Tras su brillante debut como directora de orquesta del ensamble de guitarras Pu Rory, la guitarrista clásica más querida del país se prepara para acompañar a Toquinho, referente del bossa nova, en lo que será su cierre del año.

Entrevista: Micaela Cattáneo

Fotografía y edición digital: Javier Valdez

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Producción: Juan Ángel Monzón

Estilismo: Sonia Agüero

Como toda artista que ha recorrido museos en sus viajes de trabajo, Berta Rojas subía las escaleras de la Iglesia de la Encarnación -locación elegida para la producción de fotos-, con una rapidez inigualable. Hizo un alto hacia el órgano del templo, donde un joven acariciaba los teclados del instrumento, tan lleno de historia como el edificio mismo. Él le dedicó una pieza, ella lo escuchó atentamente; al terminar ella tomó su lugar, y los presentes tuvimos el privilegio de participar de un breve concierto en un instrumento diferente al que solemos asociar su nombre.

El estado en reposo de este monumento religioso fue testigo de que, en manos de Berta, los sonidos se hacen inmaculados; el impulso creativo que le ofrece el silencio de una construcción infinita, la serena. Un déjà vu intencional al que recurre cuando el bullicio de un concierto la pudiera estar desconcentrando.

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Aunque para encontrar calma antes de una presentación, tiene sus propios rituales. Antes de que el telón rojo se abra, Berta Rojas respira, toma un té y come una banana. Sin importar el rincón del mundo en el que se encuentre: "Recuerdo que una vez estaba por dar un concierto con la Orquesta Juan de Dios Filiberto en Argentina y me di cuenta que me había olvidado de la banana -cuenta-. Me acordé que tenía una amiga en platea, le escribí que por favor fuera a comprarme una y, por suerte, me la trajo. Yo ya no sé qué efectos tiene esta fruta, si me ayuda o no; pero si no hay una antes de empezar el concierto, parece que no soy feliz", dice entre risas, mientras la maquillan para la sesión de fotos.

Y es que los detrás de escena suelen ser caóticos: personas corriendo de un lado a otro, maquilladores y peluqueros perfeccionando con pequeños retoques el estilismo ya armado, artistas afinando sus guitarras o vocalizando en un rincón del salón y técnicos ajustando los últimos detalles de luces y sonidos; un acople de nervios que se intensifica conforme pasan los minutos. No es el caso de Berta, al menos no lo fue en su debut como directora del ensamble Pu Rory, una orquesta de guitarras cuyos miembros fueron elegidos a través de un concurso de Youtube. "Para mí era muy importante tener toda la serenidad del mundo y poder transmitirla a los chicos. Sentí una enorme responsabilidad de inducir a ese ensamble confianza, seguridad y mucha paz", confiesa.

Fotografía y edición digital: Javier Valdez[/caption]

Se la vio así, sosegada y contenta, engalanada con un vestido largo y negro, frente a un auditorio que por primera vez la veía de espalda; ya que en esta oportunidad, sus manos estuvieron ocupadas por una batuta y no por las seis cuerdas de su guitarra. "En la noche, quizás, ya es poco lo que uno hace porque el trabajo viene de antes: pulir las voces, limpiar el ensamble para que suene perfecto, trabajar guitarra por guitarra para que los jóvenes estén a la altura de las exigencias de las obras. Se notó el encelo, esas ganas de dejar lo mejor de ellos", comenta la intérprete, también creadora del proyecto que contribuye a la formación musical de artistas emergentes.

"¿Por qué ese interés recurrente de hacer un aporte musical a través de los más jóvenes?", le pregunto, al encontrar entre sus antecedentes la emblemática gira Con Berta Rojas hoy toca Mangoré, realizada en distintos colegios del país y que este año cumplió su noveno aniversario. A lo que Berta, con una sonrisa que sabe a satisfacción, responde: "Creo que hay que trabajar mucho en la renovación del público para la música clásica, es muy importante que esta no tenga sólo un público que sea de 50 o 60 años para arriba. Siento que los jóvenes tienen que conocer lo mejor de nuestra cultura y, cuando uno piensa en eso, es inevitable trasladarse a la figura de Agustín Pío Barrios".

Fotografía y edición digital: Javier Valdez[/caption]

"En su figura se sintetizan un montón de cosas con lo mejor de ser paraguayo. Para mí, hablarles de Mangoré y tocar su música es una manera de impulsarles a conocer lo que un paraguayo, visionario, talentoso y joven -como ellos- logró. Mangoré se jugó, tomó una decisión valiente, recorrió toda América con su música y se convirtió en uno de los más grandes compositores guitarristas de todos los tiempos; es un ejemplo de vida muy lindo", agrega.

Berta está tan asociada a la figura de Mangoré, que es un imprescindible en sus conciertos. "Si entregamos un programa donde no está La catedral, donde no está Barrios, te miran mal", cuenta con humor pero orgullosa del lugar que está ocupando el legendario guitarrista en nuestro país y en el mundo.

