlaban. D. tuvo que soportar el escarnio, una vez más. Y como en el primer caso, del papá, nadie sabía nada. Estaba por cumplir 16 años.
La historia de D. es el reflejo de muchas niñas adolescentes en Paraguay. Solamente en el Hospital de Clínicas de San Lorenzo, de enero a julio pasado, se registraron 148 partos de adolescentes entre 15 y 19 años. De esa cantidad, 4 eran casi niñas que no sobrepasaban los 15 años. Los casos varían, pero en general, se presentan dos elementos como denominador común; poco interés de los jóvenes en cuidarse y la violencia, que incluye violaciones sexuales, maltratos físicos y psicológicos, entre otros.
La situación llegó a tal punto que las autoridades del Hospital de Clínicas decidieron destinar todo un pabellón para atender casos exclusivos de niñas adolescentes madres. Hace unas semanas, al hospital llegó una niña indígena desamparada. Nadie sabía su edad ni nombre. Carecía de cédula de identidad, pero estaba a punto de dar a luz. En el mundo indígena, la cosmovisión es totalmente distinta y el acervo cultural que tiene las poblaciones indígenas plantean otros tratamientos. La niña finalmente parió. Recibió las atenciones y ahora está en un albergue del Instituto del Indígena (INDI), en San Lorenzo.
Desde hace un par de años, en el Hospital de Clínicas vienen trabajando en un proyecto más complejo de atención médica para estos casos. "Buscamos que la atención sea absolutamente integral. Tenemos médicos especializados, enfermeros, psicólogos y hasta capacitación para los guardias de seguridad, para que estén capacitados a la hora de atender a una niña o adolescente que está embarazada" expone el doctor Ramón Bataglia, jefe de la cátedra y servicios de Ginecología de la Facultad de Ciencias Médicas-hospital de Clínicas.
Esta atención especial significa tener un trato diferente con la niña-adolescente, ya que, en la mayoría de los casos, el embarazo no fue planificado y el proceso es traumático. Y están aquellas situaciones más graves, cuando los embarazos derivan de violaciones. "El contexto de violencia es reiterado. Pero no solamente de violaciones sexuales, sino del ambiente en la casa. Por eso contamos con psicólogos que tratan de ayudar a las pacientes. Es una obligación que primero hagan su entrevista psicológica, antes de someterse a su tratamiento prenatal", explica Bataglia.
La licenciada Patricia González, quien trabaja en el programa para las niñas adolescentes del hospital, señala que la entrevista psicológica es necesaria e importante, porque sirve para detectar pacientes en riesgo. ¿Esto qué significa? Determinar –teniendo en cuenta las respuestas, sus reacciones y emociones– quiénes son aquellas adolescentes que sufrieron violencia o siguen siendo violentadas, ya sea por su pareja, familia, entorno, o que están dentro de algún círculo vicioso. "Cuando hablamos de riesgo, hablamos de niñas-adolescentes que consumen drogas, que sufren violencia física, verbal, maltratos. Todo es importante saber para hacerles un seguimiento", dice.
Actualmente, Clínicas tiene un proyecto enorme que apunta a mejorar el servicio para las adolescentes madres. En conjunto con una fundación británica –que viene ayudando con proyectos cortos, con la provisión de materiales, capacitaciones, etc.– el plan más ambicioso está tomando forma. La idea es habilitar o construir todo un bloque nuevo para las adolescentes, exclusivo para estos casos. "Es un proyecto que ya tiene planos aprobados por el Consejo. Solo resta seguir trabajando en forma coordinada con esta fundación para lograr algo que será de muchísima utilidad", asegura Bataglia.
RADIOGRAFÍA
Según datos oficiales del Ministerio de Salud, en el 2016 hubo 514 casos de menores de 15 años embarazadas en Paraguay. En el mismo año, se registraron 17.170 embarazos en adolescentes de entre 15 y 19 años. De esta cantidad, en un mayor porcentaje, los embarazos no fueron planificados.
