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Al tratar de responder a una pregunta importante sin mucha información, resulta tentador asignar gran significado a los pocos hechos que se pueden encontrar. Lo mismo ocurre con Donald Trump y el Congreso Republicano que tomarán posesión el próximo año. El gabinete propuesto por Trump está siendo escudriñado por las señales de cómo él lo irá a gobernar, pero nadie sabe aún si el presidente electo dejará que cada quien su equipo controle su respectivo feudo o tome decisiones por sí mismo. Nadie sabe cuál será el equilibrio de poder entre la Casa Blanca, el vicepresidente, el Senado y la Cámara. Tampoco nadie sabe si Trump intentará cumplir las promesas que hizo mientras hacía campaña o si las dejará de lado. Es probable que ni él mismo lo sepa.

Un hecho conocido es que Trump ya anunció que le gustaría mantener las partes de la Ley de Cuidado de la Salud a Bajo Precio, más conocida como Obamacare, que son populares y que preferiría deshacerse de las porciones que no lo son. Esto ha sido tomado como evidencia de una moderación repentina. No lo es. En cambio, es una señal de que, ante los difíciles enfrentamientos, el presidente electo prefiere ignorarlos y prometer que sí, todos pueden tener un pony, ese caprichito de adolescentes en familias acaudaladas.

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Obamacare se ha convertido en una muestra rápida de cómo funciona el cuidado de la salud para la minoría de los estadounidenses que no tienen seguro médico a través de sus empleadores. Algunas de sus partes son populares, como la prohibición de que las aseguradoras denieguen cobertura a las personas sólo porque ya están enfermas. Otras partes no lo son, como la compulsión de comprar un seguro o enfrentar una multa. Las partes populares e impopulares funcionan juntas: obligar a las personas sanas a contratar seguros hace rentable el negocio de asegurar a los enfermos. La única manera de superar esta situación es mediante un mayor subsidio del gobierno.

Si lo que Trump ha prometido no es factible, ¿qué es lo que puede ocurrir con el principal logro nacional del presidente saliente? Comenzando a principios del próximo año, los republicanos eliminarán las cosas que hacen que Obamacare se limite a funcionar ahora, poniendo a alguien a cargo del departamento gubernamental correspondiente que emitirá directivas para deshacerlo. Una medida sería cambiar las reglas que dicen que el seguro debe cubrir la pediatría, la enfermedad mental, los medicamentos recetados y otras cosas. Las aseguradoras tienen contrato hasta finales del 2017, pero en ese momento, ante la incertidumbre, probablemente se retirarán.

Para entonces ya puede haber una nueva ley de salud aprobada por el Congreso. Probablemente se basará en un plan ideado por el Presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que facilita las reglas sobre lo que los aseguradores de salud están autorizados a cobrar y las condiciones que deben cubrir. Esto hará que muchos planes de seguro sean más baratos. Pero las personas más enfermas verán sus primas elevarse y los planes más baratos tendrán costos tan altos que pueden no ser de mucho valor práctico para sus titulares. Ryan quiere reemplazar los créditos fiscales de Obamacare, que varían con los ingresos, con un crédito fiscal universal vinculado a la edad. Tal sistema redistribuiría menos a los americanos más pobres.

Dejar las cosas difíciles para cada Estado

El cambio más importante, sin embargo, puede ser a otra parte de la ley. La expansión de Medicaid –el programa para aquellos considerados demasiado pobres para pagar los seguros– es la razón más importante por la que la proporción de estadounidenses sin cobertura de salud cayó de 15% en el 2008 a 9% en el 2015. A los republicanos en el Congreso les gustaría que cada Estado concrete sus propios planes para estas personas para así recortar la financiación federal en general. Trump todavía no ha dicho nada al respecto.

Obamacare está lejos de ser perfecto: las primas se dispararon el año pasado porque las aseguradoras perdieron dinero en la anterior. Pero contiene una aspiración sensata. En Estados Unidos, al igual que en otros países ricos, el cuidado de la salud debe cubrir el mayor número posible de personas. Esa idea está nuevamente en discusión.

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