Por Laura Morel

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Hablando en términos deportivos, en Paraguay y gran parte de Sudamérica, todo niño nace con la pelota de fútbol bajo el brazo. Y, dependiendo del fanatismo de los padres, con la camiseta puesta y el vaticinio de "será el futbolista de la familia".

Entonces, comienza a dibujarse el camino: canchita de barrio, escuela de fútbol, equipo de Primera, liga internacional y a la selección nacional!

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Cuando este deseo está tan arraigado a nuestras costumbres, es difícil imaginar que existan personas que tengan el mismo sueño con un balón, pero que en este caso el mismo no sea redondo sino ovalado.

El rugby es un deporte considerado de élite y como tal, en países como el nuestro en que solo el fútbol es digno de difusión y apoyo, sobrevive como deporte amateur.

Los jugadores no pueden darse el lujo de "vivir para entrenar", por lo que ese mismo camino con el que sueña transitar todo futbolista se le presenta con muchos más obstáculos.

Aun así algunos -por fortuna cada vez son más- no se dan por vencidos, no se conforman con las limitaciones propias de nuestro amateurismo y salen a perseguir sus sueños.

Esa es la historia que compartimos hoy aquí, la de la primera mujer paraguaya que juega al rugby profesional en Francia, la del entrenador compatriota que le abrió las puertas y la de otros tantos paraguayos que desde mediados de los noventa encontraron en aquel país europeo el lugar donde "los sueños se hacen realidad".

Promesa a la abuela

Chinako, su esposa Annabel y la amada abuela Florencia, la razón de su ida a Francia.[/caption]

El admirado Pedrito García, quien con absoluta propiedad puede llamarse "periodista deportivo" por ser conocedor de todas las disciplinas, destaca siempre que uno debe salir en busca de las oportunidades y no esperar a que las mismas lleguen, aparezcan.

Eso fue lo que hizo Fredy Lares, quien en contacto con La Nación Digital desde Francia se apresura a aclarar: "en realidad, casi nadie me conoce como Fredy, sino como Chinako", un paraguayo que en 2003 vio como ese "propósito" que tuvo desde que empezó a jugar al rugby a los 13 años en el Asunción podía cumplirse.

"En el 2002 era entrenador de la selección juvenil de Paraguay, con la que hicimos una gira por Italia, donde ya tuve una visión de querer jugar fuera. En el 2003 entrené a la selección M19 en el Mundial Juvenil Europeo, que se jugó en Francia. Fue ahí cuando me decidí, porque el presidente del club que nos alojó durante el Mundial hablaba un perfecto español. Le conté mi intención de quedarme a jugar, y ellos me ayudaron a conseguir los papeles", comienza relatando quien, cuyo mayor desafío en relación a la añoranza, tuvo que aprender a vivir lejos de la abuela.

"Yo soy hijo de abuela, por lo que para mí fue muy difícil dejarle a ella, quien fue mi mamá y papá. Pero tenía que salir de Paraguay, siempre tuve esa idea fija en la mente, como un propósito. Además, ella fue una de las razones por la cual salí a buscar un nuevo horizonte. Salí de Paraguay diciéndole 'me voy y vuelvo a comprarte para tu casita', y en vida cumplí lo que le prometí", confiesa orgulloso y nostálgico.

Chinako, desplegando garra guaraní en la cancha.[/caption]

Sin embargo, no fue nada fácil al principio. Chinako tuvo que esperar un año y medio para tener los documentos que lo habilitaban a jugar en Francia. "Yo tenía 28 años en ese entonces, y mientras esperaba mis papeles entrené a las divisiones inferiores del club (Houilles) y me puse a aprender el idioma. En seis meses ya podía entablar una conversación, aunque al principio nos comunicábamos con lápiz, papel y dibujos, como sea nos ingeniábamos", recuerda entre risas.

Cuando finalmente llegaron los papeles, a Chinako se le "abrieron todas las puertas" y ya no había impedimento que retrasara sus planes. Durante seis temporadas defendió la casaca del Houilles, así como también en ese periodo formó su familia. Se casó con Annabel Boreau, con quien tuvieron tres hijos: Mateo André (9 años), Santiago Agustín (5) y Léa Florencia (4), cuyo segundo nombre es homenaje a su amada, abuela que falleció hace tres años.