Estos números fríos y absolutos, sin embargo, adquieren mayor relevancia cuando se descubren las historias que hay detrás. Muchas fueron violentadas o siguen siendo víctimas de maltrato. En el Hospital de Clínicas, en efecto, hasta julio de 2017 hubo 16 casos de aborto. Casi todos tienen que ver con la violencia que sufren las adolescentes.
En el 2016, Clínicas tuvo 158 embarazos en menores de 19 años. Faltando todavía tres meses para finalizar este año, la cifra ya llega a 148 casos. Las autoridades consideran que se superarán los números del año pasado, que permanecen lejos de los 440 casos registrados en el 2015.
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"Mi mamá me pidió abortar, pero me negué", dice L., que a los 18 años tuvo que abandonar su hogar cuando le contó a su madre que estaba esperando un hijo. Esto fue el año pasado. L. vivía con su mamá, sus dos hermanas menores y su padrastro. A su papá nunca lo conoció.
L. es pequeña. Tiene la mirada fija, habla serena y segura. No le resulta difícil –en apariencia– contar que su mamá la echó y le pidió abortar. La licenciada Bataglia le ofrece un poco de agua. Dice que no tiene sed.
El embarazo de L. está sin complicaciones y en principio, los médicos le dijeron que la fecha tentativa de nacimiento de su hijo será el 24 de diciembre de este año. Ella cree que pasará esta Navidad con su hijito en brazos.
La joven, que acaba de cumplir 19 años, tuvo la suerte –algo que en otros casos no ocurre– de encontrar refugio en la casa de su novio. Él, a su vez, tiene 19 años, no trabaja, pero está estudiando en una universidad privada. Se conocieron en el 2015 en un grupo de Whatsapp. Surgió el amor y luego de año y medio de relación, ella quedó embarazada. "No estaba en los planes, pero tampoco voy a hacer ninguna locura", sostiene tajante.
“Mi mamá me pidió abortar, pero me negué” – L.
Quienes se están haciendo cargo de ellos y lo harán de la criatura son los padres del muchacho. "Él me contó como si nada que su novia estaba embarazada. Nosotros no esperábamos. Lo hablamos con su papá y cuando nos enteramos que a su novia se le echó de su casa, le dije que le traiga a la nuestra, porque no podemos dejarle desamparada", dice la mamá del joven, quien acompaña a su nuera a hacer los controles prenatales y permanece a su lado en todo momento. Su hijo, que está por ser papá, es el último de seis hermanos. "Siempre fue el más mimado. Ahora está por ser papá, pero él no deja de jugar play station", se queja.
EDUCACIÓN
L. cuenta que en su colegio tenían charlas sobre sexualidad desde el séptimo grado. "Nosotros sabíamos que podía pasar, no nos cuidamos nomás", dice. Cuenta que una compañera suya no aguantó la situación y dejó el colegio cuando empezó a notarse su panza.
Al respecto, un dato revelador que tienen en Clínicas tiene que ver con la formación educativa de las adolescentes. Casi el 75% de las jóvenes embarazadas este año, estaban en el colegio. Es decir, tienen nivel de educación por lo menos, de secundaria. "No estamos hablando de gente que no sabía lo que podía pasar", resalta Bataglia.
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Para Regina Castillo, representante de Unicef en Paraguay, estos datos marcan una realidad muy dura en cuanto a la educación que reciben los jóvenes del país. "El grado de educación muchas veces no tiene relevancia para el adolescente. Tiene que ser una educación relevante, que le pueda ayudar a tener un plan de vida, una proyección", señala y agrega que la situación del embarazo en adolescentes y niñas es un tema muy preocupante, urgente y necesario abordarlo en forma multisectorial, con la participación de todas las instituciones que puedan estar involucradas.
"Este tema requiere de un enorme esfuerzo de prevención. Nosotros estamos trabajando actualmente con las Municipalidades, que tienen las Codenis en donde estamos con campañas y programas para la prevención de la violencia" dice Castillo. Entre otras cosas, estos programas de capacitación con los trabajadores de las Codenis tiene que ver con el trato. Por ejemplo, que no vuelvan a victimizar a las niñas o adolescentes" agrega Castillo.
