Andreas Wich se sentía abrumado. Frente a él estaban las estadísticas irrefutables. Sus sospechas se habían convertido en aterradora realidad. Como si fuera el humo lejano de un nefasto presentimiento en un principio, ahora con el informe en sus manos se confirmaba que, efectivamente, un mortal y específico tipo de incendio de accidentes viales devoraba en forma cada vez más ávida las calles de Asunción y amenazaba con extenderse por todo el país.
No podía creer lo que leía. Ese año 2006, las cifras de la Dirección de Tránsito de la Municipalidad de Asunción indicaban que las muertes por accidentes en motocicleta en promedio dejaban como saldo una víctima cada 48 horas, pero de forma alarmante entre enero y febrero ese ritmo se elevó vertiginosamente para decretar un fallecimiento por esa causa cada 24 horas.
El aumento del índice de mortalidad en accidentes de tránsito con motocicletas era alarmante. Y una de las principales razones era el no uso del casco protector.
El informe revelaba -entre varios datos desconocidos por él- que la mayoría de los motociclistas era de sexo masculino y que manejaban solos; que el 91% no utilizaba otros elementos de protección además del casco y que ese 9% solo utilizaba botas y guantes. Además, si aparentemente el 70% sí se ponía casco para conducir su biciclo, ese porcentaje era irreal ya que durante los controles los agentes se percataron de que la mayoría de la muestra tomada presentaba el detalle de que no tenían correctamente abrochados los cascos, lo que equivale a no tenerlos en realidad y mucho menos en el horario comprendido entre la tarde y noche, cuando el implemento protector no era prácticamente utilizado.
Y peor, el sondeo mostraba que del 21% de motociclistas que llevaba acompañante (54% mujeres y 46% varones), la mayoría no tenía o no utilizaba casco, por lo que el porcentaje de no uso del casco protector se elevaba a 87%.
Se suman más datos
No tardaría mucho para que el jefe del Hospital de Emergencias Médicas (hoy Hospital del Trauma), Dr. Juan Manuel Fernández, anunciase a los accidentes de motocicleta como el principal problema de salud a nivel nacional.
El médico también afirmaba que la parte más vulnerable en este tipo de percances era la cabeza. "El aumento de los accidentes y muertes de los conductores de motocicletas se produce en momentos en que las cifras de producción de motocicletas en el país estiman llegar a 120 mil unidades para el año 2007", lee Andreas, y siente el miedo, que se le sube como un torrente por la columna vertebral.
No era para menos. Entiende que la proyección de las ventas de motos es un indicador peligroso y que, indefectiblemente, la situación iba a empeorar. Los números presentaban un panorama alarmante, por lo que, como alumno de la carrera de Diseño Industrial, de la Facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, decidió hacer un aporte a la problemática al desarrollar su tesina para optar por el título de la licenciatura.
Andreas se preguntaba por qué los usuarios de motocicletas de Asunción no utilizaban cascos protectores, a pesar de tenerlos colgando del manubrio o sujetos al portabultos o en el codo por si apareciese algún Policía de Transito. ¿Por qué no los utilizaban si eran vitales para su seguridad y obligatorios por el reglamento de tránsito en todo el país? ¿Por qué la principal causa de muerte en accidentes de motociclistas se daba como consecuencia de lesiones graves en la cabeza?
Las respuestas eran simples
Los conductores no estaban acostumbrados a usar casco, les resultaba molesto, pesado. Además, como la mayor parte del tiempo, el clima, en Paraguay, es caluroso y húmedo, llevar el implemento de seguridad era una tortura ya que no solo les hacía sudar, sino que debido a que es un accesorio cerrado, les privaba de algo de la audición.
Tras analizar los avances en su investigación, decidió que se prepararía para defender su propuesta: "Diseño de un casco protector urbano para motocicletas de baja cilindrada". A partir de entonces indagaría sobre todos los aspectos en cuanto a la seguridad, incluso a la pasiva, para los usuarios de motocicletas, ya que tiene como función proteger o aminorar todo tipo de lesiones al usuario en caso de que se produzca un accidente.
La seguridad del usuario de moto era para Andreas un tema amplio en cuanto a las opciones que presentaba, y, se enfocaría en encontrar necesidades aún no atendidas o en replantearse desde la perspectiva del diseño industrial, una vez terminada la investigación.
