Continuó el primer juicio oral y público llevado a cabo en el país, en el cual un sacerdote, Estanislao Arévalos, es acusado de abuso sexual en niños en la parroquia Divino Espíritu, del barrio San Vicente de Asunción.

Durante el desarrollo del juicio, declararon testigos planteados por la defensa, quienes manifestaron nunca haber visto los hechos denunciados.

Una menor que se desempeñaba como monaguilla en aquel momento, dijo que nunca estuvieron solos con el sacerdote y que los monaguillos tenían un lugar distinto para cambiarse.

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Por su parte, la defensa del procesado, el abogado Ignacio Pane, afirmó que existen contradicciones en la declaración de los testigos y que demostrará eso en los alegatos finales.

"Es una burda mentira que le hicieron al pobre sacerdote. Le están tratando de echar de su trabajo. A medida que avanza vemos que todo es una gran mentira. No tiene consistencia ni sentido, los mismos denunciantes se contradicen. No puedo decir ahora qué cosas, porque primero tengo que hacer mi defensa", sostuvo el abogado.

Aseguró que los testimonios de la fecha, se contradicen con lo que sostienen las víctimas. Alegó que habría un trasfondo que podría ser el cambio de parroquia del sacerdote. El juicio sigue el 9 de noviembre, desde las 11 horas.

El tribunal de sentencia de este caso está integrado por Héctor Capurro, Cynthia Lovera y Juan Carlos Zárate. El sacerdote se expone de entre tres a cinco años de prisión.

Antecedentes

La investigación había iniciado luego de la denuncia de los padres de los menores (de 13 años de edad), quienes relataron en la denuncia cómo fueron manoseados por el cura luego de las misas, en septiembre de 2013.

La acusación menciona que el sacerdote "los manoseaba, tocaba la cola, los besaba en la mejilla e intentaba besarlos en la boca, así como tocarlos en sus partes íntimas y que las víctimas le hicieron lo mismo".

Otra madre agregó que algunos de los testigos que declararon son cercanos a Arévalos. "El padre siempre tomaba con muchas de las personas que estaban ahí declarando, son compañeros de tragos del padre. El padre a veces llega borracho, toma café y se va a la misa", aseguró.

"Mi hijo nunca más quiso ir a misa después, ya no quiere saber nada. Mucha gente sabía dentro de la iglesia, solo que se callaban. Mi hijo perdona pero no olvida. Nadie nos amenazó, incluso las autoridades máximas de la Iglesia, desde Roma, nos pidieron que continuemos con la investigación, que no quede todo como un chisme", aseguró una madre de otro de los afectados.

La madre de uno de los chicos declaró ante la fiscalía que "su hijo siempre le decía que no quería entrar al despacho del sacerdote, pero nunca decía el por qué".

En diciembre del 2014, el superior provincial de la Congregación de los Redentoristas en Paraguay había suspendido en sus funciones al cura mientras dure el proceso.

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