A diferencia de las galas de la industria cinematográfica, las premiaciones musicales se permiten salir del esquema de la sobriedad y dar riendas sueltas a las extroversión.

Esto ocurre especialmente en la alfombra roja, tal y como se ha visto en la 59 edición de los Grammy que se caracterizó, como siempre, por la variedad y libertad de estilismos en los atuendos que lucieron las estrellas de la canción, que en esta ocasión se decantaron por tonos vivos como el rojo, el verde o el dorado.

Adele, la gran ganadora de la premiación con cinco estatuillas, también se destacó por su acertada elección, luciendo un atuendo de Givenchy Alta Costura que recibió muy buenas críticas por parte de los expertos en la materia.

La que una vez más decepcionó en la alfombra roja fue Rihanna con un dos piezas de Armani Privé; tampoco le fue muy bien a Katy Perry con el Tom Ford que escogió, encabezando varias nóminas de las peor vestidas de la fiesta celebrada en el Staples Center, de Los Ángeles (California).