La boda se celebró en Paraguay, y contó con la presencia de todos los compañeros de equipo de Chinako "Decidieron trabajar durante un año y medio para recaudar dinero y costear el viaje, que también incluyó una gira de dos semanas en la que jugamos contra la selección paraguaya y otros clubes", relata quien ya no participó de la gira por tierras argentinas, pues aprovechó ese tiempo para compartir con la familia en Asunción.

De jugador a entrenador

En el año 2009, Lares se lesionó los ligamentos cruzados y se vio obligado a pasar por cirugía. "Aunque me operé, ya no quedé muy bien", reconoce, recalcando que "los golpes ya no son los mismos a los 20 que cuando tenés más de 30. Entonces, decidí para y me dediqué a entrenar".

Chinako y sus hijos. Los que engendró, y los que ayudó a llegar a Francia: Omar y Ricardo.[/caption]

Comenzó dirigiendo a la Primera del Houilles. Luego, al mudarse de ciudad, dirigió a un equipo que jugaba en una categoría menor, pero con el que se destacó subiéndolo dos categorías en tres temporadas.

Este año, le llegó el desafío más grande de su carrera como entrenador. Fue contratado para dirigir al equipo femenino del ASRUC (Association Sportive Rouen Université Club), de la ciudad de Rouen, que compite en la Liga Elite 2.

"Es mi primera experiencia y se siente bastante la diferencia, porque las chicas no tienen la cultura del rugby. Sobre todo, las que nunca estuvieron vinculadas de alguna manera (familiares jugadores, por ejemplo) con este deporte. Además, las chicas en general son más preguntonas y tenés que tener respuesta para todo", indica quien asume este desafío como otro propósito más a lograr.

"Espero llegar a lo máximo que pueda acá. Ahora estamos en Segunda, pero si subimos vamos a jugar en la Primera, que es el Top 8, profesional al cien por ciento, una experiencia ya de otro nivel. A eso queremos llegar", asegura.

Abriendo puertas

En su plantel, Chinako Lares cuenta con una jugadora paraguaya, una de los tantos compatriotas que ayudó a llegar al rugby francés, objetivo que se propuso "desde siempre", desde que comenzó a hacer realidad su propio sueño.

"Mi primera experiencia fue con Miguel Jara, a quien entrenaba en Asunción y luego pasó a Santa Clara. Fue jugando por este club fue que la gente de Houilles lo vio en 2008, durante la gira. Me pidieron que le consulte si quería venir. Me dijo que sí y lo ayudé". Así comenzó todo.

"Por todo lo que yo viví, esta es una forma de retribuir mi pasado. Yo sé de dónde vengo, a dónde voy y quiero ir", asegura quien fue tendiendo la mano a todos los compatriotas que no esperaban a que las oportunidades llegaran a ellos.

Así sucedió con Lucero Viveros, la primera mujer que representa al rugby guaraní en la tierra de las mejores ligas de clubes del mundo: "Su entrenador (del Cristo Rey) me llamó, me comentó que quería venir y hablé con ella. Me gustó mucho como juega, entonces hice los trámites y ahora esta acá. Es una de las mejores del plantel".

De Concepción a Francia

Oriunda de la ciudad de Concepción, así como la gran mayoría de los paraguayos y pese a ser mujer, Lucero (26) nació con la pelota de fútbol bajo el brazo, situación que le permitió integrar las selecciones juveniles y mayores de Paraguay, así como también ir al fútbol universitario de los Estados Unidos.

Al ritmo que avanza en la cancha, llegó Lucero a la selección.[/caption]

Pero el deporte rey no lo era todo en su vida. También practicaba básquetbol, vóley y hándbol, aunque siempre mirando de reojo una modalidad en donde, como primera diferencia, el balón no era redondo sino ovalado.

"Me gustaba mucho ver los partidos de rugby, siempre quise practicar, pero como no sabía que existían equipos femeninos nunca lo hice. Hasta que un día, a finales del 2012, me enteré que la UAA (jugaba en el equipo de fútbol) estaba armando el equipo de rugby femenino, en la modalidad de seven. No pensé dos veces y me presenté", recuerda Lucero, que juega como segundo centro.

