Un descontrolado grupo de manifestantes atropelló anoche el edificio del Congreso Nacional, luego de rebasar la guardia policial y en momento que un carro hidrante de la fuerza del orden quedó sin agua. A gritos de "no a la dictadura", el grupo violento se enfrentó a los agentes policiales a pedradas y otros objetos contundentes que arrancaban, desde las propias rejas del lugar, hasta muebles que hallaban en la entrada de la sede.
A medida que se sumaban los inadaptados, los primeros en derribar el cerco, portones y romper a los golpes los vidrios del acceso, llegaron ya a los otros niveles del edificio, hasta las oficinas de los parlamentarios e incluso la sala de sesiones. En tanto, otro grupo iniciaba en el vestíbulo una hoguera rápidamente alimentada por los papeles, muebles y todo objeto que encontraban a su paso. Las llamas llegaron al fuego, se expandieron hacia otros sectores, en tanto que el sistema antiincendio de las instalaciones no daba abasto ante el avance del fuego.
La enajenada turba destruyó además equipos informáticos, documentos, poniendo en riesgo sus propias vidas. En la explanada, recurrentes desmanes y corridas no permitían siquiera que los bomberos se acerquen a sofocar el incendio. Se llevaban cuanto objeto encontraban, entre ellos las placas con el nombre de legisladores liberales que apoyan la enmienda. Los carteles de Blas Llano, Fernando Silva Facetti y Ramón Gómez Verlangieri se convirtieron en trofeo de guerra y daban fe de que las oficinas de los legisladores habían sido vulneradas.
Durante alrededor de una hora, los vándalos hicieron lo que querían, destruyendo todo a su paso. Hasta que llegó nuevamente la Policía, esta vez la Montada, que esparció parte de los manifestantes. Presurosos, muchos de ellos caían al correr y se lastimaban. Otros eran alcanzados por los balines de los antidisturbios. Fueron socorridos por ambulancias.
Al cesar la presencia policial por momentos, los manifestantes regresaban a la Plaza de Armas hasta que nuevamente eran perseguidos por los agentes, que para dispersarlos recurrió a gases lacrimógenos y balines de goma, desencadenándose otra batalla campal.
Por momentos, el caos se apoderó del microcentro. En las calles, aún ardían la patrullera incendiada, en tanto que muchos locales gastronómicos que se encuentran sobre calles Palma, Presidente Franco, Alberdi, Estrella, cerraban sus puertas por temor a ser atropellados. Es que negocios ubicados sobre la calle 14 de Mayo fueron violentados durante el enfrentamiento con la Policía.