Y a propósito de la tan hablada enemistad entre Barrios y el español Andrés Segovia (considerado el padre del movimiento moderno de la guitarra clásica), Rojas saca a relucir una anécdota para dar a entender la magnitud del compositor de Danza paraguaya: "Me encontré el otro día con Benjamín Verdevery, compositor y guitarrista de la Universidad de Yale, quien me comentaba: 'Hoy a las generaciones más jóvenes casi que hay que contarles quién fue Segovia, no así Mangoré'. Entonces, resulta interesante lo que su perspectiva como compositor da a entender; sobre todo, para saber cómo está posicionado nuestro Mangoré".

Inspiración antes que modelo

La artista que a lo largo de su carrera recibió tres nominaciones al Grammy Latino por sus discos Día y Medio (2012), Salsa Roja (2014) e Historia del Tango (2015), recibe por parte de sus alumnos halagos y palabras de agradecimiento. "Es paciente, humilde y siempre transmite lo mejor, no se guarda nada para ella", decía Diego Solís (23), guitarrista de Pu Rory. Aunque los títulos de "referente" o "modelo a seguir" no son los preferidos de Berta cuando de ella se trata. "Sí, ojalá sea una fuente de inspiración para los jóvenes; pero, ¿por qué uno se va a modelar a partir de la figura del otro? Creo que el concepto más lindo es que uno se modela a sí mismo", precisa.

“Hay que trabajar mucho en la renovación del público para la música clásica, es muy importante que esta no tenga sólo un público que sea de 50 o 60 años para arriba.”

"La inspiración uno la puede encontrar en distintos lugares e instancias de la vida", sintetiza, y al instante trae a su memoria un episodio que la motiva siempre: "A media cuadra de mi oficina hay una señora que vende frutas y a menudo, cuando pasó por ahí, converso con ella. Me dice que nunca dejó de trabajar y que a veces en el día hace entre 10.000 o 20.000 guaraníes. Ese ejemplo a mí me inspira porque es una señora que vive de su trabajo con inmensa humildad y sacrificio".

Y parte de ese sacrificio, en la música, se adquiere con un poco de rebeldía. "No quiero que el ensamble sea silencioso", sentencia y explica: "Muchas veces, los más rebeldes son los más creativos, y me encanta escuchar la rebeldía de la juventud; la celebro, porque uno crece con eso".

Fotografía y edición digital: Javier Valdez[/caption]

Entonces, "¿hay planes de componer?", le consulto y contesta distendida y segura: "Uno no se decide compositor, uno nace. Yo soy intérprete, a mí lo que me gusta es darle vida a las hojas que están sobre el papel; ése es mi trabajo y si nosotros no mediamos entre el compositor y el público, ¿quién va a hacer escuchar la música?".

Otro de los guitarristas que participó en el ensamble, responde: "Ella siempre nos dice que tenemos que tener un sueño, porque tarde o temprano, se cumplen". Y el siguiente sueño al que Berta aspira es poder llevar justamente al ensamble Pu Rory a Washington, Irlanda y Asia.

Emotiva despedida

Berta cierra un año inmejorable presentándose el viernes 9 de diciembre junto al cantautor de Garota de Ipanema y Acuarela en el Banco Central del Paraguay. "Mi primer profesor de guitarra, Emiliano I. Rivero, tiene mucha conexión con el show que haré con Toquinho porque con él aprendí a tocar bossa nova", destaca sobre compartir el escenario con uno de los máximos referentes del género.

Y sin dudas, el público ya se lo está haciendo saber en los conciertos previos que anticipan la calidad del que será su fin de capítulo veinte dieciséis. "Creo que los aplausos son cosas que siempre van a permanecer en la vida de un artista, esa emoción que se siente en el encuentro con el público. El día en que se pierde la emoción del aplauso, pierde también de alguna manera la magia y el motor que nos hace erizar cuando estamos en contacto con ellos. No creo que uno pueda llegar a acostumbrarse a desoír el aplauso del público".

En la vida de Berta, la música tiene múltiples significados, el año pasado, incluso llegó hasta ser sanadora. "De hecho, teníamos que hacer la gira de los colegios y no podía levantarme, no estaba muy bien. La suspendimos varias veces hasta que finalmente la hicimos, empecé muy baja de fuerza pero terminé feliz", recuerda de un periodo oscuro marcado por el cáncer, del cual hoy, da vuelta la página.

Fotografía y edición digital: Javier Valdez[/caption]

La clave de sol fue el primer versículo de su relación con el arte; el pentagrama, una oración que abrazó a través de la historia de sus seis cuerdas; la melodía, el ritmo y la armonía en conjunto, un milagro que despertó la fe artística de quienes la escuchaban tocar. La guitarrista clásica más querida del país se confiesa católica pero también tiene otra religión: la música.

Créditos

Prendas: MAESTRO

Accesorios: JOYAS FIÓ

Maquillaje y peinado: CESAR BAEZ ESTILISTA

Agradecimientos: PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACIÓN / PÁRROCO PBRO. ÁNGEL ARÉVALO

Etiquetas: #Berta Rojas

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