El punto de inicio estaba claro
Pero aún debía entender las causas y características del fenómeno de la motocicleta en el Paraguay, analizar los datos estadísticos sobre la cantidad y tipos de accidentes de motocicletas y sus causas principales, definir el perfil del usuario motociclista, seleccionar las principales lesiones que ocurrían como consecuencia de un accidente de tránsito y los dispositivos de protección utilizados, comprender cuáles eran las razones por las que los motociclistas paraguayos no utilizan cascos, lo que haría a través de una encuesta.
Pero, además, debía definir varios temas como la misma motocicleta y sus partes principales, así como también al casco protector, los requerimientos de diseño; identificar los principales problemas que presentaban los cascos nacionales; descubrir las preferencias de usuarios motociclistas asunceños sobre los protectores; desarrollar propuestas de diseño y definir una propuesta final y hacer una maqueta de ésta, a escala real, además de proponer futuras extensiones al proyecto.
Eran tantos los detalles que Andreas debía tener en cuenta, así que esquematizó la tarea: Diseñar un elemento que prevenga y reduzca la gravedad de las lesiones ocasionadas a los usuarios de biciclos, que sea accesible y atractivo, fabricado en el país y para el mercado nacional. En primer lugar debía cumplir con su función principal, la de proteger la cabeza; segundo, el costo de producción debía ser accesible sin que merme la calidad, sobre todo teniendo en cuenta los importados chinos, cuyo precio era en promedio de USD 30, o sea G. 150.000. En tercer lugar, era fundamental el modelo, teniendo en cuenta el clima del país y en cuarto lugar, ofrecer funciones o mejoras (accesorios), como la seguridad contra hurto, espacio para tecnología de última generación, interior lavable, materiales antihongos y antibacterias, etc.
Características
Para Andreas, el casco debía ser capaz de repartir la fuerza del impacto gracias a su resistencia, pero también debía tener una forma redondeada para permitirle el deslizamiento y así evitar que quede atascado con algún elemento en el momento del accidente. Un detalle importante es que tenía que encontrar el equilibrio justo para lograr que sea abierto, pero protegiendo las orejas.
El moldeado se haría por inyección en plástico ABS, de 3 mm de espesor, con 17 perforaciones de 6 mm para la ventilación.
Precisamente la ventilación es una de las características de diseño que hacen a este casco una propuesta valedera ya que cuenta con el sistema "SUS 17" (Sistema de Ventilación Seguro), que consiste en un túnel que extrae el calor del interior mediante 17 canales que se comunican, lo que mantienen fresca la cabeza del usuario, utilizando el efecto Venturi.
En cuanto al relleno protector, el futuro diseñador determinó que la mejor opción sería por inyección de EPS de alta densidad, de 25 mm de espesor y que esté pegado en el interior. El diseño preveía también un protector de nuca, hecho de espuma de poliuretano expandido y que estuviera forrado con tela jersey. También el relleno de confort sería de espuma de poliuretano expandido, de 10 mm de espesor y densidad 35 (120 Kg./m³), con forma ergonómica para recibir la cabeza del usuario.
La opción más válida para fabricar el visor -fijo pero desmontable- sería con la inyección de policarbonato de 2 mm con buena transparencia, para proteger los ojos de las condiciones climatológicas y partículas sólidas.
Otros dos aditamentos especiales también presentaría el casco: Dispositivos auditivos que permitan la entrada de ondas sonoras en el interior sin comprometer la seguridad para el usuario, y las bandas reflectantes, que consisten en 5 adhesivos plateados de marca 3M pegados a los costados.
Producción
La propuesta del nuevo casco, presentada por Andreas a través de su tesina, tuvo una sorprendente buena aceptación por parte de la Universidad Católica, que consideró el proyecto como importante para dar solución a la grave problemática social que son los accidentes en motocicletas y sobre todo avanzar en un aspecto evitable, que representa la protección de la cabeza.
Según los estudios realizados, para poder competir con los precios de los cascos Open-face Chinos, que rondan entre los G. 30.000 y G. 50.000 y los de origen brasileños, que van desde los G. 80.000 hasta G. 200.000 con algo más de calidad, para Andreas la meta sería alcanzar un precio de venta de G. 150.000, por lo que plantea como de vital importancia encontrar un fabricante -preferentemente en China- de cascos que ofrezcan una calidad parecida o mejor a la brasileña y que responda a términos de calidad internacional (certificaciones) y tenga experiencia en exportaciones a Sudamérica.