Por Pablo Noé
Director periodístico La Nación TV
pablo.noe@gruponacion.com.py
Ante los ojos de distintas personas, un árbol puede ser una especie de buena madera para hacer muebles duraderos y de calidad, o ser una planta nativa de cierta región, o un buen paisaje para ser plasmado en una fotografía; o simplemente el lugar ideal para tomar un refrescante tereré, descansando del agobiante calor reinante. El foco de análisis de cada caso estará centrado en el mundo interior de quien describe un hecho, con el prisma indiscutible de su formación personal e intereses como orientadores de sus opiniones.
Este ejemplo puede repetirse en todos los casos y la estructura será esencialmente la misma. Desde ese punto de partida es interesante hacer una descripción de lo que implica un hecho histórico para la sociedad paraguaya, como lo es indudablemente el golpe del 2 y 3 de febrero de 1989, que derrocó al sangriento dictador Alfredo Stroessner, quien gobernó el Paraguay con mano de hierro, durante más de 34 años.
Cada aniversario de este suceso divide las aguas respecto a la implicancia de este régimen, que para muchos sigue siendo una etapa de "paz y progreso" para la República, mientras que para la otra porción de la población, el dolor y el atropello de derechos fundamentales para las personas marca este periodo cruel para el país. Aplicando el razonamiento inicial, podemos concluir que los intereses y motivaciones particulares llevan a que cada persona tenga una mirada puntual de acuerdo a como incorporó esta fase a su vida. Este aprendizaje está marcado por los beneficios o privaciones que sufrió durante este tiempo.
Cada aniversario de este suceso divide las aguas respecto a la implicancia de este régimen, que para muchos sigue siendo una etapa de "paz y progreso" para la República, mientras que para la otra porción de la población, el dolor y el atropello de los derechos fundamentales para las personas marca este periodo cruel para el país.
En este punto entramos en una cuestión que debería ser revisada a profundidad por la sociedad paraguaya: la manera en la que vamos construyendo nuestra historia, la forma en la que asumimos ciertas situaciones y como vamos escribiendo nuestro legado para las generaciones futuras. En este aspecto, las evaluaciones deberían invitarnos a una reflexión profunda. Porque fallamos al no establecernos parámetros optimizados de lo que fue verdaderamente este régimen, al que seguimos describiendo hasta de manera antojadiza, puesto que la consolidación de un relato sistematizado, siempre se ve opacado por expresiones de deseo y de tergiversaciones interesadas. Esta realidad deviene del fracaso del proceso social, educativo y cultural de debatir a profundidad y con elementos contundentes lo que implicó la dictadura stronista.
Por eso, en lugar de celebrar 28 años de democracia, recordamos el tiempo en que el tirano se alejó del poder. De acuerdo a la mirada de la gente, podemos entender que resulta casi imposible que la ciudadanía analice un régimen que trajo muerte, persecución y pobreza a un país, y que en lugar de nostalgia se nutra de elementos objetivos que demuestren lo nefasto de su gestión para el país. Mas todavía cuando la misma gente sigue sufriendo por falta de oportunidades en educación, salud, empleo y posibilidades para tener acceso a una vida digna. La democracia se limitó a darnos chance de opinar y elegir, sin acompañar de manera efectiva los deseos de las personas.
En este contexto de carencias de debate, es entendible que cualquier abuso en el ejercicio de poder –absolutamente cuestionable y que peligrosamente se repite con mayor frecuencia– pueda ser comparado con la dictadura de Stroessner, olvidando lo que verdaderamente significaba vivir en ese tiempo. Los calificativos magnificados buscan apuntalar críticas y no fortalecer un proceso de debate profundo que mejore la calidad de la democracia. Nos agotamos en las luchas intestinas olvidando que para fortalecer a una nación es fundamental consolidar nuestra historia para no repetirla.