Desde entonces, el universo del rugby (si acaso existe) se alineó a su favor.

Llevaba apenas unas prácticas con el equipo universitario y su entrenador, Javier Morínigo, ya le pidió que se presentara a entrenar con la selección paraguaya, en calidad de invitada. ¿El siguiente salto? "Fue increíble todo, tenía tan poco tiempo practicando este deporte y el entrenador Víctor Velilla me enviaba un mensaje diciéndome que confiaba en mí y que estaba entre las diez seleccionadas para representar a Paraguay en el Sudamericano de Río de Janeiro".

Recordando entre risas que, al principio, "lo máximo que sabía era que la ovalada debía pasarse para atrás", Lucero destaca orgullosa: "Hoy ya tengo tres sudamericanos a cuestas".

Al preguntársele porqué, entre tantos deportes que practicó, eligió el rugby, siempre responde: "Yo no elegí el rugby, el rugby me eligió a mí". "Y se convirtió en mi estilo de vida", agrega de inmediato, recordando que este deporte enseña "cosas dentro y fuera de la cancha, como los buenos valores, el espíritu de equipo, la humildad, la hermandad y camaradería".

El ASRUC, dirigido por Chinako Lares y con Lucero Viveros (2° de abajo) como flamante refuerzo. Foto: Alex Ortega.[/caption]

Conquistando un sueño

Tras jugar en la UAA, Lucero Viveros fue contratada por el Cristo Rey Rugby Club, donde a base de grandes rendimientos era figura indiscutida. Pero, aunque era feliz al lado de sus nuevas "hermanas", ella tenía una inquietud, sabía que algo le faltaba. Entonces, dio el primer paso.

"Yo quería jugar en el exterior, era mi mayor deseo. Un día llegué a la práctica y le comenté a mi entrenador Hugo Valdez. También le pregunté si tenía algún contacto fuera con quien me pudiera recomendar. Me habló del profesor Fredy "Chinako" Lares, un exjugador paraguayo que entrenaba a un equipo en Francia y que también estuvo por Paraguay ayudando a la selección de mayores".

Así fue como los caminos de Lares y Viveros coincidieron y, si al inicio de su carrera como rugbier todo se dio muy rápido para la paraguaya, ahora no podía ser distinto. Su talento hizo que de inmediato consiguiera club, y la oferta para cumplir el sueño de jugar en el exterior llegó.

La noticia llegó para alegrar a toda la familia, compuesta por papá Oscar, mamá Irene, los hermanos Oscar y Omar "y una perrita caniche que se llama Negri", agrega entre risas. "Cuando se enteraron, se pusieron muy felices por la oportunidad que tenía en puerta, aunque como todos los padres, se preocuparon un poco. Pero como saben que es algo que me gusta, me apoyaron al cien por ciento".

Una imagen que se está volviendo costumbre en Francia: reunión de paraguayos. Aquí, Eymard Brizuela, Lucero Viveros, Ricardo Báez, Omar Rojas y Horacio Agüero.[/caption]

La legión guaraní

"Soy la primera paraguaya que juega rugby en Francia", resalta con orgullo, aunque se apresura en acotar que "por ahora, porque estoy segura que esto abrirá una puerta para que en el futuro más rugbiers paraguayas puedan venir a vivir esta maravillosa experiencia".

A ejemplo de Chinako, Lucero quiere seguir esos pasos. Hoy, tiene el privilegio de descubrir un nuevo estilo de vida junto a Ricardo "Lomu" Báez (exCurda), Omar Rojas (exSanta Clara), Horacio Agüero (exCurda) y Eymard Brizuela (exCurda), que juegan en Francia y con quienes ya compartió "un buen asado, para no perder la costumbre, y, por supuesto, un tereré bien frío".

Su futuro apunta a "aprender día a día sobre el rugby para poder inculcar y compartir a través de mis conocimientos", así como -al igual que Chinako- "ayudar a mi familia" y "si me toca, defender los colores de mi país". "Hacer que se note que no en vano son los esfuerzos que uno hace para mejorar día a día. Primero como persona, luego como deportista", sentencia Lucero Viveros.

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