San Pablo, Brasil. AFP.

Enfrentamientos entre policías y manifestantes, paro de transportes y en las escuelas marcaban este viernes la huelga general convocada en Brasil contra las medidas de austeridad del gobierno de Michel Temer, en un país sumido en la recesión y con niveles récord de desempleo. Al comienzo de la tarde, cuando estaban convocadas las principales marchas, el centro de Río se convirtió en un campo de batalla mientras los agentes dispersaban con gases lacrimógenos a unos 2.000 manifestantes frente a la Asamblea Legislativa.

Los enfrentamientos se prolongaban al caer la noche en torno a la plaza Cinelãndia, rodeada por policías del cuerpo antimotines que dispersaban con gases a grupos que se congregaban en las calles aledañas. En la plaza, la multitud oía oradores al grito de "¡Fora Temer!". La policía intervenía a la mañana contra activistas que bloqueaban las calles de San Pablo y otras ciudades.

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Se trata, según la Central Única de Trabajadores (CUT), de la primera huelga general convocada en el país desde junio de 1996. En esta ocasión, las denuncias apuntan en particular contra los proyectos de reforma del sistema de jubilaciones y, una vez más, de flexibilización de los contratos de trabajo. Ambas iniciativas están en votación en el Congreso como parte del programa del gobierno para enderezar las cuentas y sacar a Brasil de la peor recesión de su historia. Tanto para la CUT, como para Força Sindical (FS) la jornada fue un éxito. Según FS, casi 40 millones de brasileños se adhirieron al paro.

En la terminal internacional paulista de Guarulhos, de las 190 llegadas y 175 partidas programadas se registraron 24 despegues atrasados y siete cancelaciones hasta las 16:00 locales. En Brasilia, la huelga afectó por la mañana a 32 de los 182 vuelos previstos y ocho debieron cancelarse. La capital del país estaba sin servicio de autobuses y metro.

La paralización fue “un fracaso”

En San Pablo, después del mediodía, los trenes y el metro comenzaron a funcionar parcialmente, aunque los autobuses seguían paralizados.

Los comercios registraban un acatamiento parcial al cese de actividades. Para el gobierno de Temer, la paralización fue un fracaso: "Están impidiendo que las personas lleguen a sus lugares de trabajo", dijo el ministro de Justicia, Osmar Serraglio. Metalúrgicos, petroleros, personal de los hospitales y de los correos también se adhirieron a la protesta.

Unos 60.000 obreros no acudieron a sus puestos en las fábricas del cinturón industrial de San Pablo, paralizando montadoras como las de Mercedes o Ford. El aeropuerto doméstico de San Pablo registró 13 vuelos cancelados y 23 atrasos de un total de 124 previstos.

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