La Unicef forma parte de un conglomerado de instituciones públicas y otras organizaciones que trabajan, desde el 2013, en buscar establecer políticas públicas que apunten a reducir la violencia sexual y los embarazos no planificados en adolescentes.
Víctor Vidal, consultor para temas de protección a la niñez de Unicef, explica los alcances de esta agrupación, llamada Comisión Nacional de Prevención y Atención de la violencia contra la Niñez.
"Estamos trabajando para establecer una hoja de ruta coordinada. En ella se tiene que tener definido todo, desde el abordaje de los canales de denuncias y el sistema de justicia. Paralelamente, la acción de las capacidades estatales para brindar el apoyo sicosocial y de salud a las adolescentes", dice Vidal.
Paraguay, con el 72,3%, ocupa el segundo lugar –después de Brasil, que tiene el 75,6%– del "ranking" de países con las más altas tasas de embarazos adolescentes en todo el Cono Sur, según un informe dado a conocer por el Fondo de Población para las Naciones Unidas (UNPFA) en mayo de este año. "Definitivamente es un tema que requiere de acciones conjuntas de las instituciones del Estado y también de la implementación de las leyes" sostiene Castillo.
Eduardo Sosa, director de Protección de Derechos del Niño de la Secretaría Nacional de la Niñez y Adolescencia (SNNA), no oculta que la situación es preocupante. "Pero estamos trabajando. En junio pasado se lanzó un sistema de trabajo interinstitucional, a iniciativa del Gobierno, que involucra a varias entidades estatales y otras organizaciones para buscar armar una estrategia que apunte a disminuir los embarazos no deseados, pero principalmente, establecer mecanismos que apunten a reducir lo más grave de todo este tema; el abuso sexual en niños", precisa el funcionario.
La preocupación de Sosa se sustenta en datos. En ese sentido, basta ver los números de los últimos años para magnificar el asunto. Desde el 2011 hasta el 2015, un total de 3.357 niñas, de entre 10 a 14 años, dieron a luz en Paraguay. Es decir, un promedio de 671 casos por año. "Si tenemos en cuenta que no se puede considerar a menores de 14 años como una relación consentida, estamos hablando de abuso sexual en todos estos casos", expresa. En efecto, según datos del Ministerio Público, el año pasado se recibieron 2,076 denuncias por abuso sexual contra menores.
Para el profesional, la educación y los programas educativos que se dan en los colegios son fundamentales para trabajar en forma paliativa. "Claro que la casa es el primer lugar donde se tiene que hablar de sexualidad con los hijos. Pero la realidad es que ni los padres están preparados. Lo real y concreto es que se tiene que hablar de ello. No se le está llegando bien desde el sistema educativo. Los adultos tenemos que volver a trabajar en cómo informar a nuestros hijos sobre esto", dice.
Por otro lado, agrega que es urgente que en los colegios se trate de manera más intensiva la cuestión. "Se tiene que intensificar el tema de la educación sexual para que los niños y niñas reciban una información correcta sobre la sexualidad. Que las niñas y niños sepan que deben proteger sus partes y que entiendan que si alguien les está tocando, tienen que denunciar", argumenta Sosa.
A pesar de que hay muestras evidentes sobre la necesidad de encarar de manera urgente la sexualidad en los colegios, hay quienes creen que se está buscando introducir la cuestión de "género" o de matrimonio igualitario, que no tienen ninguna relación con el problema de la falta de información adecuada de los jóvenes sobre la sexualidad y los cuidados para evitar embarazos o denunciar abusos, dice el especialista.
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L. dice que va a esperar a que su hijo -será un varoncito, como quería el papá- nazca y luego va a meterle al estudio de vuelta. "Ahora estoy estudiando peluquería. Todavía no decidí qué quiero ser, qué quiero estudiar en la Universidad, no sé todavía, pero sí quiero irme a la facultad" dice L. Luego se despide y se va.
Su mamá-suegra la acompaña.