- Por Jorge Torres Romero
- Periodista
Tampoco está todo tan mal como pintan algunos, y mucho menos todo está demasiado bien como para no ver lo malo. La preocupación que tienen algunos referentes del gobierno, como el caso puntual del vicepresidente de la República, Juan Afara, es absolutamente legítima. Claro, que cuando uno está en el poder y en el entorno, observa in situ y tiene la información de primera mano de todo lo que se hace a diario en función de gobierno, pero todo eso queda ahí, entre cuatro paredes, se debería preocupar. Es que, lo que se amplifica en los medios masivos de comunicación no refleja precisamente eso que perciben y ven los que están en función de poder. Pero entonces, ¿dónde está el problema?
El presidente Horacio Cartes y la gente de su entorno, a un año de haber llegado al poder, ya tenían esta misma percepción: hacemos cosas que nunca se hicieron, pero eso no es lo que refleja la prensa. A tal punto que montaron una reunión privada el miércoles 20 de agosto del 2014 en Mburuvicha Róga con prestigiosos periodistas como Armando Rivarola (Abc), Luis Bareiro (Grupo Vierci), Carlos Troche (SNT), Roberto Sosa (Abc Cardinal), Óscar Acosta (Grupo Vierci), Guillermo Domaniczky (Abc Cardinal), Carlos Peralta (780-Unicanal), entre otros.
Este encuentro "secreto" había generado suspicacias, pero, particularmente no había hecho ningún juicio de valor, porque sigo sosteniendo que es válida la preocupación de los hombres del gobierno cuando se trata de mejorar la comunicación.
Tras esta reunión, incluso, en una entrevista en radio Ñanduti, mi respetado amigo Armando Rivarola, jefe de redacción del diario Abc Color, confesó que le recomendó al jefe de Estado hablar más con la prensa y que incluso –de ser necesario– debería informar a la ciudadanía a través de una cadena nacional "para que la gente conozca cuál es la postura del presidente sobre algunos temas".
A juzgar por lo que pasa hoy, ésta recomendación no fue tenida en cuenta por el presidente, ya que no brinda periódicamente ninguna conferencia de prensa y mucho menos intentó hacer una especie de "cadena nacional".
A dos años de esa reunión, el vicepresidente Afara convoca a todos los dueños de radios del interior, que serían como 250 en todo el país, para expresarles que la preocupación sigue siendo exactamente la misma. Es más, ahora, incluso es peor, hay una marcada agenda de los principales medios de tirotear todo lo que hace el gobierno, sin importar la verdad, más que la verdad publicada por ellos, alentada quizás en gran parte por las sucesivas metidas de pata de entusiastas dirigentes políticos colorados en ganarse puntos con el mandatario.
Que existe un interés particular de cada dueño de medio de prensa, es cierto. Que este gobierno hizo recortes millonarios en pautas publicitarias a los grandes medios, es cierto. Que la lectura que tienen algunos periodistas de que solamente la crítica al gobierno vende, es cierto. Que deben seguir buscando mecanismos y formas de mejorar la comunicación gubernamental, claro que se debe. Que el gobierno puede pautar en los medios de comunicación, claro que es válido, siempre se hizo.
Pero lo que es inadmisible, y claramente sería un intento de coartarla libertad de expresión es la forma en que fue planteada hacer esa comunicación por el vicepresidente Afara. No se puede condicionar el apoyo estatal a cambio de difundir buenas noticas. Eso es sencillamente un chantaje.
Pedirles a dueños de medios, aprovechando el reclamo legítimo que hacen de querer parte de la torta publicitaria del Estado, es como mínimo una torpeza política. Es intolerable, condicionar apoyo a cambio de que hablen bien del gobierno. Escuché las declaraciones de Afara y como mínimo corresponde una aclaración. Caso contrario, nos da sobradas razones para pensar que esa idea del pensamiento único, todavía sigue tan vigente cuando ya la creímos superada y digerida. Sigo sosteniendo que, después de 28 años de democracia, recién ahora estamos viendo una prensa pluralista, ya que no está condicionada ni definida por el pensamiento de dos o tres grupos de poder. Siempre será saludable para la democracia una prensa crítica, con torpezas y abusos, pero siempre libre.