Por Antonio López
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Es evidente que el mensaje que en los últimos tiempos vienen dando los pastores de la Iglesia Católica paraguaya, va cayendo por su propio peso, va perdiendo fuerzas. Y de esto, la gran responsabilidad la tienen los propios pastores (obispos y sacerdotes), ya que, y está comprobado, lo que dicen, muchas veces, nada tienen que ver con lo que hacen.
La Iglesia Católica paraguaya está cayendo, lamentablemente, en una alta falta de credibilidad; y digo lamentablemente porque el paraguayo siempre creyó, se guió por las "enseñanzas" que daban sus pastores, y hoy ven cómo esas homilías que domingo a domingo se empeñan en exponer desde un púlpito, van perdiendo fuerzas por el propio comportamiento de un importante número de quienes tienen a su cargo dar el mensaje.
Un claro ejemplo podemos sacar de la homilía del último viernes del obispo de Caacupé, Claudio Giménez, durante la misa del novenario de la Virgen. En un momento del sermón apuntó a los jóvenes, pero no de manera a servirlos de guía, sino muy por el contrario, entró en una serie de puntos que nada tienen que ver con las enseñanzas de Cristo. Y criticó a quienes se "pintan todo el cuerpo", asegurando que quienes se tatúan el cuerpo "tienen el alma vacía". Pero fue un poco mas allá y se tiró contra quienes "copian en los exámenes" y dijo que los jóvenes "deberían estar desarrollando otras actividades en vez de estar vaciando latitas de cerveza después de cada partido. Tomar agua le va a hacer mejor al cuerpo", dijo.
Estoy convencido de que el alto prelado "salió de carril", "derrapó" y fue hacia el lado que no debía. Su misión es la de predicar la palabra de Dios, en un marco actual sí, pero justamente usó el púlpito para atacar groseramente a una juventud que a lo mejor está un poco desviada, pero con pastores como Giménez, antes que volver a la Iglesia, optarán y con razón tomar otros rumbos.
Hoy son muchos (un número importante) los pastores de la iglesia (obispos y sacerdotes) que transitan un camino que no es el correcto.
Y no se puede dejar de mencionar que llamativamente está Iglesia Católica, sí la paraguaya, calla y profundamente lo que ocurre en su seno. Hoy son muchos (un número importante) los pastores de la iglesia (obispos y sacerdotes) que transitan un camino que no es el correcto. Pero no se escucha desde arriba, desde la jerarquía eclesial, un mea culpa. Un arrepentimiento que muestre por lo menos una luz para poder hacer retornar hacia ella la credibilidad de sus ovejas.
No, al contrario, lo de Giménez fue una clara muestra de que se oculta y mucho, se oculta actitudes de los pastores que hacen tener vergüenza hasta al más desvergonzado. Ocultar lo que pasa dentro de mi casa, atacando a otros, parece ser la consigna.
Enseñar es mostrar un camino y no sacar las miserias que puede tener quien debe recibir esas enseñanzas, pero sin embargo, lo único que se escuchan hoy desde los púlpitos son ataques, y lo que es peor, muchos de "esos atacantes" no tienen la altura moral para actuar como actúan.
En contrapartida conviene recordar que sí hay muchos, muchísimos jóvenes que valen la pena. En la misma Caacupé, cientos de jóvenes dieron un ejemplo de vida en la tarde-noche del pasado sábado, mostrando a los pastores de la Iglesia, cómo se debe actuar. En un manifiesto que dieron a conocer frente a la Basílica señalaron que "somos testigos de pastores que cada día pierden más sentido y gracias en su vocación, ocupándose más en sus intereses personales que de la comunidad y los fieles".?Agregaron además que "venimos a manifestarnos y proclamar nuestra voz de esperanza y de coraje, para decir que no tenemos miedo y ya no callaremos lo que creemos que debe cambiar y sabemos que está en contra de la civilización del amor; que tantas generaciones de jóvenes han abrazado como proyecto personal, comunitario y nacional".?Pero lamentablemente a estos jóvenes que les enrostran sus miserias, los obispos y sacerdotes parecen no tener en cuenta. Como si no existieran, cuando que en realidad son parte importante de la religiosidad en el Paraguay.