- Por Laura Ramos
- Directora del Club de Ejecutivos
Hace unas semanas veíamos con mucha alegría la excelente predisposición de la ministra Lea Giménez en cuanto a su convocatoria de representantes del sector privado para analizar, en conjunto, las distintas variables cuestionadas en el IRP. Luego de esto hubo algunos que otros desencuentros sobre las declaraciones y las formas de expresarlas, pero sin dudas ese primer paso fue el más importante.
Después de esto se ha seguido trabajando en conjunto, dejando en claro el ánimo final de ambas partes que es el bien común. Por un lado el Ministerio de Hacienda como pata fundamental del sector público, con objetivos totalmente claros de formalización y de recaudación, y por el otro el sector privado interesado en tener reglas claras y predecibles en el momento de armar una estrategia tributaria donde no se vean afectados de un día a otro con modificaciones retroactivas.
Este diálogo, donde ambos sectores intercambian opiniones distintas pero finalmente van convergiendo a un resultado de común unión, es el claro ejemplo de cómo deberíamos actuar en los demás ámbitos de interés público privado. Demostrando apertura, capaces de recibir opiniones distintas hacia ambas partes, capaces de discernir sin discutir y capaces de ser lo suficientemente humildes para tratar a la otra parte por igual.
Todo esto me trae a la memoria una frase que leí hace poco de Oscar Wilde: “Cuando todo el mundo está de acuerdo conmigo, siempre siento que estoy equivocado”, o también podemos analizar la frase de Walter Lippmann, escritor y analista político americano: “Donde todos piensan igual, nadie piensa mucho”. El diálogo sin análisis de sectores distintos con visiones diferentes se ve empobrecido o también opacado por liderazgos fuertes que no dejen otro análisis como una opción.
Sin embargo, si continuamos con esta apertura demostrada por el Ministerio de Hacienda en hacer un esfuerzo por escuchar y comprender y llegar juntos a un acuerdo común, seguramente llegaremos a resultados más ricos en análisis y más meditados desde distintos ángulos. Y seguramente esto dará lugar a equivocarnos menos.
Dentro de este diálogo, la etapa final del mismo es que los actores que participan en él cumplen roles distintos dentro de la sociedad. Lo cual hace que cada uno promocione el acuerdo dentro de su ámbito de influencia de maneras diferentes, llegando a un consenso social aceptado en distintos “lenguajes”. Es decir, el empresariado representante en esta mesa de diálogo podrá transmitir las decisiones tomadas a sus pares en el lenguaje que sus pares entienden y explicando con propiedad las dudas o temores propias del sector. Por otro lado, lo mismo ocurre en el sector público.
Por lo tanto, podemos concluir que independientemente del tema que se trate, ni el país que se analice, esta lógica de apertura, respeto y nutrirse desde sectores distintos hace que indiscutiblemente se enriquezca el análisis y salgamos beneficiados todos sobre el resultado final de la decisión.